Quito

Por: María Gracia Banderas

Entrar a la casa de Carmen Sevilla es encontrarse de frente con la autenticidad. Es saborear en cada detalle su calidez y alegría por la vida, es adentrarse en las inquietudes propias de una mente cuestionadora que analiza y busca respuestas.

Iniciar nuestra conversación es como empezar una aventura con interrogantes que han encontrado su respuesta a través del arte y de la sabiduría de una mujer que se atreve a mirar más allá de lo evidente.

Carmen Sevilla - Revista Clave!

Carmen se define a sí misma como una mujer práctica. “Ya no cargo equipajes pesados e inútiles, esos ya cumplieron su función. Ya no cuento los años que han pasado ni miro atrás más de lo necesario. Ahora, cuando alguien me pregunta cuántos años tengo, pienso en silencio y me digo, ‘los años que tengo no son los 60 vividos, sino los años que me quedan por vivir’. Sé que hacia atrás hay más tiempo del que tengo por delante, y esta reflexión me ha centrado para que los años que me quedan sean llenos de propósito, hobbies, familia y amigos queridos.

Fui madre y esposa; pero ahora me he convertido más en esposa que en madre, porque nuestros hijos ya no están con nosotros, son adultos, trabajadores y dueños de sus vidas”. Con esta reflexión se infiere que un día en la vida de la arquitecta y artista es todo menos aburrido.

Carmen Sevilla - Revista Clave!

Carmen no cuenta con una rutina diaria, pero su día a día gira alrededor de los intereses que actualmente ha puesto en la palestra. “Trabajo en cerámica 3 o 4 veces por semana. También doy clases en el taller Artefuego, que comparto con 8 socias talentosas y divertidas, donde la risa fluye libremente y las historias se montan una sobre otra. También tengo clases sobre espiritualidad, esto me llena de emoción por aprender y crecer interiormente”.

En el día no puede faltar el abrir las páginas de un libro y disfrutarlo en la comodidad de sus sillones. “Soy un poco dormilona, y a mis 60 años ya no corro a un gimnasio. Me gusta tomar mi desayuno sin prisa, leer la prensa, pelearme con los políticos, pero sin que ellos sean los protagonistas del resto de mi día”.

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La casa de la familia Pallares Sevilla está ubicada en Miravalle y fue diseñada por los arquitectos Banderas Vela. “Vivo aquí desde que me casé. Miravalle fue construido por Semaica, compañía de mi papá, Gonzalo Sevilla, y fue una urbanización que nació con una idea de avanzada, porque hace 36 años pocos pensaban en vivir fuera de la ciudad. Esto permitió que mi vida sea más tranquila, que mis hijos salgan a la calle a montar bicicleta, a patinar y mezclarse con amigos mientras yo los miraba con ojos muy atentos. Me encanta la cercanía de estar a 15 minutos de Quito y a 10 minutos de Cumbayá. La ubicación es fantástica”, señala.

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“Le tengo un especial aprecio a la casa porque mi papá la construyó con la mejor técnica y materiales para que supere el paso del tiempo. Cada vez que la tierra tiembla tengo paz, porque confío plenamente en su construcción sismo resistente”. No es una casa pretenciosa, señala Carmen, “fue hecha con amor, para que nuestra familia íntima tenga un hogar”.

Con el paso del tiempo se han realizado adaptaciones internas de acuerdo a las necesidades de la familia. “Tengo dos hijos varones que tienen una diferencia de 5 años entre ellos, y a una determinada edad decidí que ya no quería cuatro dormitorios, quería dejar la casa con dos dormitorios grandes. Mi idea era que esta nueva distribución brinde a mis hijos la oportunidad de ser hermanos muy unidos, conviviendo en un espacio en el que la confidencia y los intereses personales se junten, y donde el cariño, la tolerancia y el respeto sean lecciones diarias que puedan recordar de esos años de compartir tan cercanamente”.

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La casa está llena de recuerdos. La cocina era el lugar de donde salían esos atractivos olores que anunciaban la hora de comer un delicioso pastel de coco o chocolate, galletas de avena y demás manjares. “Ahora mi marido también le ha tomado gusto a la cocina, y entre los dos los fines de semana preparamos distintos platillos propios del antojo del momento. Diría que ese es uno de los espacios preferidos en mi casa”.

Carmen Sevilla - Revista Clave!

El subsuelo fue adaptado para que sus hijos pudieran jugar billar, escuchar música y reunirse con “sus jorgas”. La casa siempre acogió a todos esos amigos que la llenaban de aventuras y ruido. “Una pared tenía las marcas de los centímetros de altura que cada uno tenía según su edad; las hemos pintado, y eso, más el silencio que ronda en mi casa, me dice que una época ya se terminó”.

