Por Pamela Cevallos

El mundo de la abogacía y la maternidad se juntaron en la vida de Kirina González Artigas a sus 32 años. El cambio de perspectiva de lo que es ser una mujer profesional a una mamá todo terreno fue como una vuelta de tortilla.

Su departamento, ubicado en el corazón de San Patricio, en Cumbayá, todavía guarda la calidez y aroma que deja siempre la bienvenida de un recién nacido.

El amor está expuesto en su sala en grandes detalles como el libro de fotos de su matrimonio, ubicado en la mesa central de la sala y las fotos de familia que lucen en el recibidor. También aparece el desorden que Gabriel, su pequeño hijo, impone entre cartas con oraciones para ir a dormir y biberones.

Kirina Gonzales - Revista CLAVE edicion 116
Kirina González Artigas

¿Qué significó la llegada de Gabriel a tu vida?

Fue un cambio indescriptible, no logras medir cuánto te cambia la vida la llegada de un hijo hasta que te pasa. Soy abogada y tengo una personalidad que planifica y organiza todo el tiempo. Ahora eso, no es posible.

¿Planificaste la llegada de Gabriel? 

Más o menos (risas). Ya estaba en la mira, pero nos llegó antes y agradezco porque es una bendición. Con mi marido, Pedro Gómez de la Torre, llevamos diez años juntos, tres de casados, pero nunca me imaginé el efecto que un hijo iba a tener en mi vida profesional. No sabía que podía haber diferencia en el crecimiento profesional de un hombre y una mujer hasta que fui mamá. Siempre me sentí en igualdad de condiciones, sentía que el cielo era el límite y que estaba en las mismas capacidades y oportunidades que mis pares. Llegó un punto en que me pregunté cuánto tiempo le daba a mi carrera antes y cuánto tiempo le doy ahora.

Y cuánto tiempo dejas de darle a tu hijo…

Exacto. Encontrar ese balance es importante. Ser abogada genera una expectativa muy alta sobre la cantidad de tiempo que vas a destinar a la profesión. Soy directora de Fusiones y Adquisiciones en el Estudio Jurídico Bustamante-Fabara y hago compra y venta de compañías, entonces, todo es urgente, inmediato y para ya. Los negocios se cierran de un día para el otro y si hay que trabajar toda la noche, tienes que hacerlo. Alinear esas expectativas tan exigentes con mi vida de mamá es complejo, pues ya no tengo 24 horas para el cliente y físicamente mi capacidad está afectada, porque ya no duermo igual. Empecé a cuestionarme sobre las cosas que una empresa a la que quieres dar la vida te puede dar a cambio.

Claro, esperas reciprocidad, comprensión…

¡Y flexibilidad! Porque es importante no sentir que estás haciendo mal las dos cosas, y tener claro la cantidad de tiempo que le estás dando a lo uno y a lo otro. Soy mamá 10 meses, que es nada comparado con el tiempo que me falta vivir como madre, y ya siento que no le doy lo mismo a mi profesión y tampoco a mi bebé.

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¿Cómo se puede conjugar ser madre y profesional en una empresa?  La mayoría de mujeres enfrentamos situaciones similares y no siempre hay flexibilidad.

Nunca antes me puse a pensar sobre este tema hasta que llegó mi hijo. Te soy sincera, esto no era algo que me cuestionaba. Pero ¡claro! Si piensas desde la empresa, la flexibilidad tiene un costo, pero finalmente el aporte que puedes dar a la empresa desde un puesto de liderazgo, es mucho mayor. Creo que no hay que exponer a las mujeres a escoger entre su vida profesional y la casa por el hecho de ser madres; o que tengan que escoger no tener hijos para seguir trabajando. Tampoco creo que deben ser juzgadas por no tenerlos y elegir una carrera. Cada mujer debe hacer lo que le llene y le haga feliz.

¿Cómo ves el aporte de la mujer en el desarrollo de las empresas?

No podemos decir que las mujeres y los hombres somos iguales. Anatómica y biológicamente no lo somos, y realmente la manera de ver las cosas entre géneros es distinta. Las mujeres tenemos un montón para aportar. Los hombres que se rodean de hombres tienen un mismo corte sesgado en su visión. En las mesas en donde se sientan mujeres tendrás siempre un punto de vista distinto.

