Rafael Medina y Cristina Chavarría
GUAYAQUIL

Por: María Soledad Bejarano
Febrero-Marzo, 2014
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Rafael Medina y Cristina Chavarría. Estilista: Billy Diaz, 099 783 6464, (04) 228 0721

Rafael Medina y Cristina Chavarría son una pareja joven que, pese a la corriente que lleva a las familias a buscar vivienda hacia cualquiera de los polos de desarrollo de la ciudad, es decir, las vías a Samborondón o a la Costa, rompen esquemas y prefirieron volver a la vida tradicional en el centro de Guayaquil.

Empezaron su vida de casados en Samborondón, pero se sentían inconformes pues les faltaba vida de ciudad. A esto se sumó el incremento del tráfico en la zona y poco a poco la idea de mudarse adquirió más fuerza.

“Nosotros amamos a Guayaquil”, dice Cristina. “Siempre soñábamos en voz alta con irnos a vivir a Las Peñas o en alguna zona patrimonial de la ciudad. Era de esos sueños que crees que no se van a hacer realidad, pero igual lo tienes”. Rafael la interrumpe y recuerda que finalmente un día se armaron de valor y se embarcaron en la aventura de vivir en el centro. En ese entonces no tenían hijos, y el concepto de urbanización cerrada lo veían más como un tema familiar. Así que decidieron dejar Samborondón y aventurarse a la vida en un departamento alquilado en Las Peñas.

Durante el tiempo que vivieron en Las Peñas nació su primer hijo, y poco a poco su estilo de vida empezó a cambiar. A medida que el niño iba creciendo vieron la necesidad de buscar un lugar menos ruidoso, y coincidió que el edificio en el que vivían iba a convertirse en espacio patrimonial por lo que obligadamente debían mudarse.

La aventura fue completamente positiva pero tenían otras responsabilidades, así que después de vivir cuatro años y disfrutar de la vida, el misticismo y el movimiento de Las Peñas; compraron un departamento en un edificio en el Malecón, frente al Río Guayas, y se mudaron hace pocos meses. “Lo mejor de vivir aquí es el impresionante cuadro que tenemos a diario del río”, asegura Rafael. Eso los enamoró y animó a quedarse con este departamento ubicado en un edificio emblemático de la zona, que tiene casi 30 años de construcción.

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Vivíamos en Samborondón pero soñábamos en voz alta con irnos a vivir a Las Peñas o en alguna zona patrimonial de la ciudad. Era de esos sueños que crees que no se van a hacer realidad, pero que igual lo tienes

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Cristina Chavarría

Luego de la compra del departamento con vista al río, empezaron los trabajos de remodelación para lograr el ambiente que querían. El punto de partida fue la repartición de las áreas sociales. Uno de los cambios importantes fue convertir a la sala en un espacio más amplio, tumbaron una media pared que creaba dos ambientes y lo transformaron en uno. Para ello se tuvo que trasladar el comedor a donde antes funcionaba una sala de estar. De esta forma quedó más cerca de la cocina.

“Nos gustan los ambientes amplios. Tratamos de unificar a la gente cuando tenemos invitados, por eso se ve que hay dos salas compartidas y una sala alterna que se une”, dice Rafael, quien es ingeniero pero tiene gusto por la arquitectura y la decoración. “Hemos vuelto a la decoración de los años 80 y 90, aquella de las casas de Urdesa o el Barrio del Centenario en que se veían las salas que se unificaban. En este departamento se crean dos ambientes, que a la vez están unidos”.

Todo guarda armonía. “Soy de un estilo Art Deco, me encanta la línea recta, y lo trato de combinar bastante con lo neoclásico, porque mezclamos mucho la decoración con antigüedades”, explica Rafael.

 

 
 

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Además de cambios en la distribución de los espacios sociales, tuvieron que ajustar la repartición de la parte interna de los dormitorios, readecuar la cocina y los baños, y crear un espacio aislado para el comedor porque consideran que es algo más íntimo. Decidieron mantener el piso original de la casa con acabados que ya no se utilizan, para darle un toque clásico al departamento.

