Rosa Cristina Laureiro
QUITO

Por: María Gracia Banderas
Noviembre-Diciembre, 2015

Al mirar con atención el flujo de la vida, es imposible no notar que si hay algo constante es el cambio. Todo está en eterno movimiento y el ser humano que no se reinventa constantemente, quien no se enfrenta a nuevos retos, quien no desarrolla nuevas habilidades, quien no se atreve a mirarse cara a cara con sus pasiones, envejece. Pero no de una manera física, el alma enmohece y pierde esa sazón que permite que su sonrisa tenga esa chispa cautivante, ese algo más…

Y es justamente ese algo más lo que me ha cautivado en esta entrevista. Es el atreverse a desafiar a lo convencional, y permitir que un todo converja armónicamente en una forma de ver la vida que contagia de buen ánimo, e invita a atreverse a mirar más allá.

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Rosa Cristina Laureiro

La armonía, en esta ocasión, juega un papel determinante en el hábitat de la arquitecta Rosa Cristina Laureiro, uruguaya de nacimiento pero ecuatoriana por convicción y por los años que lleva residiendo en el país. La arquitectura moderna es su tendencia, sin embargo procura darle un toque ecléctico acompañando sus obras con piezas de variados estilos. Lo suyo no es “lo moderno minimalista, sino moderno contemporáneo”. Lo suyo es… lo suyo.

Casi 400m2 conforman el hogar de Rosa Cristina. Revestimientos de madera en las paredes, piso de Chanul en áreas sociales, tonos neutros y amplios ventanales forman parte de la personalidad del ambiente. “El vidrio es muy decidor y da la idea conceptual de lo que busco transmitir. El edificio en sí tiene curvas interesantes, se trató de buscar un poco la sensación de vértigo cuando te aproximas a las aristas, por lo que las aperturas no están tan controladas con barandas sino que se puede sentir la posibilidad de lanzarse un poco al vacío, visualmente hablando”.

Rosa Cristina ha utilizado iluminación led en la mayor parte del departamento. El blanco en paredes hace posible que resalten elementos como el mármol y la madera, además de las distintas plantas colocadas en la mampara de vidrio que aportan con la sensación de jardín al departamento.

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Ella es una profesional que deja mucho de su personalidad en su obra. “Mis casas en general son muy, muy abiertas, tienen proyecciones hacia lugares donde pueden ser vistas desde el exterior, sin que esto quite privacidad. Me gustan las aperturas de piso a techo, trato de no usar ventanas chicas. Mi concepto arquitectónico involucra sustentabilidad, no lo ecológico, sí una arquitectura sustentable para el ser humano, que elimine la sensación de que una vez que ingresaste a tu casa, quedas aislada de la naturaleza o de tu entorno, sino que sientas que sigues siendo parte de él”.

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Lo mencionado refleja esa línea de conección muy tenue que la arquitecta procura mantener entre el interior y el exterior. Su vivienda es vivo reflejo de aquello, “este departamento tiene una proximidad visual muy evidente con el exterior, y no me molesta para nada. Parte de la modernidad es vivir muy hacia afuera, sobre todo con respecto a la vida social, mientras que la parte privada es más controlada. Difiero con ese cerramiento que se usa mucho en Ecuador, ya sea físico o visual, me gusta hacer el espacio mucho más permeable con el entorno”.

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Rosa Cristina es en sí una amante de la belleza y de lo estético, para ella los detalles en la vida conjugan un todo. Por ello, no solo advierte el buen vivir en la expresión de su profesión, sino que ha destinado gran parte de su vida a desarrollar otras habilidades, entre ellas las culinarias. “La vivienda es parte básica del ser humano, necesitamos la protección de un techo y otra muy importante es la comida. Es como compaginar dos necesidades esenciales”.

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El buen vivir involucra detalles y ¡por qué no incorporarlos a la mesa! “Que no se trate de comer por comer, sino de comer en un buen ambiente y en buena compañía”.

“Soy una persona a la que le gustan muchas cosas, no creo que tienes que limitarte a que si algo te gustó en algún momento, deberás hacerlo para toda la vida. La estética y el bienestar se pueden plasmar en la comida, en la arquitectura, en el vestir, en el vivir, en el deporte…”

Rosa Cristina es también una viajera incansable. Está constantemente moviéndose por las principales metrópolis, New York por ejemplo, y es en estos espacios en los que aprovecha para nutrirse de arte, nuevas ideas y sobre todo enriquecerse en el compartir con personas cuyas formas de pensar son muy diversas. “Viajar es una gran oportunidad para abrir la mente, no solo se trata de ver la pared de un museo y regresar al hotel; la clave está en interactuar con otras personas, saber qué es lo que sucede en el país, qué lugares frecuentan, qué intereses tienen”.

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Y es en este marco que da cabida a una de sus tantas habilidades: la cocina. “La comida es una excelente forma de involucrarte con la cultura de un lugar. El viajero no siempre está esperando la experiencia vernácula o folklórica; somos una comunidad mucho más modernizada y contemporánea…”

Para los próximos meses, esta gran mujer que se caracteriza por ser multi facética, nos sorprenderá con un servicio fuera de lo común. Los residentes o turistas, por el momento de Quito, tendrán acceso a una página web que ofrecerá lo que se conoce a nivel internacional como meal surfing, una nueva tendencia en la que la experiencia gastronómica es vivida en casas particulares, a cargo del anfitrión del hogar, que es quien se encarga de cocinar y de hacer sentir en casa a sus comensales. Lo interesante de este tema es que la mayor parte de asistentes no se conocen entre ellos, por lo que, sobre todo para extranjeros, es una excelente manera de inmersión social y de lograr una interrelación comunitaria.

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En esta página web, los anfitriones publicarán fotos del lugar en el que se acogerá a los visitantes, de la comida que prepararán, y por qué no, de ellos mismos. Ahí se definirá el tipo de experiencia que se brindará, por ejemplo si se trata de un almuerzo de comida mexicana cuya especialidad son los tacos, o de un té cuyo bocadillo principal será un delicioso crème brûlée hecho en casa; incluso se pueden ofertar clases de cocina. También son los anfitriones quienes decidirán el tiempo que dure el encuentro, el lugar, la gente que se pretende que asista, el precio, etc. El trabajo de Rosa Cristina consistirá en evaluar si el lugar que ofrece el postulante a anfitrión cumple con determinados estándares de limpieza, servicio y calidad.

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La dinámica entonces, consiste en que los usuarios que quieran formar parte de tal o cual experiencia se registran a través de la web y así se van llenando los cupos de los asistentes. El pago por la comida se realizaría directamente al anfitrión de la casa. Sin duda, una experiencia fuera de serie.

Como si fuera poco, Rosa Cristina, cuyas habilidades gastronómicas son remarcables, ha incursionado con su propia marca de mermeladas y ensaladas hechas a base de Kale, o mejor conocida como col rizada. La marca que ampara a esta línea es RCL Food Creative, cuyo objetivo es ofrecer comida exquisita pero al mismo tiempo saludable. Estos productos son ofertados a domicilio y bajo pedido; en Facebook a través de la fan page RCL Food Creative o vía telefónica al 099 973 8369.

Al hacer un recuento de la conversación con ella, no puedo hacer más que elogiar la pasión con la que emprende cada nueva experiencia a la que se dedica. Es por su forma de ver la vida, de enfrentar los cambios, y de dar ese sentido al día a día, que esta arquitecta ha conseguido ser una excelente y aclamada profesional. A la par, es un ser humano con un sinnúmero de experiencias que aportan y enriquecen a quienes están a su alrededor.