Por Pamela Cevallos H.

Cuando de mimarse se trata, los caprichos suelen ser los regalos más preciados. Susana Guerrero así lo quiso, y ese ánimo se plasmó en su nueva casa ubicada en Tumbaco. Es un espacio creado para ser feliz, para exponer sus pinturas, sus antigüedades, aprovechar sus gustos culinarios y compartir con familiares, amigos, pericos y los cuatro perros que le llenan su vida.

Susana vivió mucho tiempo en Pomasqui en una casa -dicen las buenas lenguas-, muy linda y de estilo rústico, pero decidió mudarse al otro lado de la ciudad para estar cerca de las actividades que su vida profesional demanda. Es una mujer versátil y eficiente, inteligente y sumamente preparada. Maneja varios proyectos simultáneamente y su creatividad no la deja estar quieta. Su energía y buen ánimo la blindan para enfrentar su día a día de la mejor forma.

Susana Guerrero - Revista CLAVE! edición 83

Tiene dos hijos mayores de edad, y por ello en ocasiones puso en duda si debía construir una casa con las dimensiones de la que hoy tiene. Se dejó llevar por los buenos consejos de sus amigas, y decidió que este era el momento ideal para construir la casa de sus sueños.

Para concretarlo contrató dos arquitectas y un constructor muy cercanos a ella. Son amigos, juegan tenis todas las semanas. En ellos encontró la figura ideal para plasmar la idea de una casa funcional, moderna, pero que a la vez acoga los elementos decorativos que por años ha recopilado en viajes y experiencias de vida. El resultado son fascinantes ambientes eclécticos donde se funde en armonía.

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Para Gabriela Quiñones y Carmen Serena Navarro, arquitectas graduadas en el exterior, trabajar con Susana fue un reto. Habían compartido varios momentos de su vida, conocían su casa anterior, y ahora debían crear un espacio donde su amiga encontrara la materialización de todos sus caprichos.

Según Gabriela Quiñones, lo primero que hicieron fue un minucioso inventario de todo cuanto había en la casa de Pomasqui, incluidos árboles y plantas que debían trasladarse con Susana. “Nosotros (ella y Carmen Serena) tenemos un estilo moderno minimalista, en mi caso con gran influencia de Navarra, España, donde estudié mi maestría. Allá se maneja mucho el concepto de arquitectura limpia, luz, ventanales y temas espaciales que se incorporaron en esta casa y se acoplan con el estilo de Carmen Serena. Los diseños fueron compatibles y el resultado es magnífico”.

La vida de Susana debía trasladarse completa, con sus cuadros, esculturas, muebles y plantas. Buscaba una arquitectura moderna que no compitiera con todos los elementos de su vida, pues venían con ella. Así, la casa se diseñó tomando en cuenta los objetos de arte que existían para generar espacios específicos donde colocar estas valiosas piezas.

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Desde allí partió la concepción del diseño: obra de arte exhibida al ingreso de la casa en una pared de doble altura, iluminación alternativa, techos altos, ventanales de piso a techo, lugares para acoger cada elemento, patio donde ubicar sus macetas y plantas, etc. “Lo más importante fue generar ambientes de doble altura, con iluminación y conexión con la naturaleza. Al dormitorio de Susana lo ubicamos en primer plano con una ventana que deja ver árboles y al Ilaló”, explicó Gabriela, quien conocía la importancia que da su cliente al contacto con la naturaleza.

La casa es de dos pisos y había que implementar una grada, necesidad que para Gabriela se convirtió en el elemento principal. Dejó volar su creatividad e hizo una pieza escultórica: “El diseño es limpio, bastante complejo de concebir. Es una grada que no se había hecho antes y tuvimos que hacer solicitudes especiales a los proveedores para lograrlo. Es de acero con terminado tipo cortem, es decir, tiene una corteza oxidada gracias a una composición química que, en este caso, fue controlada y sellada para que no siga su proceso de oxidación”.

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Se trata de una escalera suspendida en el aire, pero es firme y segura. Está colgada con cables, que a su vez armonizan con el ingreso de la casa y la pared en la que cuelgan cuadros de Botero y Guayasamín, entre otros famosos artistas, que fueron colocados mediante un sistema de cableado para facilitar su ubicación. Cabe recalcar que la lámpara araña del ingreso también cuelga mediante el mismo sistema, y luce impactante al abrir la gran puerta de madera del recibidor.

La colección de arte incluye piezas de la Escuela Quiteña que lucen ficticiamente enmarcadas en una pared roja que, además de resaltar su belleza, crea un efecto visual de doble dimensión y las dota con la importancia que estas antigüedades deben tener en un espacio determinado.

