Entre el canto y las tablas

Por: Lorena Ballesteros

María José, o Mía Terán como se la conoce en escena, es una mujer divertida, espontánea y sencilla. Hija de Cristina Rodas y Juan Carlos Terán, la música y la actuación corren por sus venas. Su proyecto profesional está enfocado en mantener la dualidad de ser cantante y actriz. Para conseguir esta meta ha dedicado largos años al estudio.

Cuando tenía 17 años viajó a Boston para cursar un semestre en Berkeley, regresó a la USFQ y se dio cuenta que estudiar música no era lo suyo. Tenía claro que quería ser compositora e intérprete, y para eso no era necesaria tanta teoría. “No sentía que lo mío eran las partituras”, comenta con honestidad.

Lo contrario sucedió con el teatro. Fue seducida por las técnicas actorales y decidió seguir esa carrera porque es menos teórica y mucho más práctica. Para ella la actuación es una especie de terapia, un camino de sanación con cada papel que interpreta. Estudió teatro musical en el New York Film Academy y luego su vida ha transcurrido entre México y luego Argentina. Desde junio reside en Ecuador.

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A sus 23 años optó por vivir sola, con su perrita Emma, en el departamento de su infancia en la Av. González Suárez. Es una mujer nocturna, ese es su momento para inspirarse tanto en la música como en el teatro. Sus rutinas son imprevistas, pues un artista trabaja por proyectos.

Actualmente, presenta la obra ‘Para que no me olvides’, una comedia light, divertida y cliché inspirada en la música ecuatoriana de los años 90. En poco tiempo comenzará a trabajar en su cuarto sencillo.

¿Estás ya instalada en Quito?

Llevo muchos años de ir y venir. Nueva York, México y Argentina. Pero ya estoy unos meses acá en este departamento que fue en el que viví con mi mamá cuando tenía cinco años. Claro que ahora está totalmente remodelado.

¿Qué cambió?

Mi mamá lo rediseñó, tumbó paredes, la cocina ahora es más pequeña pero se aprovechó mejor el espacio del comedor. Me encanta porque tiene una vista espectacular, veo montañas y la ciudad, es como un cuadro viviente. En Nueva York me sentía asfixiada con tanto concreto, como atrapada en un video juego.

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¿Atrapada en un videojuego?

Es que la vida allá es tan automatizada que sentía que todas las mañanas me ponían Play y comenzaba la rutina. La verdad es que soy muy de verde, campo y montaña, pero acá disfruto de la vista, de caminar, de aprovechar lo que me da el barrio.

¿Quién lo decoró?

Este departamento es completamente mi estilo, pero lo decoró mi mamá. Si miras cada detalle es vintage, y tiene un aire de estudio neoyorquino, pero es acogedor y se presta para vivir y trabajar aquí.

¿Cómo son tus rutinas?

No le voy a mentir a nadie. Me gusta dormir hasta tarde. Si puedo quedarme en la cama hasta las 09h30 lo hago. Cuando eres artista es difícil porque es inestable y todo fluye de acuerdo al proyecto en el que estés. Aprovecho las noches para inspirarme y escribir o leer. Durante el día depende si hay ensayos, si estamos produciendo alguna canción, etc.

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En lo personal, ¿quién eres?

Soy una persona divertida, abierta y honesta. También extrovertida, pero debo admitir que sí me aflora la timidez en ciertos contextos.

¿Y cómo te defines como cantante y actriz?

No me gustan las poses. No creo en eso de que por ser artista tienes que ser alguien que no eres. No soy modelo, ni me vendo por mi aspecto físico. A mí me gusta posicionarme y que me reconozcan como cantante y actriz. Cuando hago un vídeo clip y debo aparecer de cuerpo entero me mentalizo para hacerlo. Es algo que me cuesta y no es fácil mostrarte así. Pero lo hago y si el resultado es verme un poco sexy lo acepto; pero incluso esa imagen es mía, es lo que yo puedo demostrar y no lo que la sociedad o la cultura pop me exige.

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Hablemos de música, ¿cuál es tu estilo?

Hago rock-pop. Ese es mi momento actual pero no estoy cerrada a eso. Quizá en unos años haga algo de baladas… Empecé mi carrera profesional como cantante ante el público hace dos años. Es poco tiempo, pero el lanzamiento de mis tres sencillos ha ido muy bien. También soy compositora, aunque realmente comencé interpretando covers.

