Por: Fanny Lilyana Merchán

Son jóvenes, preparadas, inteligentes, talentosas y dinámicas. Comparten una linda amistad desde hace muchos años, e hicieron de su profesión un nicho de negocio muy demandante y próspero en la actualidad.

En la maravillosa zona de Samborondón llegamos a un complejo familiar de tres casas. Matilda, la simpática chiguagua color caramelo, nos recibe con Analía quien nos invita a pasar al que ha sido su hogar durante algo más de cinco años. Ahí vive junto a su esposo, Roberto Aguirre Chiriboga, y sus dos pequeñas hijas, Analía y Catalina.

“Nos cambiamos aquí recién casados y nos resultaba bastante cómodo. Es un área residencial familiar donde viven los papás y hermana de Roberto. Mi casa es de dos pisos y aproximadamente 120m2. Hemos diseñado una habitación para Catalina y Analía que cuenta con un espacio para juegos y otro de descanso. Más adelante pensamos cambiarnos a algo más amplio”, comenta Analía mientras nos hace un recorrido por la planta alta.

En la planta baja disfrutamos de un mono-ambiente que acertadamente conjuga el espacio de cocina, comedor y sala. La decoradora Mariela Caicedo se encargó del diseño de los muebles, dotándolos con toques especiales y cálidos, logrando el balance perfecto entre elementos de madera, jarrones y otros detalles decorativos, en tonos blancos, dorados y grises. Numerosos retratos evocan los momentos felices de la familia: matrimonio, viajes, fiestas y nacimiento de las niñas. Todo esto en un ambiente fresco, juvenil y acogedor.

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Velas encendidas y un expreso bien cargado generan el ambiente ideal para esta entrevista. Analía nos comenta sobre su gusto por la decoración, en especial por cuadros de arte ecuatoriano contemporáneo de autoría de artistas jóvenes que, como ella dice, están empezando a marcar su huella en el mercado. “No tengo mucho espacio disponible en casa, así que roto cuadros en distintas áreas cada cierto tiempo. Cuando me canso de algo, lo cambio. Tenemos planes de extender la familia, entonces las piezas que conservo estarán más visibles cuando tengamos espacios más grandes”.

Ella define a su hogar como un lugar acogedor, pero sobre todo familiar. Disfrutan de tener la casa llena sin importar el día, bien puede ser entre semana o fines de semana. “Nos gusta mucho invitar y compartir con amigos y familia; nos encanta cocinar, y el hecho de que tengamos un solo ambiente hace que las reuniones sociales y la vida diaria sean fáciles y placenteras. Cuando tenemos invitados el garaje se convierte en nuestra área social privada. Coloco luces, armo salas, lo cercamos con plantas y lo decoramos para convertirlo en un espacio muy bonito. Ni se diga cuando están las niñas; esto es un ambiente de fiesta, siempre con mucha alegría”.

En el dormitorio principal encontramos un pequeño y personalizado espacio que Analía ha convertido en su oficina, lugar donde desarrolla su instinto creativo y trabaja en lo que más le apasiona: diseño y decoración. Aquí entra en escena Astrid Campos, más conocida como Cuquita. Desde muy jóvenes forjaron una estrecha amistad. Tras graduarse de bachilleres continuaron sus estudios universitarios en la carrera de Diseño Gráfico en la Universidad de Palermo, en Buenos Aires, Argentina.

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Su afición por el diseño dio sus primeros signos en esa época. Astrid lo recuerda con total claridad. “Vivíamos en Buenos Aires y no teníamos para comprar los muebles súper finos que nos gustaban, así que fuimos a una tienda baratísima y amoblamos la casa a nuestro gusto, con el presupuesto disponible y mucha creatividad. Nos dimos cuenta que la afinidad por la decoración y el arte se sumaron a la amistad que ya teníamos”.

