Por: Paola Vallejo

Marzo – Abril 2013

Casa Guitiérrez – Navarro

Mónica Navarro es una mujer multifacética. Desarrolló su carrera en la banca de inversión, actividad que mantiene hasta la actualidad como asesora de portafolios para una institución internacional. Paralelamente, a raíz de la crisis financiera a final de los noventa, emprendió un negocio propio: Aqua Spa, establecimiento pionero en su género, donde se ofrece una gama de alternativas de bienestar a sus clientes.

En la casa de Mónica y Santiago cabe toda su vida, la de una pareja contemporánea que ha fundado una familia ensamblada. Mónica es madre y abuela joven, tiene tres hijos empezando la vida adulta: Juan Fernando de 26 años estudió hospitalidad y fundó recientemente su propio negocio de catering, Camila de 24 es una artista innata, y Bernardo de 18, quien desde la infancia ha cosechado logros en motocross. En los últimos años el motociclismo ha llevado a la familia, con Mónica a la cabeza, a recorrer Ecuador y compartir los desafíos de las competencias internacionales. Su nieta Rafaela ha sido parte de esta aventura desde pequeña.

El uso del color es un recurso fundamental, escogió rojizo atenuado para la fachada y los muebles.

es un recurso fundamental. Escogió un rojizo atenuado que está presente en la fachada principal por su calidez y vitalidad. También le apostó al negro por su elegancia para los pisos de cocina y área de servicios.

Una casa cómoda donde compartir la vida familiar fue la motivación inicial para la casa de Mónica Navarro Bodenhorst y Santiago Gutiérrez Vivero.  La generosidad en los espacios fue un punto decisivo al momento de concebir este proyecto familiar, ubicado en el Valle de los Chillos.

Habían proyectado su hogar en la zona de Puembo, pero les preocupaba que la construcción se quede atrapada con poco jardín, un espacio vital para Mónica. Esa necesidad de contar con mayor extensión de terreno giró sus planes hacia el Valle de los Chillos donde el precio de la tierra era significativamente más conveniente.

Finalmente construyeron su casa en las faldas del Ilaló, entre San Rafael y El Tingo, en Huertos Familiares del Valle, un tanto alejado del epicentro de los Chillos. Cuando iniciaron el proyecto, hace unos siete años, el sector no tenía vocación habitacional, y aún predominaban las quintas de fin de semana. Lugares que tradicionalmente pertenecían a familias del norte de Quito, que con el tiempo fueron estableciéndolas como residencia permanente.

En este terreno de 3.600m2 se construyó su vivienda de 660m2. El área del lote determinó la propuesta arquitectónica de una casa de una sola planta compuesta de dos grandes alas que se despliegan en forma de L, a lo largo y a ancho del terreno, delimitando las zonas verdes.
Estar adentro o afuera son situaciones relativas. Los ambientes del jardín pueden ser tan acogedores como estar en una de sus habitaciones; y, desde el interior, la transparencia da paso a las experiencias del jardín sin casi imponer barreras. Este maridaje entre paisajismo y arquitectura es el logro compartido de Mónica Bodenhorst y Carlos Fernando Navarro Flores, esposos, profesionales de amplia trayectoria, y en este caso, padres de la dueña de casa.

EXTERIORES CON PAISAJISMO

La casa no es una obra aislada, cobra sentido al insertarse en el paisajismo de Mónica Bodenhorst. Crear este jardín fue el regalo de matrimonio para su hija. Esta ambateña de origen europeo, con una trayectoria destacada en el diseño de jardines, ha logrado crear distintos ambientes donde con facilidad se pierde la conexión con el exterior. Su punto a favor es que aprovecha de las bondades climáticas del predio.

El jardín abraza la vivienda desplegando una diversidad de tonalidades en sus distintas fases al rodear las áreas de la casa. El color y la vitalidad, preferencias de Mónica hija, se materializan en las acacias, los jazmines, las veraneras, y otras de las flores seleccionadas con la sensibilidad de Mónica madre.

La composición de plantas convive en armonía y gran naturalidad. Resulta difícil entender cómo llegaron todas estas especies botánicas a este lugar. “Algunos de los árboles ya estaban en el terreno”, cuenta Mónica. “Pero además, mi mamá trajo otros recuperados de lugares donde iban a morir”.  El crecimiento de los árboles ha marcado la historia de la casa, y actualmente sus hojas y ramas han creado una cortina de protección con el exterior.

La zona principal del jardín se extiende en forma de un gran rectángulo, flanqueado por el área social y lateralmente, por el ala privada. A un costado está el estanque, dónde el arquitecto había identificado un ojo de agua natural durante la construcción, que lo aprovechó.

Rodeado de vegetación, un sendero escondido permite recorrer el área posterior del estanque como parte de la experiencia vital del jardín. Invita a mirar los peces, escuchar el correr del agua, y percibir el aroma a lavanda…
Al otro lado del jardín, una serie de piedras de río gigantes de la Amazonía se ubican en secuencia gradual y marcan el balance. Como un área más austera, de silencios rítmicos, desde donde puede apreciarse la geometría limpia de la fachada en primer plano, con la silueta triangular del monte Ilaló detrás.

