Por Lorena Ballesteros

El Colegio Americano de Quito es una institución con historia, tradición y experiencia educativa. Desde hace 84 años, cuando abrió sus puertas, la institución ha graduado a quienes posteriormente se han convertido en presidentes de la república, escritores, asambleístas, cancilleres, matemáticos destacados, embajadores, empresarios, emprendedores y tantas otras profesiones que han impactado positivamente en el desarrollo del Ecuador.

La comunidad de exalumnos es una familia extremadamente numerosa que comparte una identidad. Una identidad con la cual me vinculo, pues durante 14 años formé parte del alumnado de esa grandiosa institución. Allí me formé, no solo académicamente, sino que también adquirí las destrezas y herramientas que me han permitido dar batalla a lo largo de mi vida.

Una de las características primordiales de la institución ha sido su capacidad para evolucionar a la par de los cambios tecnológicos y de los movimientos demográficos. Por eso, cuando el Consejo Administrativo anunció en Asamblea General la posibilidad de reubicar el colegio para atender las nuevas necesidades de las familias, la aprobación fue unánime.

Ahora que la institución se encuentra delineando su futuro cercano, y que ha definido al ganador de la licitación del diseño arquitectónico para la construcción de su nuevo campus en Puembo, nos resulta imprescindible compartirles los pormenores de este proceso y las expectativas en el corto y mediano plazo. Contactamos a Patricio Endara, de Endara Arquitectos, la firma que hace el fronting de la sociedad que se adjudicó el proyecto el mes pasado.

Colegio Americano - Revista CLAVE edicion 116
Patricio Endara y Julio Endara

Como punto de partida merece la pena señalar que el nuevo colegio será más que un campus educativo, pues como sus propios gestores aseguran, será un “living learning lab”, que, además, colindará con otras instituciones académicas como son Highlands y el Colegio Einstein.

Proceso de licitación

Para Patricio Endara y sus hijos Julio y Ana María, parte del equipo de Endara Arquitectos, la adjudicación de este proyecto es doblemente emocionante. Los tres se graduaron en el Americano en distintas épocas, y ahora serán parte de su nueva era. Para participar en el concurso, que arrancó a mediados de 2023, formaron una especie de consorcio con otras firmas arquitectónicas. Las bases del proceso claramente establecían que los participantes debían buscar asociación con una firma arquitectónica extranjera que tuviera experiencia en el sector educativo. Para consolidar su equipo, Endara se asoció con Architekten, un estudio colaborativo y multidisciplinario de arquitectura liderado por Felipe Palacios y Johann Moeller, y posteriormente vincularon a Virai, una firma española y a AHH Herman Hertzberger, otra prestigiosa firma de Holanda.

El concurso se dio en dos fases. La primera fue de precalificación. En esta instancia los participantes justificaron su experiencia en distintas ramas arquitectónicas, tanto con metros cuadrados construidos, como con premios y reconocimientos. La firma holandesa tenía un portafolio importante en el campo educativo, así como también Endara Arquitectos, quienes hace 14 años ya habían ganado el concurso para diseñar el Nursery actual del Americano. A ellos también se les adjudica una escuela del milenio en el sur de Quito y la guardería del Ortega y Gasset.

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Las bases del concurso se publicaron en varias plataformas internacionales. Se registraron más de 2.000 descargas de los Términos de Referencia. Finalmente,  se presentaron alrededor de 120 licitaciones. Para la segunda fase de calificación únicamente se convocó a ocho equipos, que en un plazo determinado debían presentar un anteproyecto de diseño. Para este propósito trabajaron en constante deliberación con paisajistas, técnicos, asesores educativos, expertos en bioclimática, expertos en urbanismo… Finalmente recibieron la noticia, ¡habían alcanzado el primer lugar del concurso!

Puembo, el lugar idóneo

Patricio Endara reconoce que el terreno adquirido por el colegio “es espectacular, no podían haber encontrado otro mejor”. Se trata de 13 hectáreas en Puembo, con vistas hacia la cordillera oriental, el Pichincha y el Ilaló. En un futuro cercano la ampliación de la Ruta Viva servirá directamente al colegio y facilitará el acceso al nuevo campus.

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La ubicación ha jugado un rol importantísimo en el desarrollo de la propuesta de diseño arquitectónico. Las condiciones climáticas favorecen para la creación de un campus integrado con la naturaleza. Los días de frío de Carcelén y la escasez de espacios verdes están por terminarse. Si bien el nuevo campus no tendrá, en un inicio, el bosque actual, sí contará con un elemento natural que se integrará tanto al diseño paisajista, como a la dinámica educativa.

Se trata de la quebrada que bordea un extremo del terreno. Patricio asegura que, “las quebradas han sido subvaloradas, hasta temidas en nuestro país. Queremos que nuestros chicos pasen a valorarlas y entenderlas como parte del ecosistema andino y pluvial. Este es un elemento importante que genera biodiversidad y podemos enlazarlo con el paisajismo, algo en lo que se ha enfocado Felipe Palacios”. Y es que indudablemente los quiteños tememos a las quebradas, las vemos como botaderos, vertederos o agentes de riesgo en época de lluvia. En el nuevo campus la quebrada tendrá un acceso vigilado para actividades lúdicas y educativas de los alumnos.

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Un diseño vivo, alegre e integral

En este campus no predominará el cemento o el concreto. La calidez será el hilo conductor. Si bien las estructuras serán de acero, los revestimientos metálicos tendrán una paleta de colores amarillo, naranja, rojo, verde y azul, que servirán para distinguir secciones y acoger cada espacio.

