María Dolores Álvarez

 

SAMBORONDÓN

 

Por: Irene Ycaza Arteta
Septiembre – 3Octubre 2013

La casa de María Dolores Álvarez de Intriago es digna de un catálogo de decoración y diseño. Por ello, no sorprende que muchos de sus espacios interiores formen parte de los testimoniales gráficos de la reconocida marca Adriana Hoyos. Y es que la residencia Intriago Álvarez fue concebida con mucha dedicación, contando con el buen gusto y la asesoría de la reconocida decoradora. 
 
María Dolores trabajó como asesora de ventas en Adriana Hoyos y luego en Studio Noa. Una de las ventajas de trabajar para estas reconocidas firmas de arquitectura, diseño y decoración, es el constante acceso a las últimas tendencias a nivel internacional. Casi por ósmosis se vive la moda del blanco, del papel tapiz, de las texturas y su evolución a través de los años, y ese fue el ámbito en el que María Dolores se desenvolvió. 
 
Hoy es ama de casa, y su hobby es la creación de joyas de bisutería. No las vende, las hace para sus amigas o para algún evento social al que asiste. Prefiere estar en casa, la disfruta tanto que todas las semanas organiza algún evento. Ya sea un almuerzo con amigas, un fin de semana en familia, fiestas de sus hijas, o las ocasiones en las que la ha prestado para eventos de amigos. Es una casa viva, y por ello, los familiares la han bautizado con el nombre de Casa Club, donde siempre hay novedades, siempre hay algo que hacer.
María Dolores y su esposo, Mario Intriago, la compraron hace cinco años a unos amigos. A pesar de que requería algunas modificaciones, vieron en ella mucho potencial. Un año más tarde, después de una reconstrucción íntegra en interiores, se mudaron para vivirla al máximo. Se mantuvo la fachada, el piso y los cimientos; el resto fue como empezar de cero.

Jardines muy bien cuidados crean un ambiente natural en exteriores

Los 700m2 de construcción albergan diáfanos espacios donde se potencia una extraordinaria luminosidad. Los ambientes, decorados en colores pastel  amplían visualmente cada área; y el mobiliario, distribuido magistralmente, aprovecha cada rincón y lo vuelve funcional. Todo está en armonía.
 

    ¿Cómo se dio esta oportunidad?

