Por Caridad Vela

Cada palabra dicha revela nuevas facetas en las personas. Cuando creemos conocerlas surge algo que nos sorprende, nos inquieta a indagar más allá, para descubrir el fondo que subyace envuelto por la forma. El ser humano de vida pública muestra una personalidad hacia afuera, tiene otra para el ámbito privado, pero ambas nacen de una misma esencia.

Visito el hogar de quien probablemente es la voz más reconocida en el mundo deportivo nacional. Sus años de trayectoria, sumados a su estilo para comunicar, dan como resultado la cohesión de factores que convierten a Vito Muñoz en un personaje merecedor de reconocimiento. Hablar de él es hablar de fútbol, a pesar de que afirma que es, en realidad, “hablar de Barcelona”.

Vito Muñoz - Revista CLAVE! ed. 110

Vitoria Muñoz, Vito Muñoz y Rocibel Zambrano

Al salir del aeropuerto pido a mi conductor que me dé unos minutos para encontrar la dirección de la casa de Vito, y me responde que todo el mundo sabe dónde es. Nos dirigimos a Urdesa. Llegamos a una casa cuya arquitectura original es del Arq. Diego Ponce Bueno (+), “uno de los grandes en la historia de Ecuador”, reconoce Vito. “Los primeros planos los trazó quien fuera mi brigadier en la Academia Ecuador, el Arq. Mario Ponce Lavalle, con quien hasta hoy mantengo una gran relación, pues en ese entonces trabajaba con su tío”.

Esa maravillosa arquitectura necesitó un remozamiento hace pocos años. Las recomendaciones apuntaron al Arq. Diego Guayasamín, “un caballero a carta cabal, que se emocionó mucho al saber que trabajaría en una casa diseñada por el talento de Diego Ponce. Puso una condición inamovible: que los acabados vengan de Italia y el mobiliario sea de Adriana Hoyos. Nada menos.” Su casa de fin de semana, ubicada en Vía a la Costa, también la diseñó un quiteño, el Arq. Muñoz Ricaurte.

Su afición a la arquitectura quiteña nace en su niñez. Me cuenta que de niño, cuando vivía en Quito, fue vecino de Oswaldo Guayasamín, visitaba con frecuencia su casa y aspiraba ese aire a arte que ahí se vivía. “En Quito, la cultura y la arquitectura se vive por todos lados. Tuve la influencia del Dr. Jorge Salvador Lara, que fue ministro de relaciones exteriores, quien nos daba clases de cívica e historia. Era fascinante, por eso la biblioteca de mi casa lleva su nombre y hay un busto que solemniza el recuerdo que tengo de él”, concluye.

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Es hijo de padre serrano y madre costeña. Nació en Machala y ha vivido la mayor parte de su vida en Guayaquil, sin embargo, sin tapujos se declara amante de Quito, ciudad en la que su adolescencia transcurrió entre las aulas del Colegio Borja y la Academia Militar Ecuador. Vivió la época cuando todo sucedía en la Av. Amazonas, disfrutó en la Plaza de Toros Quito como un quiteño más. En su recuerdo permanecen vivas las imágenes de Santiago Martín El Viti, Paco Camino, El Cordobés, Palomo Linares y otras grandes figuras del toreo de aquella época.

Confiesa que otro de sus anhelos fue estudiar la carrera militar. “Siempre he sido amante de la disciplina, mi vida ha estado rodeada de figuras militares de gran recordación. Entre ellos, mi tío, el General Luis Piñeiro Rivera, que fue Ministro de Defensa de León Febres Cordero; mi padrino de bautizo, el Coronel Víctor Ayala Rocha, quien me llevaba de vacaciones a los cuarteles, donde él era Comandante General.” Quién diría que una personalidad tan abierta y distendida como la de Vito, tan amable y acogedora, hubiera tenido un atisbo de afición militar.

