Un refugio donde habita el recuerdo
Por Caridad Vela
Fotografías cortesía de Lucas Fernandes Arquitetos
Enclavada en el corazón rural de Itajobi, São Paulo, Casa EL es mucho más que una vivienda restaurada, es una declaración arquitectónica sobre el poder de la memoria, la identidad y la pertenencia. Diseñada por Lucas Fernandes Arquitetos, esta residencia originalmente construida en 1964 dentro de una antigua plantación de café, fue intervenida con una sensibilidad que honra tanto su contexto natural como las historias personales de quienes hoy la habitan.
Un simple ejercicio de restauración se convirtió en un homenaje a la sencillez rural, al diseño consciente y a la integración emocional con el entorno. La transformación se desarrolló en diálogo constante con la naturaleza, los materiales originales y, sobre todo, con el alma de una pareja de jubilados que deseaba reencontrarse con su origen en un espacio de paz.

No es una representación arquitectónica que habla alto, es un suave susurro que nos recuerda que habitar también es recordar. Es un ejemplo elocuente de cómo la arquitectura puede conectar generaciones, respetar el entorno y transformar lo cotidiano en trascendente. Es el arte de redibujar espacios sin borrar su historia, es la posibilidad de una continuidad amable entre lo que fue y lo que puede ser.
En tiempos donde la velocidad y lo efímero marcan el ritmo de la vida, proyectos como este invitan a detenerse, respirar y mirar hacia dentro. Lo valioso no es lo que los ojos miran, sino lo que provocan: el deseo profundo de volver al origen, de habitar con sentido, de vivir con memoria.

¿Cómo surgió la oportunidad de intervenir esta residencia construida en medio de una antigua plantación de café?
La casa ha pertenecido a mi familia durante generaciones. Cuando llegamos al solar nos encontramos con una casa abandonada, con su uso reducido a bodega. Conociendo a los propietarios y hablando con ellos nos dimos cuenta de lo importante que era esta casa para la pareja, principalmente por los antecedentes históricos de la familia, así que optamos por preservar la identidad de la casa, proponiendo únicamente mejoras basadas en su nuevo uso.

¿Cuál fue el principal desafío?
Al encontrarse en una en una zona rural como Itajobi, que está alejada de la ciudad, fue necesario crear un cronograma de trabajo y entender a fondo los procesos para que tanto la mano de obra como los materiales pudieran estar disponibles de antemano. Además nos preocupamos por preservar al máximo la vegetación existente, insertándola en el contexto del nuevo proyecto.

¿Como el árbol que está en el exterior?
El árbol de paineira tiene una gran importancia en la fachada, ya que su escala hace que se extienda sobre el tejado e incorpore su copa al conjunto, como si formara parte de la arquitectura. El entorno enmarca el volumen de la casa, y por ello todas las aberturas se diseñaron para llevar el paisaje al interior, para que se disfrutara desde todos los ángulos.

¿Cómo tradujeron la carga emocional en decisiones arquitectónicas?
Hicimos todo lo posible por aportar soluciones que valorasen tanto el contexto histórico cuanto la funcionalidad necesaria en términos de arquitectura, así como el uso de objetos de colecciones personales en el diseño interior. La casa original tenía problemas estructurales, había necesidad de hacer mantenimiento general de pintura, tejado y otros acabados, pero para preservar su identidad utilizamos el mismo tejado, proponiendo únicamente mejoras estructurales y una sustitución parcial de la carpintería utilizando las tejas existentes, además conservamos la textura rústica de las paredes.
¿El perfil de los actuales habitantes influyó en la distribución espacial?
Claro. Son una pareja de jubilados que quería disfrutar de la tranquilidad de una casa rural de una sola planta. Los dormitorios se concentraron en un ala para mantener la intimidad, en contraste con la parte social que está integrada y hace uso común de los espacios durante las reuniones con familiares y amigos. La cocina es el punto de encuentro de la familia, es el corazón de la casa, se integra con el salón, con el comedor y también con la zona del balcón gourmet, por lo que su uso forma parte de la experiencia de todos los que están alrededor.