Carmen nunca quiso una casa llena de colecciones ni objetos de alto valor, quiso siempre vivir en aquel lugar que fuera sinónimo de hogar. “Nuestra casa es como un ‘fuerte’ donde hicimos familia”.

Carmen Sevilla - Revista Clave!

En el futuro se ve habitando un lugar donde los niveles no existan, donde la vejez llegue con ventanales llenos de luz y calor, donde la cocina sea parte integral de la vida diaria. “Como arquitecta que soy, pienso que las casas o departamentos tienen que responder a la necesidad personal de quién los adquiere. Cuando esta necesidad cambia, hay que pensar en la posibilidad de modificar o adquirir algo que se acomode a las nuevas circunstancias de la vida. Decir adiós a una casa donde sucedieron tantos momentos importantes es desafiante, pero renovarse es necesario para enfrentar nuevas realidades”.

Y respecto a los espacios favoritos de la casa de Carmen, “quisiera contestar tal vez mencionando los que ya no son mis favoritos, y son aquellos en los que deambularon nuestros hijos y que eran sus dominios. Sueno un poco nostálgica, pero eso es lo que siento”, señala mientras sonríe. El jardín merece mención especial, pues es “viejo y maduro, y nos encanta el sonido del agua que mantiene a nuestros peces Koi en buen estado”.

Sin embargo, hay un detalle que hace a este espacio único: la disposición de esculturas de autoría de Carmen. Todas referentes a variadas temáticas pero que acentúan el hecho de estar visitando su casa.

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Estuvo inmersa, desde pequeña, en un mundo rodeado de manifestaciones artísticas. “Mis papás tenían una gran biblioteca que se llenaba poco a poco con novelas y libros de arte, construcción y arquitectura. Ellos viajaban mucho y traían libros de los museos que visitaban. En mi niñez, el arte fue una disciplina que mis papás me ofrecieron para que desarrolle un hobby artístico. Empecé pintando a carboncillo, luego acuarela y óleo, y creo que esos conocimientos me dieron la apertura para que me interese por otras técnicas. En mi adolescencia me dediqué al ballet, y luego incursioné en pintura sobre porcelana, la cual me acompañó hasta que tuve mi primer hijo”.

Carmen se graduó de arquitecta en la Universidad Central en 1981. “La arquitectura desarrolla también el gusto por el arte ya que el diseño de espacios bellos, cómodos y funcionales responde a una sensibilidad entre arquitecto y cliente que va también orientado hacia lo estético”.

Carmen Sevilla - Revista Clave!

Hace 16 años se involucró con la cerámica gracias a la invitación de su madre al taller de Patricia León. “Fui por curiosidad, pero terminé enganchándome fuertemente con la arcilla. Ha sido un camino no solo dentro del arte y las bondades de la arcilla, sino un camino interno para contestar, afirmar o derogar ideas preconcebidas. Cuando tomo un pedazo de arcilla generalmente ya tengo una idea clara del tema en el que quiero incursionar. Estas ideas vienen con títulos sobre la obra que voy a realizar, lo cual me ayuda a que la pieza transmita lo que estoy cuestionándome, para, a través de ella, obtener respuestas. El arte, y específicamente la arcilla, me han servido para tener momentos de reflexión, practicar meditación activa y sincerar mi yo interno”.

Carmen Sevilla - Revista Clave!

La temática de las esculturas de Carmen es, en su gran mayoría, sobre el ser humano. “El hombre y su complejidad me invitan a analizarlo una y otra vez, entenderlo y entenderme es parte de mi camino. Es a través de la escultura donde encuentro respuestas a mis interrogantes: ¿qué función tiene la sociedad, qué camino es el mío propio, qué me dicen mis pensamientos, son estos pensamientos sanos, están estos pensamientos a lo mejor oxidados de ideas heredadas mas no constatadas, quién soy? Mi arte es muchas veces confrontativo”.

Carmen utiliza arcilla papel y alega que la eligió hace muchos años, porque quería incursionar en esculturas de gran formato, “y esta arcilla tiene una buena estructura para lograr este propósito”. Sus esculturas pueden ser colocadas tanto en interiores como en exteriores. “La arcilla con la que trabajo está cocida a 1.230°, de tal modo que su dureza resiste los cambios de temperatura”.

Las esculturas de Carmen no tienen fines comerciales, por el contrario, pretende que provoquen una reflexión. “El arte no decorativo habla por sí solo, no está para complacer ni para pasar desapercibido. El arte tiene que ser lo suficientemente bueno para que te llame y te invite a hablar de aquello”, concluye.