¿Porque las mujeres pensamos y actuamos distinto?

Las mujeres somos ‘multitaskers’, hacemos muchas cosas a la vez, nos comunicamos diferente, metemos alma, vida y corazón con una tenacidad distinta. Poner nuestra voz en una mesa de negociación es muy valioso. En mi caso, soy la directora más joven de la firma y llevo en ese cargo dos años. Cuando lo asumí sentí que había un gran voto de confianza, porque en mi profesión, históricamente, la experiencia lo es todo. Así que poner sobre la mesa ideas de mujeres jóvenes es muy difícil, pero no imposible.

¿Cuántas empresas manejas?

No tengo un número específico de clientes porque la cartera es muy grande y va rotando, pero somos uno de los estudios jurídicos más grandes de Ecuador y en el aspecto transaccional de M&A (Mergers and Acquisitons), del cual soy Directora, somos una de las empresas líderes. En este último mes cerramos cuatro transacciones gigantes. Una de ellas, la inversión de Mitsui & Co en Industrial Pesquera Santa Priscila, en la que venía trabajando desde 2018, se firmó justo cuando estaba en maternidad. También cerramos la compra de Liberty Seguros en Chile, Colombia y Ecuador al grupo Talanx; y asesoramos a Saint-Gobain en la alianza estratégica con Chova del Ecuador. Son transacciones que se mueven en las grandes ligas.

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Kirina González Artigas

¿En estas negociaciones sientes el peso de lo masculino?

Cien por ciento. Allí se ven poquísimas mujeres sentadas en la mesa; exageraría si hablo de un 10 o 15 por ciento. Cuando me quedé embarazada un cliente me llamó a felicitar, pero enseguida preguntó si voy a irme, cuánto tiempo voy a estar ausente y en qué afectaría eso al proceso de negociación. Me puse muy nerviosa y le dije que no iba a tomar mi tiempo de maternidad. ¡No sé en qué estaba pensando en ese momento, cómo no iba a tomar mi período de maternidad! Estaba asustada de perder mi norte y de que mi embarazo repercuta en mi trabajo. Mi primera reacción fue de miedo cuando debió haber sido de ilusión y amor.

Son muchos retos los que se afrontan como madre primeriza…

Hay un cambio generacional que hay que tomar en cuenta. Nuestras mentoras que llegaron a puestos de liderazgo tal vez tuvieron situaciones distintas a las nuestras. En mi caso, mi mamá siempre trabajó y yo tengo ese modelo de mujer independiente y trabajadora, pero para nosotros, sus hijos, siempre estuvo mi abuela. Hoy, muchas de nuestras mamás, abuelas de nuestros hijos, trabajan también. Son jóvenes y exitosas. Atraviesan un punto en su carrera en el que están satisfechas con lo que lograron, pero eso cambia nuestro panorama actual de la maternidad.

¿Cómo te organizas ahora, con quién cuentas?

Tengo ayuda en casa, eso es una bendición. Con mi mamá y mi suegra he formado mi tribu de apoyo y la mejor parte de esta ayuda, obviamente, es mi esposo. Él también es abogado, trabajamos en la misma firma en dos áreas de derecho distintas. No me había percatado de lo valioso que eso podría ser. A veces me quedo trabajando más tiempo y él está para cubrirme o viceversa. Vivimos en la generación de los súper papás y eso es muy bueno. No hay nada que yo haga que no lo haga él también.

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¿Piensan tener otro hijo?

Sí, está en nuestros planes, aunque la pregunta es cuándo. Llegas a un punto en el que te empiezas a organizar, ves la luz al final del túnel, ves la manera de seguir, pero no logras decidir cuándo. Ahí ayudan muchísimo los vínculos entre mujeres que ya pasaron por lo mismo. Las oyes y piensas en lo mejor para ti.

