Por: Irene Ycaza Arteta

Junio – Julio 2013

La diseñadora de zapatos con tiendas en Quito y Guayaquil; representación de su marca en Cuenca y Machala; y una recién inaugurada tienda en Alemania, nos recibió en su departamento en una urbanización cerrada de Urdesa. Además de su trabajo en el mundo del diseño de zapatos, con el que ha marcado tendencias y ha posicionado la calidad de mano de obra ecuatoriana, nos sorprendió por su carisma, espontaneidad, filosofía de vida, amor al arte, y una creatividad intrínseca.

Los zapatos toman un protagonismo importante en su vida. Nos recibió con un vestido azul que complementó con unos coloridos zapatos turquesa de su creación. Entramos a un departamento pequeño en un segundo piso, ideal para una pareja joven con dos hijos. Tres dormitorios, una cocina, y un espacio de sala y comedor, reflejan la refrescante personalidad de Ile Miranda. Admite que en esta casa puso su alma al decorarla a su manera. Por primera vez, no intentó encontrar un punto medio entre ella y su marido Emir.

Ella, amante del arte, la moda, y de personalidad relajada; él, su opuesto complementario: tatuado, biker, preocupado y amante del country. “Emir y yo somos muy diferentes. Antes buscaba decorar con cosas que nos identificaran a los dos y los resultados

eran horribles”, recuerda. “Así que cuando nos mudamos acá dije, esta casa es mía y la voy a decorar como a mí me gusta”.

En el corredor del área íntima hay lo que sería un aparador con nichos para adornos, pero Ile lo transformó en un closet tipo muestrario donde tiene sus 150 pares de zapatos perfectamente ordenados. Sandalias a un lado, tacones y plataformas en otro, y los flats al final del pasillo, todos diseñados por ella. Sirve como estantería para su pasión, pero también es una especie de showroom para las visitas.

Dominan en la decoración los colores neutros: blanco hueso, blanco antiguo, gris y negro. Una pared de piedra separa el área social de la casa con la más íntima. Muebles sencillos, comedor con juego de sillas blancas y negras, y una lámpara vintage que era de su madre, y que pintó de negro.

Los detalles son un juego de colores y accesorios. Los elementos no son similares en colores o texturas, pero están ubicados de tal manera que crean un ambiente ecléctico, uniforme, y a la vez muy acogedor. Una alfombra de pétalos rojos, un sillón verde con cojines peludos del mismo color, una mesa con adornos azules, dos candelabros, uno negro y otro blanco, florero turquesa y cuadros de varios colores colgados de las paredes.

“La decoración es mía. Práctica, simple y con un gusto distinto”, dice Ile con orgullo de lo que ha logrado en su hogar. “Me gusta lo moderno y los muebles franceses aplicados a mi gusto. Quiero que se sienta hogar, a pesar de lo moderno que es, no me gusta el minimalismo frío”.

Le encantan los cuadros, especialmente los de artistas independientes. “Tuve cuadros antes que casa o muebles. Los elijo porque me llegan, me causan sensaciones, no porque sean de un artista reconocido”. Su última adquisición es una fotografía de un árbol hecha al atardecer en el Camino de Santiago de Compostela, “Camino 010”, autoría de Jean Marc Manson, un artista con tres décadas de trabajo dedicados a la fotografía de moda quien publica regularmente en Elle, Vogue y VanityFair.

“La imagen del árbol me llegó. Cuando vi esta exhibición con fotos de famosas que él había hecho como Linda Evangelista y Kate Moss, lo que me atrajo fue una imagen solitaria al final de la sala. La gente me decía que por el valor que pagué podría comprarme tres carteras, pero sé que el cuadro me escogió a mí. Las 5:00 de la tarde, mi hora favorita del día; el Camino de Santiago, la peregrinación; todo tiene que ver con un proceso por el que estoy atravesando ahora”.

Su departamento está repleto de cuadros y todavía no encuentra un lugar para “Camino 010”, aunque tiene una idea. “Una de las cosas que quiero hacer en mi habitación es sacar el televisor. No me gustan los televisores, ni los microondas… pero tengo hijos y esposo que viven aquí también”, dice con la firme intensión de evitar estos elementos. “Hemos llegado a un consenso para hacer un mueble donde esconder la tele, con ruedas para ponerlo en la sala porque no lo quiero en mi cuarto. Probablemente donde ahora está la televisión irá la foto”.

En la mesa central de la sala hay tres libros. Dos son sobre la historia de los zapatos y uno del diseñador Alexander McQueen, de quien es gran admiradora. “Alexander McQueen es mi diseñador favorito, por eso compré ese libro. Admiro su estilo, es filosófico. Lo que él hace tiene siempre una historia, un propósito social”. Por él ha hecho una fila de tres horas para entrar al Metropolitan Museum of Art, en New York, para ver su exposición. “Es verdad que hace cosas dramáticas, pero son diseños muy conceptuales en su construcción”.

La sala comedor también hace de taller de creación para Ile. “Vengo a diseñar aquí, es un espacio donde puedo abrirme una botella de vino, sentirme tranquila y ponerme creativa”, dice. “En el taller me interrumpen, están los detalles de producción, la oficina y más. En mi casa está mi espacio”.

