María Beatriz Pérez
QUITO

Por: Caridad Vela
Marzo 2015 – Abril, 2015
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María Beatriz Pérez

El clima cálido de Cumbayá acompaña mi llegada a la casa de María Beatriz Pérez. El tráfico es liviano en la carretera, y gracias a la habilitación de la Ruta Viva, el tiempo de traslado es de menos de 15 minutos.

Al dejar el pavimento cambia mi estado de ánimo. El silencio del campo se interrumpe solo por el canto de los pájaros y el sonido del viento. María Beatriz me recibe en el umbral de la puerta de su hogar. Tras ella, desde un marco de plata antiguo me sonríe su padre, Gustavo Pérez, invitándome a pasar.

Los temas a tratar son inagotables. Pasamos revista a su multifacética vida cuyos inicios se dieron con tan solo nueve años en un programa de televisión infantil. A partir de ahí, María Beatriz se convirtió en ese personaje que creció con una generación desarrollando su personalidad al tiempo que pasaban los años. Iba de un canal a otro y de un programa a otro, precedida por su éxito en la pantalla chica.

Mucha agua ha pasado bajo el puente desde entonces. La televisión y otros desempeños laborales quedaron atrás, y ahora María Beatriz dedica su energía a su familia y a la actividad del corretaje inmobiliario.

 

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¿Cuándo te involucraste en la actividad inmobiliaria?

Hace aproximadamente siete años, y lo hice porque necesitaba trabajar, pero al mismo tiempo requería de horarios flexibles para atender a mis hijas, por lo cual esta actividad era perfecta. Había perdido interés en la televisión, ya no era lo mío, y por un tiempo me dediqué a una diversidad de actividades que se me presentaban como oportunidades, entre esas el corretaje inmobiliario, a pesar de que no era mi pasión.

¿Pero ahora es tu actividad central?

Sí. Hace tres años descubrí que es realmente lo que me apasiona. Tal vez antes no lo disfrutaba porque realizaba varias actividades al mismo tiempo y por ello no me enfocaba al 100% en ninguna. Lo hacía por compromiso con la gente que me contrataba, y porque necesitaba el dinero, pero no me identificaba mucho con la actividad. Desde que descubrí su magia, y desarrollé la habilidad para juntar oferta con demanda, es decir, producto con cliente, soy feliz haciéndolo.

¿Qué hizo el click?

Diferenciar que los clientes no buscan solamente un techo sino un estilo de vida, que además de un presupuesto hay una ilusión, y que si acuden a mí es porque confían en mi criterio para entender sus aspiraciones. Los conozco, converso con ellos, y en base a lo que descubro de sus personalidades les enseño lo que podría ser adecuado. Disfruto mucho de conocer propiedades nuevas, me fascina decorar y descubrir nuevos estilos, me encanta relacionarme con las personas.

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¿Cómo transmitir un estilo de vida a un comprador?

Conociendo la propiedad y su entorno para poder resaltar las fortalezas con honestidad. Si además me gusta la decoración y pienso que me encantaría vivir ahí, venderla será más fácil. Lo complicado es vender lo que no me gusta, porque es imposible transmitir lo que no siento, y no todas las propiedades que me encargan son perfectas; pero he aprendido que los gustos de la gente no son iguales a los míos, y la clave está en conseguir lo adecuado para quien lo busca.

¿Conocer a fondo a cada cliente es fundamental?

Sí. En algunos casos mis clientes son amigos de toda la vida, pero a la mayoría no los conozco. Me contactan por recomendación de terceros, o son compradores que me refieren otras corredoras porque saben que tengo la propiedad adecuada para ellos; pero la primera reunión es clave para entender sus aspiraciones.

¿Trabajas con otras corredoras de inmuebles?

¡Claro! Es mucho mejor compartir una comisión que no cobrarla. Tenemos una red entre corredoras y nos comunicamos por chat. Cada una informa a las otras de las propiedades que tiene, o de un nuevo cliente que busca algo que no lo tiene, y trabajamos en equipo. Al final del día ganamos todas y el cliente termina satisfecho.

¿Qué tienes en tu inventario de propiedades?

Una enorme variedad en cuanto a tipo de inmueble y también a distintas ubicaciones. Ahora que vivo en Cumbayá tengo más inventario acá, pero de igual forma trabajo con propiedades en Quito. Tengo casas, departamentos, haciendas, oficinas y terrenos. Los tengo de distintas áreas, variedad de estilos, unos más nuevos que otros, y también en un amplio rango de precios.

A tu criterio, ¿hacia dónde crece la demanda?

Desde hace algunos años Cumbayá ha tenido gran demanda de vivienda, y la oferta ha estado presente para atenderla, pero lo que realmente está creciendo en el valle es la demanda por oficinas, y la oferta es mínima. Lo que se construye se vende, y difícilmente consigues espacios disponibles para arrendar.

¿A qué se debe el crecimiento en la demanda para oficinas?

Principalmente a que la zona se ha desarrollado tanto que hoy ofrece todo lo necesario para el día a día, y quienes viven aquí prefieren tener sus oficinas cerca. La corta distancia con el aeropuerto es una gran ventaja para el segmento corporativo, y la habilitación de la Ruta Viva ha colocado a Cumbayá y Tumbaco en una ubicación equidistante hacia todos los puntos de la capital, incluso con sus extremos norte y sur. Además, el clima es maravilloso, y aunque muchos no lo crean, la diferencia de altura que tenemos con Quito es otra ventaja.