¿Desde cuándo quisiste ser cantante?

A los seis años ya estaba en coros, luego estuve en la Academia Arte´n3 y hacíamos shows musicales de Navidad. Así crecí. Estudié en el Colegio Menor y en esa época ya me vinculé a la banda. Tenía claro que quería que esto fuera mi vida profesional.

Debe influir mucho ser parte de una familia artística…

Definitivamente. Pero también sabes que no es fácil, hay momentos altos y bajos. Es difícil vivir de la música y el teatro, pero si tienes el ejemplo y apoyo de los tuyos que han sabido levantarse y salir adelante, pues con más ganas sigues. Mis papás han vivido de esto y siguen vivos…

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¿Qué heredaste de tu papá?

Todo lo musical. En ese aspecto mi papi influye en todo. Es poeta, él edita mis canciones y revisa todas las letras. Además, desde bebé he visto a mis tíos cantar. En mi rutina de niña estaba ir al estudio de grabación, estar en ensayos y conciertos, miraba cómo grababan y pensaba “yo también quiero”. Llevar el apellido Terán no es una responsabilidad, es un honor. Soy muy afortunada de pertenecer a esta familia, que además es muy unida y hemos hecho muchas cosas juntos. Siempre procuramos integrar ese talento que la vida nos dio.

¿Y de tu mamá?

El amor al teatro y mi talento como actriz vienen de ella. También crecí sobre las tablas viendo a mi mamá actuar. La veía tras bastidores y cuando ya estaba en escena me sabía todos sus textos. También pensé: “quiero hacer esto”. Cuando estuve en Arte n’3 ya teníamos algo de actuación y eso me sirvió para soltarme. En ese entonces yo formaba parte de la banda del Colegio Menor y no veía posible ser cantante y actriz. Pero me lancé cuando mi mamá me comentó que podía audicionar para el papel de Amy Warren en Las Brujas de Salem.

¿Fue especial ese papel para ti?

Muchísimo, sobre todo porque también fue el primer papel que mi mamá interpretó cuando ella tenía 17 años. Fue increíble. Tres meses de mucho trabajo porque tenía el colegio, la banda y los ensayos. Debo admitir que no fui la mejor alumna en ese entonces…

¿Qué tipo de teatro te gusta?

Con Las Brujas de Salem descubrí que me fluye muy bien la obra dramática. Me cuesta hacer comedia por ejemplo, pero he aceptado papeles de comedia porque representa un reto y hay que vencerlo. Después de Las Brujas de Salem hice Jesucristo Superestrella con mi familia Terán. Luego protagonicé ‘Te quiero muñeca’, ‘Monólogos de la vagina’ y hace poco salimos con la comedia musical ‘Para que no me olvides’.

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¿Es complicado trabajar con tu mamá?

No. Mi mamá y yo tenemos una relación espectacular. Somos sumamente parecidas y quizá eso hace que choquemos fuera del trabajo, pero en lo profesional nos va bastante bien.

Llevas tres sencillos, háblame de ellos…

‘Me voy’ fue el primero y es una canción romántica. Está inspirada en algo que viví con mi primer amor, que además fue una historia de varios años que terminó porque las circunstancias de la vida nos separaron. El segundo es ‘I Want You’ que es en inglés y no habla de alguien en específico, sino de que todos queremos algo en la vida. Todos necesitamos compañía: un amigo, una pareja, familia, mascotas… ‘Insomnia’, que es la tercera y la acabo de lanzar en noviembre, es una canción que escribí en una noche de insomnio. Habla de esos fantasmas que nos persiguen en la cabeza y de que debemos aprender a querernos como somos.

¿Te identificas con todas tus canciones?

Sí, porque son historias mías. Con I Want You hablo de lo que todos queremos, y con Insomnia reconozco cuánto me cuesta aceptarme como soy, querer a la mujer del espejo. Son retos y emociones que se convierten en canciones y las he trabajado con distintos productores. La primera fue con un productor de Los Ángeles, Víctor Luévanos; la segunda con Bastián Napolitano; y la tercera con Israel Brito. Cada una es un proceso de aprendizaje de la mano del productor.

¿Qué viene ahora?

Una vez que termine la obra comenzaré a enfocarme en mi cuarto sencillo. Algo que seguramente me puede tomar entre uno o dos meses.