Hacia el extremo del comedor, una pequeña pileta remata el volumen arquitectónico y el agua marca un límite entre la casa y un espacio más cerrado del jardín.

Frente a la cocina está la huerta que Mónica personalmente ha construido. “Es un lugar fundamental para mí”, cuenta. “Me permite trasmitir tradiciones y enseñar a mis hijos a sembrar lo que van a comer”. La variedad de productos de esta huerta incluyen hortalizas, frutas y hasta hierbas aromáticas, como cedrón para la infusión fresca que ofrecen a sus visitantes. El árbol de higo está cargado, junto al aguacate, y los frutales de cítricos, el níspero y muchas otras plantas útiles que la familia emplea diariamente.

INTERIORES CONTEMPORÁNEOS

El proceso de diseño fue un trabajo muy cercano entre Mónica y su padre, el arquitecto Fernando Navarro. El programa arquitectónico debía responder a las necesidades de una familia ensamblada con cinco miembros.

Es una casa de línea moderna que rescata algunos elementos clásicos, compuesta de tres áreas diferenciadas: social, de servicios y privada. Del hall de ingreso, amplio y transparente, se desprenden dos alas, social y privada.
La nave principal, de un solo cuerpo y doble altura, abarca el área social. Una cubierta inclinada de un solo lado revela su estructura de madera empernada. A esta estructura está adosada el área de servicios, y al otro costado del salón se extiende una terraza apergolada, que juega como una extensión del área social semi abierta como transición al jardín. Además, se adjunta una estructura adicional donde está la sala familiar y el gimnasio.

En contraste, el área privada tiene una cubierta de losa plana. Cuatro dormitorios y un jacuzzi se ubican de forma secuencial conectados por un corredor posterior. Las habitaciones de los hijos miran al jardín frontal, mientras que el dormitorio principal y jacuzzi se orientan al extremo del jardín posterior.

El estilo de decoración de Mónica no abusa de los accesorios. Ella ha sabido escoger los elementos más significativos para darles peso en el  espacio. Lo que tiene importancia se hace evidente: la pintura de su abuela Minne, su colección de espejos, la virgen de Guadalupe, velas gigantes de muchos colores en el jacuzzi. Cada uno de los elementos que seleccionó guarda total armonía sin recargo visual.

“Monica es un vivo ejemplo de la tenacidad y el perfeccionismo” dice Santiago sobre su esposa. Su protagonismo se evidencia en la consistencia que guardan todos los espacios de la casa. Ella tomó elementos geométricos de la arquitectura, para repetirlos sutilmente en el mobiliario de la casa, con sus puertas de armarios tipo persiana y respaldos de sillas de listones de madera.

Gran parte de los acabados de la casa, y luego, de sus muebles y decoración, son ecuatorianos. Orgullosamente, Mónica ha encontrado infinidad de proveedores locales que ofrecen excelente calidad. A excepción de algunos equipos de la cocina, elementos como el porcelanato y la grifería son productos nacionales de sus líneas de lujo. Muchos de los muebles vienen de almacenes que fabrican a la medida, con pocos insumos importados como los tapices.

En la iluminación combinó una serie de opciones, incluyendo dicroicos, claraboyas, reflectores y luces de pared. Además, la transparencia de la casa hace que la luz natural sea otro recurso de iluminación, proyectando sombras geométricas de la losa de hormigón del hall principal en el piso.

En el área privada, cada uno de sus hijos decoró a su gusto su habitación. Para Bernardo los colores, y un espacio para sus trofeos de motociclismo; para Juan Fernando la sobriedad del negro y la fotografía de paisajes; para Camila, el árbol de gran vitalidad que surgió desde su propia inventiva y talento cuando tenía 18 años.

Santiago y Mónica están acostumbrados a la ubicación de su casa, la misma que les parece conveniente. Incluso mientras los niños estudiaban en Cumbayá, el traslado diario fue descomplicado.

Con los años y a medida que ha incrementado el tráfico, Santiago ha desarrollado sus estrategias de desplazamiento por la autopista para ir a Quito, mientras que Mónica se sigue desplazando sin dificultad por la Intervalles hacia Cumbayá, donde está Acqua Spa.

Antes dependían de Quito para abastecerse, pero en los últimos años el desarrollo comercial del Valle de los Chillos les ha facilitado muchas de sus necesidades. Hay mejores opciones para las compras regulares, para el entretenimiento con la presencia de algunos de los restaurantes y panaderías populares de Quito, y hasta una oferta amena de teatro.

Esta casa le ofrece espacio suficiente para cada uno de los miembros de la familia. El jardín es el universo de descubrimientos para la pequeña Rafaela, la nieta de Mónica, que cuida a sus conejos y va conociendo las plantas, y también el lugar preferido de descanso para Romelita, la abuela de Santiago que se siente como en un hotel.

Mónica ya no concibe su vida en otro lugar. A pesar de que la zona rápidamente se está poblando con proyectos multifamiliares, su casa es un cosmos hacia adentro.  En Los Chillos el clima es inmejorable y el entorno es muy relajado sin ningún tipo de presiones sociales. Al menos, mientras viva en este país, no encuentra que haya un lugar mejor para gozar de lo que concibe como calidad de vida.

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