Esta intención no se cumplió porque su padre decidió vender la casa que tenían en la capital, una maravillosa vivienda cuyo diseño estuvo a cargo del Arq. Luis Olea, para regresar a vivir a Guayaquil. Con su amigo Hernán Torres (+) disfrutó de la vida social en su nueva ciudad.

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Su primera incursión en periodismo fue en Telecuatro, canal que adquirió Luis Noboa. A fines de los años 70 trabajó en Imágenes y Sonido, la productora de Carlos Vera, Andrés Carrión, María Victoria Ribadeneira, Carlos Carcelén e Iván Oña. “Yo me hacía cargo de los segmentos deportivos”, comenta.

En 1975 regresa a Guayaquil. Cuando me atrevo a profundizar más en su vida personal que en la profesional, descubro que los intrincados embates del destino lo llevaron a transitar por caminos inesperados. “En el lapso de cuatro años falleció mi hermano en un accidente, a mi madre le diagnosticaron cáncer en el páncreas y vivió seis meses más, mi padre se infartó sobre su cadáver” me dice. Veo sensibilidad en su semblante, sin querer he tocado una fibra íntima. El recuerdo del pasado cobró vida en el presente, pero los dos, tácitamente, decidimos dejarlo ahí y pasar a otros temas.

Con ese duro golpe de la vida llegaron nuevas responsabilidades de las que debía hacerse cargo, y con el valor que le caracteriza, las enfrentó exitosamente. “Tuve que asumir responsabilidades empresariales, no tenía otra opción, era el único que quedaba de la familia”. Si bien nunca descuidó lo suyo, asumió la administración de haciendas bananeras, camaroneras, y otros negocios colaterales como exportación. También había actividad inmobiliaria que debía dirigir, y se dedicó a ello. La vida tiene también un lado bueno, y Vito es grato con lo que recibe.

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Entre lo uno y lo otro permanecía intocada su esencia de comunicador, su atracción por los medios de comunicación y todo lo que a su alrededor sucede, causa rumor. Hace 12 años se sentían vientos de cambio y Vito estaba atento. “Llegó el momento en el que entendí que la televisión analógica estaba extinguiéndose y nacía con fuerza la televisión digital mediante streaming. Fui pionero en innovar en esta tendencia en Ecuador”.

Mucha agua ha pasado bajo el río desde entonces, y trascendiendo lo anecdótico de los recuerdos, que hay muchos, y con la memoria de Vito los detalles abundan, debemos dejarlos atrás para entender el ahora. Es importante saber de dónde viene para entender hacia dónde va. Hace siete años contrajo matrimonio con Rosibel Zambrano Rivadeneira, y hace tres su vida se iluminó con la llegada de Vitoria Muñoz Zambrano, su pequeña hija que juega a nuestro alrededor mientras hacemos esta entrevista.

Y así volvemos al presente. Pronto se posesionará el nuevo alcalde de Guayaquil, Aquiles Álvarez, y con él se evidenciarán nuevos ángulos de desarrollo para la ciudad. “Tomar el toro por los cuernos”, me dice Vito al comentarme que ha aceptado la propuesta para presidir Épico, la empresa municipal centrada en desarrollo tecnológico, que tiene como meta trazar la ruta para convertir a Guayaquil en una smart city.

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“Mi respuesta al alcalde Álvarez fue que en realidad yo nunca he entrado en la arena política, pero si se trata de servir a Guayaquil, lo haría por patriotismo, sin cobrar sueldo, sin nunca mezclar lo político o económico en mi gestión.”

“Vendrán días de grandes desafíos”, anticipa, mirando hacia la responsabilidad que en adelante se echará sobre los hombros. Siendo una persona tan reconocida por sus múltiples actividades, la vara de la expectativa está muy alta, porque de él no se puede esperar menos. Los primeros pasos se han dado ya. “Se construyó un clúster que está bajo el amparo de empresas privadas nacionales, que vendría a ser como la cuna de la que nacerá esta nueva visión y las herramientas para ejecutarla. Hemos esbozado los primeros trazos para el desarrollo del Guayaquil que todos queremos”.

