Época de grandeza en México

Por Soraya Constante

La arquitectura del Porfiriato en México no es solo un testimonio de la ambición de modernización y el deseo de grandeza de una era, sino también un espejo de las complejas emociones históricas de ese tiempo. Cada edificio y cada avenida construida durante este período reflejan una dualidad emocional: por un lado, el orgullo y la admiración hacia el progreso y la elegancia europea, y por otro, la nostalgia y la resistencia ante la rápida transformación y la influencia extranjera.

Estas estructuras son más que simples piedras y mortero, son símbolos vivientes de una época de esplendor y contradicción, encapsulando la lucha entre la modernidad y la tradición, entre la adopción de lo foráneo y la conservación de lo autóctono. En su majestuosidad y su eclecticismo, la arquitectura del Porfiriato evoca no solo admiración estética, sino también una profunda reflexión sobre la identidad y el curso de la historia mexicana.

La Ciudad de México alberga muchas joyas arquitectónicas que datan de un período controvertido: el Porfiriato, que abarcó desde 1876 hasta 1911. El dictador Porfirio Díaz impulsó su presidencia bajo el lema: “Orden, paz y progreso”. Este período se caracterizó por la búsqueda de modernización y progreso, reflejándose en la arquitectura a través de la influencia europea, la modernización y urbanización, el impulso a la infraestructura y transporte, y la construcción de edificios emblemáticos en los que, además de la estética se puso énfasis en la funcionalidad a través de la introducción de nuevos materiales y técnicas de construcción.

México es la suma de muchas ciudades del pasado. En una de las esquinas del Zócalo se pueden ver los vestigios de la gran Tenochtitlán, que fue sepultada por la ciudad virreinal del siglo XVI. Esa ciudad de los mexicas empezó a resurgir hace 45 años gracias a los trabajos subterráneos del metro.

Las dos pirámides que constituyeron su principal adoratorio están junto a la Catedral Metropolitana que fue construida para afianzar el poderío de la Nueva España. A partir de aquí todo es colonial. La catedral y los edificios aledaños como el Palacio Nacional, edificado para Hernán Cortés y sus soldados más fieles, guardan los estilos gótico, barroco, churrigueresco y neoclásico de la época. Pero la advertencia para el visitante es no meter todo en el saco de lo colonial.

Durante el mandato de Porfirio Díaz, México recibió una gran inversión extranjera, principalmente de Europa, lo que propició un auge en la construcción y la arquitectura. Existen dos estilos muy marcados en las edificaciones de aquella época: Art Nouveau, tendencia que surgió a finales del siglo XIX y se extendió hasta principios del siglo XX, y Art Decó, que nació en la década de 1920 y mantuvo su popularidad hasta los años 40.

Uno de los arquitectos más destacados de esos años fue el italiano Adamo Boari, encargado de diseñar el Palacio de Bellas Artes. Esta majestuosa obra, iniciada en 1904 y finalizada en 1934, combina elementos neoclásicos y Art Nuveau. Su construcción no estuvo exenta de desafíos técnicos, como el hundimiento del suelo sobre el que se erigía, lo que requirió una proeza ingenieril que precisó de un anillo de acero para enderezar la estructura.

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Palacio de Bellas Artes , Ciudad de México / Fotografía: Xavier Quetzalcoatl Contreras Castillo.

El eclecticismo fue una característica distintiva de la arquitectura del Porfiriato, resultado de la combinación de diversos estilos estéticos según la influencia de los arquitectos que fueron contratados por las élites para construir sus espacios.

El Porfiriato, además, refleja un período de modernización y desarrollo en México, donde la infraestructura productiva, como caminos, puertos y ferrocarriles, experimentó una renovación sin precedentes. Los edificios no solo son testigos de una época de esplendor, sino también símbolos de la transformación que vivió el país en aquel entonces.

La arquitectura del Porfiriato no solo enriqueció el paisaje urbano de la Ciudad de México, sino que también narra una historia de ambición, innovación y cambio en la historia de México. Además del edificio de Bellas Artes, que a veces no se incluye dentro del Porfiriato porque se inauguró luego de la caída de Díaz, hay otros edificios de esta época dignos de visitar:

Palacio Postal

Las obras comenzaron en 1902 en el centro de la Ciudad de México y duraron cinco años. El proyecto y diseño del edificio también fue obra del italiano Adamo Boari. El edificio tiene cuatro niveles y es de arquitectura ecléctica. Para su cimentación se utilizó una losa de concreto corrida con un espesor promedio de 70 centímetros y una estructura de viguetas de acero con un peralte de 21 pulgadas en ambos sentidos.

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Fotografías: www.admagazine.com
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Edificio Boker

La obra, inaugurada en 1900, se encuentra en la esquina de las calles 16 de Septiembre e Isabel La Católica del Centro Histórico de la Ciudad de México. El diseño corrió a cargo de los arquitectos De Lemos y Cordes, de Nueva York. La construcción duró 16 meses y tuvo lugar sobre una superficie de 2.215 metros cuadrados. La fachada está hecha con cantera mexicana, tipo Chiluca de Real del Monte, labrada y tallada en la obra.

Palacio de Minería

Construido entre 1797 y 1813, este magnífico edificio también del Centro Histórico es un ejemplo destacado de la arquitectura neoclásica en México. Durante el Porfiriato, fue restaurado y renovado para albergar la Escuela de Ingenieros, lo que le otorgó un nuevo esplendor.

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Fotografía: escapadas.mexicodesconocido.com.mx

Palacio de Chapultepec

Situado en el Bosque de Chapultepec en la Ciudad de México, este palacio fue originalmente construido como residencia imperial durante el reinado de Maximiliano I de México. Durante el Porfiriato, se convirtió en la residencia oficial del presidente Díaz y fue objeto de varias renovaciones y ampliaciones.

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Fotografía: www.tripadvisor.cl
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Fotografía: www.elsoldemexico.com.mx
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Fotografías obtenida insolitours.travel

Edificio de la Secretaría de Educación Pública

Diseñado por el arquitecto italiano Silvio Contri, este edificio es uno de los ejemplos más destacados del estilo art nouveau en México. Ubicado en el Centro Histórico de la Ciudad de México, alberga la Secretaría de Educación Pública desde su inauguración en 1911.

El régimen de Díaz es polémico porque se basó en un sistema político centralizado y controlado por un grupo reducido de élites, que mantenían el poder a través de elecciones manipuladas y una represión sistemática de cualquier disidencia. Aunque se lograron avances en infraestructura, educación y modernización, estos beneficios no fueron equitativamente distribuidos y la desigualdad social aumentó considerablemente durante este período.

El Porfiriato llegó a su fin con la Revolución Mexicana, un movimiento social y político que derrocó al gobierno autoritario de Díaz y trató de implantar una mayor justicia social, reforma agraria y democratización política. La Revolución Mexicana estalló en 1910 y condujo a la renuncia y exilio de Porfirio Díaz en 1911, marcando el fin de su régimen y el comienzo de una nueva era en la historia de México.