¿Qué elementos se implementaron para lograr esa conexión?
La incorporación de la zona gourmet y la ventana pasante se diseñaron para integrar los espacios, aportando tanto a la experiencia culinaria como al encuentro humano, haciendo posible que los invitados participen en todas las fases del proceso de producción de la comida, que se hace en el elemento más destacado de este espacio – la cocina de leña- a la par que se mantienen conversaciones con los visitantes. Los residentes son personas muy sociables, les encanta recibir y cocinar para sus invitados.

¿Detalles del diseño interior?
El diseño interior se basó en la premisa de utilizar objetos que ya formaban parte de la colección de la pareja, muchos de ellos reliquias familiares, junto con elementos que se integraran con el paisaje y complementaran los ya existentes. De este modo fue posible crear una atmósfera de conexión entre el contexto histórico, físico y natural. Algunos elementos surgieron en el transcurso del proyecto y complementaron el conjunto, como la escultura de encaje fijada a la pared del comedor, que fue elaborada por la propietaria durante la confección de su ajuar.
¿Integrar objetos cargados de memoria para mantener la sensación de pertenencia?
La idea era dar un nuevo uso a objetos como el carro de bueyes o la mesa hecha de un tronco de la finca, que hasta entonces no tenían un uso específico, con el objetivo de aportar más afecto al espacio y añadirle diseño. Así, el carro de bueyes se transformó en una gran jardinera con helechos, todos plantados por el propietario y, al ser implantados en el carro de bueyes complementaron su función y añadieron atractivo estético. El mantel fue resignificado para convertirse en escultura, y añadió valor artístico a su uso dentro de un contexto familiar. Para la mesa del comedor utilizamos un tronco de madera de la granja que se transformó en mueble, donde el fragmento queda totalmente expuesto y trae recuerdos durante su uso.

¿Lograron equilibrio para mantener la funcionalidad sin perder el carácter emocional?
Aunque el proyecto tiene un gran peso emocional y todos los objetos aportan en la narrativa visual, el mobiliario se diseñó funcionalmente para que complemente el aspecto estético pero también tenga una función dentro del espacio, complementando su uso en la vida cotidiana. Así fue posible aportar este aspecto escultórico sin crear problemas funcionales durante el uso de los espacios.

¿Cuál fue la intervención más compleja desde el punto de vista técnico?
La casa data de 1964, fue construida toda con arcilla, por lo que tuvimos que proponer refuerzos estructurales en toda la estructura de la cáscara, especialmente en la abertura del comedor a la veranda. La materialidad se basó en la sencillez para contextualizar el proyecto con su entorno, utilizamos cemento, ladrillo, madera y vidrio, elementos naturales que se integran con el paisaje, reflejan la sencillez del lugar y ofrecen resistencia, durabilidad y rusticidad.

¿Qué representa para ustedes este proyecto dentro de su portafolio?
Tiene peso humano, traduce la esencia y la historia de los residentes sin descuidar el contexto arquitectónico y de diseño, en una combinación que da al proyecto una fuerza inigualable. Casa EL es la expresión del concepto de “significado”, es tan único y a la vez tan sencillo y cohesionado con el espacio, que nos hace reflexionar sobre lo que realmente importa y sobre el valor de un proyecto arquitectónico que respete el entorno, la historia de sus futuros residentes y la arquitectura sensible al lugar.

¿Tienen proyectos en marcha que continúen con esta línea enfocada en historia y vínculo con la naturaleza?
Actualmente, nuestra oficina está desarrollando otro proyecto que incluye la restauración de edificios junto con nuevas construcciones, pero preservando la arquitectura de la época. Este proyecto es para la Fazenda Santa Maria, situada en la localidad de Onda Verde – SP, Brasil. Te daremos la primicia.