Solo compartieron una materia en todo el tiempo en que estudiaron en la misma universidad y la misma carrera. “Teníamos horarios diferentes. Fue chistoso porque Analía me obligó a tomar Arte Medieval con ella para coincidir en las aulas.” comenta Astrid. “En esa época de la universidad siempre invitábamos a nuestros amigos a cenar. Yo no sabía cocinar, Analía sabía muchísimo más que yo, sin embargo nuestra mesa siempre estaba bien puesta, con todos los detalles incluidos. Normalmente a esa edad todos comían en la cama, en el escritorio o en la sala, pero nosotras no, y eso llamaba muchísimo la atención de nuestros amigos”.

Analía Meira

Analía Meira

Astrid estuvo siete años fuera del país y Analía tres. A su regreso comenzaron su primer proyecto con pocas expectativas pero grandes resultados. “Empezamos con papelería personalizada, vendiendo cosas para amigos y gente cercana. Primero nos llamamos “La Mercería” porque teníamos un mix de cosas, pero realmente lo que tenemos es gran pasión por el diseño, y de ahí surgió nuestro actual nombre con el que nuestras clientas nos identifican: Pasionaria”.

Llevan seis años en este negocio. Analía y Astrid son amigas y socias incondicionales que comparten su día a día sin descanso. “Nuestro fuerte es la papelería y la decoración de eventos. Comenzamos decorando mesas de dulces, pero empezaron a llegar clientes que nos contrataron para bautizos, cumpleaños, primeras comuniones, matrimonios, etc.,” añade Analía mientras que Astrid recalca que su clientela ve en ellas la originalidad, confianza y creatividad necesaria para llenar un nicho en el mercado que satisface sus necesidades. “Nuestra clientela nos busca por cualquier tipo de evento. Superar sus expectativas es la mejor recompensa”.

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Las flores son parte fundamental en su decoración, indispensables en sus espacios; por eso no dudan en incluirlas independientemente de la ocasión. “Nos gustan mucho y trabajamos con diferentes flores naturales. Ese aspecto es muy interesante, nos hemos especializado tanto en estos detalles que decoradores con muchísima más experiencia que nosotras nos han llamado a pedir flores. Es un halago y un sello distintivo de Pasionaria que nos enorgullece contar,” agrega Astrid.

Al preguntarles cómo se dividen las funciones responden en coro con un gran “no sé”. Son cómplices y tienen muy claro cuales son las fortalezas de cada una; sin embargo, el éxito obtenido radica en el constante apoyo mutuo. “Siempre estamos las dos. Por más que tengamos más de un evento el mismo día, siempre acordamos un tiempo o momento para juntarnos e intercambiar ideas o detalles”.

Astrid Campos

Astrid Campos

Dedicadas, organizadas, creativas y muy profesionales, mantienen un estilo de vida un poco ajetreado, o como ellas dicen, “activo todo el tiempo”, dentro del cual destinan momentos para estar al tanto de las tendencias actuales en cuanto a diseño y moda en ambientes. Su línea romántica y cute se caracteriza por una paleta de colores pasteles, plasmados en ideas originales que son definitivamente su valor diferenciador.

Confiesan que el secreto para que un evento sea exitoso es que los invitados se encuentren en un lindo ambiente, pero trascendiendo la parte estética, es vital provocar en ellos experiencias diferenciadoras y emociones intensas. “Trabajamos en base a un mood work, es decir, con un cuadro de emociones de lo que queremos lograr en cada etapa del evento. Nuestra marca crea una experiencia única en las personas gracias al sentimiento que provocamos”.

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Pioneras en muchos detalles, en constante evolución y con ideas refrescantes, podemos afirmar que su futuro se pinta muy prometedor. Ajenas a quedarse estáticas, se dan tiempo para compartir con sus familias y hasta involucrase en causas benéficas. Ese es el caso de Analía, quien es una de las fundadoras de la organización social denominada “Distintos somos iguales”, que ocupa gran parte de su vida. Junto a un equipo de personas promueve la inclusión de niños y adultos con discapacidad en actividades de publicidad y medios de comunicación en el país. Por su parte, Astrid complementa la pasión del diseño con la equitación, un deporte que la llena de fuertes emociones.