La Managing Partner de la firma es mujer, María Rosa Fabara…

Esto es súper importante para las abogadas en posición de liderazgo, porque creo que el rol de mentoría femenino es sumamente importante para que las mujeres se queden en la carrera. En mi equipo hay madres que priman la flexibilidad, que quieren home office para no perderse la primera papilla de sus hijos, el primer paso, o quieren estar ahí cuando lleguen del colegio. Por otro lado, hay mujeres que necesitan salir de casa para no “volverse locas”. No hay un molde para todas, entender eso es importante, pues cada una enfrenta su maternidad de distinta manera.

La visión de género se ha vuelto un eje transversal y se introduce ya en varias áreas profesionales ¿Es el caso de la firma en la que trabajas?

Sí, este es otro de los cambios que viví gracias a la maternidad. Recuerdo que en un panel se mencionó la necesidad de tener cuotas femeninas en espacios de poder. Por ejemplo, que en un directorio de seis personas existan al menos dos mujeres que lo conformen. Yo estaba en contra, y me decía a mí misma que llegaré ahí por mis capacidades y no porque me obliguen a tomar un camino fácil. Pero a la medida que ves cómo funciona el mundo, te das cuenta que es necesario presionar a gremios e instituciones para concientizar sobre la necesidad de crear espacios de representación para las mujeres. Nos ha costado muchísimo llegar, y si nos cruzamos de brazos quedará un camino larguísimo por recorrer. Hay que poner el doble de atención y de esfuerzos para que existan mujeres con roles de liderazgo.

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Kirina González Artigas

¿Cómo unes tu vida personal y social en este momento? 

Es la parte dura, tienes que hacer malabares para volver a encajar las piezas del rompecabezas. Tienes ahora una pieza muy grande que es tu bebé y es difícil empezar a poner el resto. ¿Darte tiempo para hacer ejercicio?  Eso significaría una hora menos con tu bebé o una menos en tu trabajo. La clave es aceptar la imperfección de pasar de tener una vida organizada a una impredecible. Es como cruzar el río para llegar al puente. Ellos llegan a romper los esquemas y el hijo que te toca es el que tú necesitas para ser mejor.

La conversación avanza con interrupciones debido a la presencia de Gabriel en la sala. En su departamento, el blanco juega un papel decorativo preponderante, que le da fondo a las transparencias de las sillas del mesón de su cocina, en donde también una gran lámpara extractora de color naranja rompe la armonía y se enlaza al cuadro principal, pintado en tonos azules y turquesas.

Hablemos de tu casa ¿quién la ideó, de quién es el buen gusto?

Compramos el departamento en 2019. Estábamos comprometidos y vinimos a conocerlo en obra gris. Mi suegra es corredora de bienes raíces y nos dijo que este sería el lugar con más alta plusvalía de la zona. Pero llegó la pandemia y nos tocó comprar todo a control remoto. Hicimos reunión para los muebles de cocina por zoom, escogimos los materiales viendo fotos, los acabados vía on line, los electrodomésticos en páginas web. Me bajé una aplicación en el celular que me ayudó a hacer los planos de mi casa con el fin de acomodar muebles y alfombras. Uno siempre es recursivo, terminé siendo mi propia decoradora.

Hace poco San Patricio no era así, tenía caminos de tierra, empedrados y terrenos baldíos, ahora es otra cosa.

La constructora nos dijo que eso pasaría. Ahora vemos la magnitud de lo que va a ser este megaproyecto, en donde habrá consultorios del Hospital Metropolitano, edificios y locales comerciales que van a desarrollar muchísimo la zona, completando los servicios que requiere el grupo humano que vive y vivirá aquí.

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Es un departamento en la planta baja y eso tiene sus ventajas ¿no?

Discutíamos con Pedro si preferíamos jardín o terraza. Este jardín que tú ves aquí, hoy por hoy, es una bendición porque el bebé gatea y disfruta afuera. Amamos el jardín y lo disfrutamos mucho; tenemos plantas medicinales y una de café. Si queremos té, cosechamos cedrón, si queremos cocinar tenemos romero. El jardín se volvió esencial para este departamento.

¿Cómo describes a tu familia en este nuevo momento que estás viviendo?

Son lo más importante de mi vida, son mi núcleo. Lo que nos haga felices a los tres es lo que vale la pena. Creo que todo lo demás irá encajando siempre y cuando estemos bien, con salud y amor. Somos los tres, y eso es lo que más feliz me hace.