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¿Los precios?

Se han incrementado en estos años, pero también la zona se ha beneficiado con mejores servicios, sobre todo en conectividad, y ese es un factor que dinamiza la demanda. A pesar de que el m2 cuesta más, todo se vende y todo se alquila. Si nos comparamos con ciudades similares en Colombia y Perú, vemos que nuestros precios por m2 estaban sumamente deprimidos, y a pesar de que han subido, aún estamos muy por debajo de lo que sucede en esos países. Sin embargo, el mercado es quien tiene la última palabra. No es fácil elucubrar, pero presiento que estamos por entrar en un período de estabilidad, donde podrá haber algún ligero incremento, pero nada dramático.

¿Hay crédito hipotecario para bienes de mercadosecundario?

La razón por la que se venden tantos inmuebles es porque hay crédito para comprarlos. Es sorprendente analizar la velocidad del mercado comprador. Una propiedad de segundo uso que está disponible hoy, muy posiblemente en dos semanas haya sido comprada. Es por eso que cuando veo una oportunidad importante, uso todos mis recursos para que mi cliente no se demore en tomar la decisión, porque la puede perder.

¿Cómo determinas las verdaderas oportunidades de inversión?

En base a la experiencia adquirida. Cuando estás en este negocio para quedarte, sabes que no puedes equivocarte porque tu éxito futuro depende de tu reputación. Hay situaciones en las que de verdad me desespero por transmitir al cliente la tremenda oportunidad que tienen por delante, esa pequeña ventanita que no se abre todos los días y que hay que aprovechar. Son situaciones que se dan una vez y no vuelven, pero para quien no está en este negocio son difíciles de percibir.

¿Mejor comprar hoy?

Siempre es mejor trabajar para pagar las cuotas de un crédito hipotecario que para pagar arriendo, de eso no hay duda. Si bien los precios del m2 pueden subir, las tasas de interés están estables, poco se han movido, lo cual es otra razón más para tomar hoy la decisión de comprar. Hay que perder el miedo a endeudarse, lo digo por experiencia propia.

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¿A qué te refieres?

Yo tuve ese temor porque no estaba segura de poder pagar el crédito. No es fácil cuando tienes costos fijos mensuales que atender y no puedes ponerlos en riesgo, pero miro atrás y estoy segura de que el instante en el que tomé la decisión de comprar un departamento con crédito hipotecario fue el momento más importante de mi vida.

¿Por qué?

El esfuerzo de trabajar para pagar por mi departamento propio era muy distinto a trabajar para pagar el arriendo. Emocionalmente marcó la diferencia. Con el paso del tiempo vendí ese departamento, y con la plusvalía que obtuve dispuse de cierta holgura económica. Eso me quitó un enorme peso de encima, lo cual decantó en mayor libertad y tranquilidad para tomar decisiones. Sin duda fue la decisión correcta, y habiéndolo vivido en carne propia, es lo que con toda sinceridad recomiendo a mis clientes.

¿Has pensado en especular en la compra venta de inmuebles como inversión propia?

Especular, a pesar de que la palabra es fuerte porque lleva cierto nivel de riesgo, de aquí en adelante es lo que haré. La decisión está tomada, y cuando encuentre importantes oportunidades de inversión las voy a aprovechar. Comprar para vender en un lapso de tiempo es una posibilidad de rentabilidad; la otra es comprar para arrendar y generar un ingreso que, en un inicio pagará la deuda del crédito pero luego se convertirá en una renta permanente. De cualquiera manera, siempre será un inmueble que tendré de respaldo y formará parte del patrimonio que apoyará a mis hijas en el futuro.

¿Qué novedades hay para este año?

Estoy entusiasmada en crear mi empresa de corretaje porque tengo un proyecto muy grande que voy a comercializar. Saldrá al mercado este año, te daré la primicia cuando llegue el momento, pero para eso necesitaré una estructura más formal que la que tengo hoy. El proyecto es en Cumbayá, y puedo anticiparme a comentar que romperá esquemas en el mercado y superará todas las expectativas de inversión que hoy existen.

Entonces, ¿estás involucrada en esta actividad para largo?

Definitivamente. Es el trabajo perfecto para alguien de mi edad, con mi estilo de vida, y además puedo continuar en esto durante muchos años. Los rostros de la televisión pasan de moda, y también les pasan los años de manera negativa; sin embargo, en el corretaje inmobiliario la acumulación de años es riqueza en conocimiento y en experiencia, y eso se traduce en un gran valor agregado para mis clientes.

Parece que todo en tu vida está claro…

El trayecto no ha sido fácil. Hubieron muchos caminos cuesta arriba hasta llegar al punto donde estoy ahora. La estabilidad emocional que tengo es incomparable, soy inmensamente feliz, tengo mucha paz, me encanta lo que hago y comparto mis días con un ser maravilloso que adora a mis hijas. Las nubes se han disipado y ahora brilla el sol cada mañana. Nunca me imaginé una vida así.