Se utilizarán materiales nacionales, con acabados en madera y vidrio para aprovechar al máximo la luz natural. Las aulas tendrán la posibilidad de abrir sus puertas y ventanales para conectarse con el espacio verde, y es que el aprendizaje no será solo puertas adentro. A lo largo de todo el campus habrá lugares, rincones y recovecos que permitirán que la experiencia educativa se realice al aire libre, bajo la sombra o la luz del sol. El diseño será transversal al tipo de educación que se quiere impartir en un futuro cercano. Por lo cual también se incorporarán huertos urbanos, invernaderos, para que los chicos se familiaricen con actividades agrícolas y productivas.

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El deporte se mantendrá como un estandarte de la filosofía del colegio que es activo y competitivo. Pero además de las tradicionales canchas de fútbol, básquet, voleibol y atletismo, se sumarán las de pádel, mesas de ping pong, salas de baile u otros deportes alternativos.

El nuevo diseño también cuida de la salud física y mental de los chicos. Por ejemplo, elimina la contaminación visual y auditiva. Los estacionamientos serán subterráneos, evitando que se vean vehículos estacionados en los alrededores del campus y que sus emisiones de carbono afecten a los estudiantes. En cuanto a los buses escolares, se dispondrá de una estación con andenes seguros para la carga y descarga de pasajeros. Internamente habrá una vía de tres carriles que facilitará el flujo vehicular.

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Julio Endara y Patricio Endara

Para mitigar el smog de la futura Ruta Viva se construirá un dique de 15 metros de base por 7 metros de alto, que se convertirá en una barrera acústica y de filtro de emisión de gases. También habrá protección auditiva, pues el aeropuerto se encuentra a pocos kilómetros y el tráfico de aviones es constante. Orden, espacios limpios, poco ruido… así será el nuevo campus.

Sostenibilidad, lo fundamental

El nuevo campus aplicará a una certificación que podrá ser EDGE O LEED. El compromiso está clarísimo: ser un proyecto de cero emisiones, autosustentable y un aliado para su comunidad.

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El diseño paisajista es uno de los ejes transversales de la propuesta. Se incorporarán especies nativas que necesiten poco riego y mantenimiento. Actualmente el terreno requiere de forestación y ese será uno de los primeros pasos, para que cuando los niños ingresen ya sea un campus poblado por cholanes, guabos, algarrobos y con jardines muy bien cuidados.

El tratamiento de residuos se manejará dentro de un plan integral, incorporando un centro de reciclaje y compostaje; la clasificación de basura será un proceso responsable y regulado; y el manejo de aguas distinguirá entre aguas negras, aguas grises y aguas servidas, con sistemas de reciclaje y reutilización para sistemas sanitarios y de riego. El diseño paisajista también propone la captación de agua de lluvia que alimentará las cisternas subterráneas.

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La energía solar jugará un rol importante. Los techados de los edificios de aulas y otros edificios contarán con paneles solares. Se tiene previsto que con el paso de los años el colegio sea independiente de la red eléctrica y que incluso pueda servir con esa energía a la comunidad.

Según Patricio Endara, “se busca que el colegio no sea el vecino incómodo, el que trajo tráfico, contaminación o ruido a la zona. Al contrario, será el que genere espacios colectivos, propuestas de valor para la comunidad”. El nuevo campus tendrá zonas de acceso libre para los vecinos o miembros de la comunidad. Por ejemplo, ese será el propósito de la pista de trote que dará la vuelta a todo el perímetro externo del campus.

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Patricio Endara y Julio Endara

El ingreso principal, que contará con un welcome center, será el punto de encuentro entre personal administrativo, educativo, padres de familia o personas que requieran información sobre matrículas u otras actividades. Asimismo, la cancha grande de fútbol, con su pista olímpica, estará abierta al público fuera de horarios curriculares. La propuesta es una de puertas abiertas con la comunidad. 

La reinterpretación de los espacios

La comunidad del Colegio Americano maneja un lenguaje propio, uno que se ha forjado por sus tradiciones: Halloween, la semana de Carnaval, galas musicales y exposiciones de arte. Con miras al futuro, se han reinterpretado ciertos espacios emblemáticos para solventar antiguas y nuevas tradiciones.

En el primer campus, el de la Toledo, la asamblea era una cancha de básquet con graderíos, en la cual se realizaba el minuto cívico y las actividades deportivas. En el campus actual, la asamblea es un espacio central, frío y de cemento; pero que sin duda ha sido el epicentro de importantes episodios de la vida estudiantil. Ahora, la asamblea será el corazón del campus, un punto de encuentro entre las dos secciones principales: primaria y secundaria. Será un espacio abierto que confluirá directamente con la cafetería principal, sin puertas ni barreras.

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La Sala de Uso Múltiple (SUM), se mantendrá como un gran coliseo pero con un diseño vivo, alegre, que además de canchas deportivas tendrá un gimnasio con camerinos. También será un espacio para ferias y eventos de flujo masivo, pero no será un lugar para presentaciones musicales, pues el colegio contará con su propia sala de conciertos, tipo auditorio, que permitirá desarrollar también las artes escénicas. Y para complementar la formación cultural e integral, por supuesto, una biblioteca completa de varios pisos, con espacios para estudio y lectura.

El nuevo campus propiciará el aprendizaje vivo, activo y transformador de una institución que únicamente mira hacia el futuro, llevándose consigo lo mejor del pasado. ¡Larga vida para el Colegio Americano!