Junto a la mesa del comedor hay una serie de libros de Ecuador. Ile inspira todas sus colecciones en la cultura ecuatoriana. Estos libros, y sus viajes por el país, son su fuente de inspiración. “Me identifico mucho con Ecuador, con las calles del centro y los estampados de las ancianas. Me gusta mucho lo kitsch y la estética popular que luego aplico a mis diseños. Por los libros tengo acceso a los colores, las tradiciones, los paisajes, y las costumbres del país”.

Hace ocho meses viven en este departamento de alquiler. Urdesa antes, Urdesa hoy. Es un sector que les gusta mucho, sin embargo, cuando era joven soñaba con tener un departamento en el centro antiguo de la ciudad. “Viviría feliz con mi familia en el Cerro Santa Ana, pero no es práctico para los niños porque no tienen todas las seguridades del caso”, dice. “Hay unas casas increíbles, hay museos y vida nocturna abajo mientras la vida residencial está arriba”. El lugar práctico y seguro para ella y su familia es Urdesa.

Con su apretado ritmo de vida: clases, trabajo, creación de colecciones, hijos, marido, amigos, galerías de arte, encuentra todo lo que necesita en la zona. “Alquilo, pero quiero comprarme una casa en esta urbanización”, cuenta. “Hasta ahora mi marido y yo no habíamos estado de acuerdo en lo que

queríamos. Yo quería un departamento, él una casa. Yo quería una cosa simple que no lleve mucho mantenimiento, él un espacio con garaje para su moto”.

El estilo de vida de Ile ha cambiado desde que hace yoga, y por ello la idea de una casa propia se ha empezado a cocer las noches en casa. “Con mi marido hemos encontrado un punto común para tener una casa con huerto para mí, y un garaje para su moto”, admite. “Me ha dado esta nota por tener el tipo de vida de ama de casa, por las plantas, la vida de hogar y las compras en el supermercado, que antes no hacía”.

Su próximo proyecto es convertir la terraza de su edificio en una especie de roof top, como los que hay en los departamentos de New York. Un huerto, tumbonas y varias plantas para disfrute de todos los inquilinos. “Desde lo alto de mi edificio se puede ver toda la ciudad, es lindísimo”, dice. Lo conceptualiza como un espacio propio de retiro, porque en Guayaquil le hace falta el contacto con la naturaleza. “Yo vivo el ahora. A pesar de que esta casa no es mía, es alquilada, es lo que tengo ahora, y pueden pasar muchas cosas antes de comprarme una. De momento tengo una idea de lo que quiero: un huerto, plantas y flores, y es lo que voy a buscar”.

En su balcón ha sembrado orquídeas, rosas, y algunas plantas. Unas se han dado, otras no, pero han atraído a colibríes y mariposas. Es su espacio de contacto con la naturaleza. “Este es un lugar donde a las 5:00 de la tarde abro la ventana y me siento a mirar la ciudad”. Los fines de semana lleva a sus hijos de picnic al parque, hace que se saquen los zapatos, que sientan la naturaleza y estén en contacto con la tierra.

“Cuando tenga una casa no la quiero muy grande, porque creo que las casas grandes separan las familias”, dice. “Esta casa se ajusta perfectamente a la edad que tienen mis hijos. Es práctica, cómoda, y fácil”.

UN ZAPATO EN EL CAMINO

La mañana se nos pasó hablando de Alexander McQueen, artistas independientes, el huerto y las flores. No habíamos llegado a hablar de su oficio como zapatera y ya tenía material para un perfil completo; aún así, los secretos seguían llegando.

Ile Miranda fue becada todos los años en la Universidad por sus calificaciones. Antes de dedicarse a los zapatos, egresó de la facultad de decoración. Los primeros semestres decoraba casas de conocidos, trabajaba pintando paredes, lijaba y tenía un compresor con el que aplicaba técnicas de pintura. Pasó los primeros tres años de Universidad con soplete en mano y escalera bajo el brazo. “Cuando estaba haciendo la tesis me salió un trabajo en una discoteca”, recuerda. “Con la plata que gané decidí empezar un hobby: diseñar zapatos mientras terminaba mi tesis”.

Nunca terminó la tesis y se enamoró de los zapatos. “Me compré la máquina, los materiales y me olvidé de la decoración”, dice. “La discoteca fue mi debut y despedida, porque con los zapatos me pareció que hacía lo mismo pero en un ambiente más limpio”.

De la Universidad le queda el dibujo artístico que le soltó la mano, el dibujo técnico para hacer los moldes, y las clases de teoría del color para sus propuestas. Se lleva en el corazón las clases de historia del arte que le sirven para inspirarse en un estilo o una época.

Al final del día, Ile Miranda tiene un hogar divertido y acogedor, que es un reflejo de lo que son: una familia joven. “Nuestros conceptos de sociedad y nuestros valores son de una generación moderna.

No somos conservadores, somos alegres y eso es lo que quiero reflejar en la decoración”, dice. “En el camino hay que ir alimentando la casa con elementos que encuentres; eso es lo que hace que tu casa sea un hogar. Cada esquina, cada cosa en mi casa tiene un motivo… todo tiene una historia”.