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Uno de los primeros retos será encontrar la solución al problema de tráfico. Las grandes ciudades de Ecuador lo sufren, y Guayaquil no es la excepción. Quizá con el esfuerzo de Épico se encuentra una solución que podría replicarse en todo el territorio nacional. “Estamos trabajando para conseguir una asesoría del país más digitalizado del mundo, que curiosamente es Estonia. Estuve ahí en un evento tecnológico de altísimo nivel y conocí al personaje que llevó a este país a convertirse en el smart country de más alto nivel del mundo”.

De algo servirá solucionar el problema del tráfico, pero no habrá paz en el día a día de los guayaquileños si no se combate el terrible problema de inseguridad que está afectando incluso la salud mental de su gente. “El tema de seguridad la va a manejar un empresario que se ha preparado en Israel, es experto en esa área, una persona altamente entrenada en estos aspectos, que estructurará los pasos a seguir para que la paz y tranquilidad vuelvan a la ciudad”.

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En el segmento de desarrollo urbano y vivienda también habrá un personaje con gran experiencia. “Iván Baquerizo, empresario solvente que ha dedicado toda su vida a la construcción de vivienda, se ha comprometido a aportar en la planificación urbana de la ciudad, con énfasis en proyectos para los sectores más vulnerables de la población”. Sin duda el mayor polo de desarrollo urbano de la ciudad se da en Vía a la Costa, y hacia allá deberán darse importantes inversiones en vialidad y dotación de servicios.

Es muy interesante ver que si bien el futuro alcalde viene de las líneas del correísmo, que en su momento se apartaron del empresario privado exitoso, ahora está conformando un equipo de trabajo precisamente con empresarios privados. Al respecto, Vito afirma que “Aquiles es una persona que sabe escuchar, tiene varias fuentes de información y diversas corrientes de opinión, se prepara y se asesora para, finalmente, tomar su decisión.”

Así como la capacidad ejecutora de Vito no tiene límites, su afán de colaboración tampoco reconoce fronteras. “He llamado al alcalde de Salinas, porque esa maravillosa playa necesita evolucionar para convertirse en un destino turístico seguro y acogedor, alejado de lo grotesco que se ha visto últimamente. Arrimaremos el hombro para que el Carnaval de Salinas 2024 sea distinto, que se celebre en las calles, con un desfile de carrozas, color, música y alegría, pero con mesura y control. Un ejemplo comparativo es el Carnaval de Barranquilla”.

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En Machala, que es su provincia natal, también mete mano desempeñando un rol muy importante. “Soy asesor de negocios e inversiones del alcalde. Mi rol es conquistar a los emprendedores mostrándoles el portafolio, las leyes tributarias y las exoneraciones tributarias del municipio de Machala”. El resultado de su gestión está a la vista. En el pasado mes de marzo se colocó la primera piedra del nuevo Centro Comercial de Machala, que será el más grande del Austro ecuatoriano. Se trata de una inversión que supera los $80 millones y lo construyen empresas de reconocido prestigio y gran trayectoria en el país.

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Si bien Vito se proclama independiente políticamente, no descanso en mi afán de halarle la lengua. Algo habrá que lo incline más hacia un lado que a otro, y quiero descubrirlo, pero estoy ante un hombre de mucha experiencia mediática, muy preciso en sus respuestas para no dar lugar a conjeturas.

“Mi afiliación política es el trabajo y es Ecuador”, dice enfáticamente. Pido su opinión en relación a los actuales problemas, pues estamos ante un juicio político al presidente, anuncios de levantamiento indígena, tremenda división entre los partidos políticos, y más. Hay impases en todos lados, pero Vito se abstrae de opinar. “Me concentro en lo mío, en aportar desde donde creo que puedo generar un cambio, y si todos haríamos eso no estaríamos en estos problemas. Lo único que sacará al país adelante es el desinteresado compromiso de los ecuatorianos”. Y así, sin dar su brazo a torcer, sin mostrar simpatías o antipatías, concluye su comentario político.