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En el corazón de la casa está la cocina, el comedor interior y la sala románticamente expuestos en medio de un piso de cemento pulido que moderniza el ambiente, cuyo entorno está decorado con alfombras árabes de tonos naranjas y rojos, distribuidas en el camino que lleva al patio.

La sala, según nos contó Susana, se ha adaptado a los tiempos. Es la misma que compró hace dos décadas pero que, junto a su tapizador de confianza, le ha permitido adecuarla de cuando en cuando. “Utilizar lo que tienes, adecuar las cosas que existen a un nuevo espacio, eso es lo que hicimos aquí. Adaptamos muebles, retapizamos, arreglamos elementos viejos y agregamos nuevos. Hicimos una mezcla de minimalismo con colores verdes, amarillos y flores grandes”, nos dijo.

Todo en su casa tiene un fin y una función. El piso de cemento pulido fue pensado en sus perros, porque no se daña, y mientras sus perros deambulan sin problema, ella está tranquila de que no sufrirá los efectos. Su intención fue aplicar materiales limpios, pero a la vez quería usar artículos e ideas basadas en sus experiencias de vida, de viajes, de lugares, sobre todo europeos, que le inspiraron a crear su nuevo espacio.

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La casa tiene ambientes lineales, abiertos y limpios, lo que permite mantener a flor de piel el estilo loft deseado. El camino de ingreso desde la calle tiene desniveles, gradas con terrazas llenas de plantas que alivianan la pendiente que desemboca en el hall de su casa. En el patio hay una zona techada donde se creó otro ambiente de sala y comedor, con una gran chimenea de hormigón llena de macetas y plantas.

El patio es un espacio de tamaño mediano, lo suficiente para que quepan los árboles y plantas traídas desde Pomasqui, y en donde hay una piscina alargada del tamaño ideal para que ella cumpla su deseo de darse un refrescante chapuzón al comenzar el día, y desde donde, a veces, al final de la tarde, contempla su casa.

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Susana es gerente de Green 9, el hotel de propiedad vacacional ubicado en Casa Blanca, Same, Esmeraldas. Allá van socios que compran semanas de vacaciones y pueden intercambiarlas internacionalmente para viajar a cualquier hotel en el mundo. Su vida profesional se ha adaptado de acuerdo al crecimiento de sus hijos, pero en menor o mayor grado, siempre ha estado activa en diferentes proyectos enraizados en una sola empresa. Trabaja mayormente con mujeres, le motiva verlas crecer y desarrollarse personal y profesionalmente.

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Es incansable. También maneja una empresa que organiza congresos, ferias y eventos a nivel nacional e internacional, lo que le ha permitido viajar alrededor del mundo. Recientemente inició otro nuevo proyecto, esta vez de tipo tecnológico, a través de un software que permite conocer profundamente la emocionalidad del ser humano. Es una increíble herramienta para buscar talentos, optimizar servicios al cliente, o generar ventas. También ofrece una plataforma con un sistema para detectar tarjetas de crédito que están siendo usadas de forma fraudulenta. Este novedoso negocio le llama mucho la atención, y responde a su activa búsqueda de no solamente emprender, sino aprender y llenar sus expectativas profesionales.

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Gabriela Quiñones y Susana Guerrero

En sus momentos libres hace deporte, y según sus propias palabras, lo hace porque nivela las emociones, elimina la presión y el estrés que fácilmente desaparecen en momentos de interacción. Hace gimnasia funcional, juega tenis y trota.

La proximidad de la cocina a la sala, comedor y patio, facilitan su faceta gastronómica. En la noche, antes de desconectarse de lo cotidiano, se inspira en alguna preparación descomplicada para terminar el día. “En la cocina hay una pizarra gigante donde mis amigos escriben mensajes o dejan su firma. Eso permanece por largo tiempo hasta que llega el día de una nueva reunión y otros amigos ocupan ese espacio”, comentó emocionada.

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Se la siente cómoda con su nueva vida, actúa en todo momento con naturalidad y entusiasmo. Durante esta entrevista estuvo siempre acompañada de Diego, el perro con que posa en las fotos, con el que mantiene una especial conexión. Gabriela y Carmen Serena, las artífices de este logro, sacaron verdadera ventaja del hecho de conocer a su cliente, su estilo de vida, sus gustos… y eso generó una sinergia mágica que decantó en un espacio familiar, moderno pero a la vez cálido, que refleja totalmente el sentir de su propietaria.