 
 
 
 

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Después de vivir cuatro años y disfrutar de la vida, el misticismo y el movimiento de Las Peñas; compraron un departamento en un edificio en el Malecón, frente al Río Guayas, y se mudaron hace dos meses

Para las paredes utilizaron colores neutros que ayudan a resaltar las diferentes obras que Cristina, investigadora y amante del arte, ha conseguido a lo largo de los años. “Nos gusta mezclar el arte contemporáneo con lo clásico y tenemos también algo de arte colonial. Además, mi mamá me regaló unas cosas para la casa que tienen recuerdos y valor sentimental”, comenta Cristina. Para ella, hay que ser como en la música, estar dispuesto a combinar y tener espacio para todo, eso es precisamente lo que ha hecho en su casa. La paredes fungen de galería para grandes obras de diferentes artistas como Tábara, Luis Molinari, Juana Córdova, Estéfano Rubira, Estuardo Maldonado y Oscar Santillana, entre otros.

Las obras de arte aportan un toque moderno a la casa, que se contrasta con piezas antiguas de mucho valor. Y es que a Rafael le encantan las antigüedades, porque cada una cuenta una historia. “Tienen el poder de transmitir muchas cosas, es como que relataran la historia pues fueron creadas en la época en la que el oficio era artesanal, y cada objeto una obra de arte”. Antiguamente, las cosas no se fabricaban en serie y no eran hechas con un molde. “Eso es lo lindo de las piezas antiguas que son realmente únicas. En casa las mezclamos con cosas modernas, como el espejo del comedor, las esculturas de la casa y el arte”, explica. “Así, la casa es un reflejo de nuestra época moderna, en la que la vida es rápida, pero manteniendo algo de lo clásico, cuando todo era más relajado. Todo se ha sintetizado de una forma sencilla”.

 

 

 

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Según Rafael y Cristina, su hijo ahora vive junto al mejor parque de todo Guayaquil. Salen los fines de semana a caminar por el Malecón, disfrutan de las exposiciones que se llevan a cabo, y tienen una vida de ciudad distinta. “Mi hijo está acostumbrado a ver gente de todo nivel”, dicen. “No hay que negar que su colegio, clases extracurriculares y sus actividades están en Samborondón; pero estamos inculcando a nuestro hijo ese cariño que teníamos antes por Guayaquil. Nos encanta ir de paseo, fotografiar una casa, un parque, siempre algo nuevo.”

Uno de los puntos determinantes al escoger la vivienda en el centro es la accesibilidad. Tanto el departamento de Las Peñas, como el que viven actualmente, tienen fácil acceso y no es necesario atravesar todo el centro para llegar. “En muchas partes del mundo se están dando estos cambios. Gente que salió para los suburbios o que fueron llevados por sus padres, ahora están regresando a las ciudades. Encuentran aburridos a los suburbios, y eso me pasó a mí en Samborondón, porque todas las urbanizaciones eran cerradas”, cuenta Rafael.

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Soy de estilo Art Deco, me encanta la línea recta, y lo trato de combinar bastante con lo neoclásico, porque mezclamos mucho la decoración con antigüedades

El edificio se mantiene bien cuidado, con ascensores modernos, excelente servicio de guardianía, y una torre de parqueo para los propietarios. La ubicación, en pleno Malecón, es estratégica, pues a través del túnel y pasos a desnivel, llegan muy rápido a los trabajos, colegio, y otros lugares.

Estos guayaquileños están felices con su hogar. Dejaron Samborondón por un departamento en el centro de la ciudad. En la decisión tuvo más peso el estilo de vida que idealizaban en el Guayaquil antiguo, que los comentarios y consejos de la familia y amigos que les decían que estaban locos. Rafael y Cristina aseguran ser la envidia de todos sus conocidos. “Creo que este departamento y el estilo de vida que tenemos es la mejor herencia que le podemos dejar a nuestro hijo”, concluyen.

Cristina está feliz con el cambio, aunque no descarta que cuando tengan más hijos, y estos crezcan, vendrán otras necesidades, y deberán analizar su actual estilo de vida. “Guayaquil está viviendo una impresionante regeneración, la gente quiere cada vez más a su ciudad, y eso es lindo. Nosotros nos sentimos llenos de ese orgullo”, explica.