Conocíamos la casa y habíamos decidido comprarla. Invitamos a Adriana Hoyos para que nos asesorara, y nos dijo que debíamos iniciar los trabajos de inmediato si la queríamos lista en un año. Remodelar es más difícil que construir, no había duda. Ella me ayudó a
decorar la casa, incluso fachadas exteriores, jardines, etc.; No tumbé las paredes que la sostenían, pero por dentro fue un cambio completo. Mi cuñado, Javier Intriago, es arquitecto, y se encargó de ejecutar el proyecto. Fue un trabajo de equipo.
    ¿Qué potencial viste en la casa al momento de comprarla?
Me gustó que sea de una sola planta. Me encanta la claridad que tiene desde que entras. Todo está integrado: pasillos, habitaciones, sala, patio. Tengo un segundo piso pequeño, donde está el dormitorio de una de mis hijas, pero el resto está en un solo andar, y a pesar de tener tantos metros de construcción, no se la siente tan grande porque todo está incorporado. 
    ¿Qué estilo buscabas para la casa?
Soy persona de pocas cosas. No me gusta la decoración clásica, prefiero algo más moderno, tirando a contemporáneo. Me gusta que la decoración tenga pocos elementos. Pienso que los colores neutros dan sensación de limpieza y relajación, y eso refleja lo que soy. Sabía lo que quería, pero confiar en la asesoría de Adriana me daba mucha tranquilidad. Había trabajado con ella y sé lo acertada que es. Tuvimos mucha química; mi marido y yo nos dejamos guiar por lo que decía, le entregamos nuestro presupuesto y ella hizo magia dentro de esos parámetros.
    ¿Se mantuvo algo de la casa original?
El piso, que es un marmetón pulido. Imagínate lo que hubiera sido cambiar el piso a toda la casa. Son 700m2, ese rubro no cabía en mi presupuesto, y había otras prioridades. Desde luego que Adriana me insistía en cambiarlo pero no era una opción. Sabía que ese dinero lo podríamos aprovechar en otros espacios, como en la cocina, que quedó espectacular.
    ¿Qué trabajos se hicieron en la cocina?
Era más pequeña, el comedor de diario estaba apartado, y en un pequeño espacio había un piano. Ahora está incorporada con el comedor de diario y además se creó una salita de estar con televisión, en un lugar que antes estaba separado con una puerta. La propuesta de Adriana es mucho más práctica al estilo de vida actual, porque pretende espacios abiertos e integrados. Hoy por hoy pasamos todos los días en la cocina; las reuniones de mis hijas antes de una fiesta, los almuerzos, todo es ahí. En mi casa nadie usa la puerta principal, todo el mundo entra por el garaje directamente a la cocina. 
    ¿El ingreso principal se convirtió en secundario?
Utilizamos la puerta principal para eventos más formales. El diseño, de vidrio con fierro revestido color madera, dentro de un marco de madera que no está enchapado, lo hizo Adriana y lo mandamos a construir donde un artesano. No podía ser una puerta pequeña, debía ser grande por las proporciones y el estilo decorativo de la casa. 
    ¿Cuáles fueron los cambios más sustanciales?
Le dimos vuelta a todo. El comedor de antes es hoy la sala de cine, y las puertas de la entrada principal se convirtieron en las puertas de este espacio. El comedor actual está donde era la sala de televisión. Aprovechamos al 100% los materiales existentes e incorporamos algunos nuevos. 
    ¿Cuéntame de la decoración de las áreas exteriores?
Pusimos unos muebles más oscuros para generar contraste con el resto de la casa y la piscina. En realidad, la parte del porsche la terminamos más tarde. Un día me encontré con Adriana en el aeropuerto de Esmeraldas, mientras esperábamos el vuelo me comentó que llegaron unos muebles perfectos para el porsche. Llegué a Guayaquil e inmediatamente fui a ver los muebles y pedí que me los mandaran a mi casa para convencer a mi marido de que los teníamos que comprar. Una vez que llegaron, nunca más salieron. 
    ¿Todos los muebles son de Adriana Hoyos?
Casi todos. Cuando me mudé compramos la sala, el comedor y el bar. Con el tiempo, aprovechando los descuentos que había en la tienda, fui adquiriendo otros elementos. Detalles, como mesas, butacas y lámparas, que luego me descontaban de mi rol de pagos. 
    ¿Esta casa es para siempre?
Tuve una propuesta de compra. Soy tan desprendida de las cosa que cuando me la hicieron pensé que si me pagaban lo que pedía, la hubiese vendido. Mis hijas y mi marido pusieron el grito en el cielo, y no la vendimos. Es más, la señora interesada vino a mi casa con mi hermana que trabaja en bienes raíces, y se quería cambiar al día siguiente. 
    ¿Por qué vender una casa a la que se le ha puesto to empeño?
Mucho influyó que nos habíamos comprado una casa de 200m2 en la playa, al pie del mar, y me quedé enamorada de las ventajas de un espacio de esas dimensiones. Pasé ahí dos meses, con todo a la mano, y en una hora ya se había limpiado por completo. Al volver extrañaba esa facilidad. Cuando me hicieron la propuesta de venta de la casa, mi marido no estaba preparado para ello, y mis hijas tampoco. Poniendo las cosas en proporción, recién la tenemos cuatro años, falta mucho por vivirla. 
    La aprovechas al máximo…
Es una casa que siempre está llena. Mis hijas me molestan y me dicen que le han bautizado como la Casa Club, porque la presto para lo que sea. Para mí es una manera de aprovechar el lugar en el que puse tanto esfuerzo por arreglar. Y en verdad me gusta mi casa, me encanta prestarla. Los fines de semana siempre hay alguien, siempre invitamos amigos, o hacemos parrillada con mis hermanos,
    ¿Disfrutas la vida en Samborondón?
La verdad que aquí hay todo lo que necesito. Solo salgo los domingos cuando voy a visitar a mi mamá que vive en el Barrio Centenario, pero normalmente la convencemos de que venga acá.   
    ¿Cómo fue la experiencia de trabajo en Adriana Hoyos?
Me encantó trabajar con ella. De hecho, cuando renuncié, lo hice porque se me complicó la disponibilidad de tiempo por la construcción de mi casa. Tenía que encargarme de comprar los materiales, tomar decisiones, y supervisar el cronograma de obra que manejábamos para poder mudarnos. Mi marido trabajaba en Quito, y llegó un momento en que me faltó tiempo para tantas cosas: mis hijas, mi marido, la construcción de la casa, los materiales, etc. Amo la familia Adriana Hoyos, pero para mí era sumamente delicado no cumplir con mi trabajo. 
    ¿Extrañas trabajar ahí?
Ha sido uno de los trabajos más bonitos que he tenido en la vida, me sentía totalmente a gusto. Fue una maravillosa experiencia de la que guardo recuerdos positivos y tengo un enorme agradecimiento con los directivos de la empresa.