Por Caridad Vela

Superar el estancamiento económico en el que está el país es el objetivo de todos los ecuatorianos. Nadie en su sano juicio se opondría a un mejor futuro, nadie votaría por más pobreza y más desempleo, nadie. Sin embargo, por absurdo que parezca, hay detractores que, por el placer de confrontar, se oponen sin argumentar ni ofrecer alternativas aplicables a la realidad actual.

Sí, me refiero a algunos integrantes de la Asamblea Nacional y líderes políticos que, sin siquiera leer el contenido del proyecto de ley Creando Oportunidades, anticiparon su rotunda negación a discutirlo, pulirlo y mejorarlo, poniendo al país en una desatinada situación de controversia política. Su función no es medir fuerzas, y parecería que es lo único que les interesa hacer.

Todos los sectores que integran el PIB nacional están gravemente afectados. El enredo es tal que parecería no tener fin. Unos dicen que con más empleo mejorará la economía, otros dicen que mientras no mejore la economía no se crearán fuentes de empleo; unos dicen que se deben eliminar los subsidios mientras otros reclaman lo contrario, y así, de tanto apuntarnos unos a otros, estamos en un peligroso limbo que podría decantar en una muerte cruzada.

En este estado de cosas visito a Walter Spurrier, director de Análisis Semanal, para, dejando de lado los dimes y diretes políticos, conocer su opinión sobre el proyecto de ley presentado por el Presidente Lasso a una Asamblea plagada, salvo honrosas excepciones, de integrantes con glosas pendientes, glosas en firme, y denuncias de corrupción.

Walter Spurrier - Revista CLAVE Bienes Raíces

Eco. Walter Spurrier, Directos Análisis Semanal

¿Cómo ve el panorama?

Ecuador tiene un sistema presidencialista en el que la única persona que puede liderar la salida de la crisis es el presidente. Él ha presentado un plan, pero lamentablemente no se lo discutió de manera constructiva en la Asamblea Nacional. Ante esto, el Presidente hizo saber que lo pondría en vigencia al transcurrir el plazo que manda la ley para un proyecto enviado con carácter de urgente, es decir, 30 días. Posteriormente dijo que lo dividiría en tres proyectos, y enviaría al mismo tiempo el tributario y laboral, dejando para más adelante el que promueve las inversiones. Hoy sabemos que primero enviará el tributario, después el laboral, y finalmente el de inversiones.

El proyecto tiene dos puntos centrales: el fiscal y el laboral. Empecemos por las propuestas fiscales

Guillermo Lasso, como candidato, abogaba por una solución muy libertaria, que incluía bajar impuestos aduciendo que eso repercutiría en un incremento de ingresos tributarios por la mayor actividad económica que generaría. Pero está haciendo lo contrario, seguramente porque la reducción de gastos que pensaba realizar no la puede hacer con la rapidez que quería. Eso es entendible, porque cuando la economía está golpeada, reducir el rol de pagos de la administración pública significaría ahondar una recesión. Si bien en el tema de impuestos ha dado marcha atrás, el gobierno tiene una estrategia global, que debe incluir un mayor esfuerzo en reducir el gasto público.

El hecho de que los nuevos impuestos sean temporales lleva a pensar que el Presidente proyecta que en dos años estaremos en un mejor lugar…

El impuesto a las empresas no es muy fuerte, porque el presidente sabe que ya están pagando el 15% de participación laboral y el 25% de impuesto a la renta, es decir, ya tienen un tratamiento tributario de alto impacto. Con las personas naturales sucede lo contrario, y pienso que por eso ha tomado la decisión de proponer cambios que abarcan a ese sector de la población. Las circunstancias de crisis lo obligan a tomar estas medidas, pero tan pronto la situación se normalice, seguramente irá por la vía de reducción del gasto público.

¿La negociación con el Fondo Monetario Internacional pesa en esta decisión?

Claro que sí. Para el FMI, toda propuesta de bajar el gasto público es un buen deseo que tal vez no se cumpla, y ellos necesitan ver un acuerdo que muestre que por algún lado el fisco va a tener más dinero. Hay dos opciones para eso: aumento de impuestos o reducción del gasto público. En lo primero el gobierno ha cumplido enviando el proyecto a la Asamblea, y ya vemos cómo está eso.

El aumento de impuestos tendrá consecuencias. ¿Reducirá el gasto o reducirá las inversiones?

Una combinación de las dos, pero ese es mi criterio. Hay colegas con opiniones extremas. Los economistas libertarios dicen que afectará a la inversión, los socialdemócratas piensan que bajará el consumo. También puede provocar necesidad de endeudamiento de los contribuyentes, porque es un valor que no estaba presupuestado, y son relativamente pocas las personas que en estas circunstancias han tenido excedentes para ahorrar.

¿Hay otro camino para incrementar la caja fiscal?

Hay que ver cuán bien puede el presidente cumplir con su propuesta de incrementar la producción petrolera. En estos días el petróleo ha superado los $80 por barril, es decir, Ecuador está recibiendo ingresos que no tenía previstos. Además hay que considerar que todas las previsiones fiscales se hicieron asumiendo un cierto escenario en el ritmo de mejoría de la pandemia, pero con el éxito de la campaña de vacunación se acortó el tiempo de recuperación de la economía. Si la economía se recupera habrá mayor recaudación tributaria, y eso ayudará a ir cumpliendo con las metas de reducción del déficit.

¿Ve un eventual regreso de capitales para inversión en Ecuador?

Si Guillermo Lasso perdía las elecciones lo que habríamos tenido es una fuga de capitales muy grande. Afortunadamente ahora los agentes económicos tienen la seguridad de que las cosas van a estar mejor, y por lo tanto pueden pensar en nuevas inversiones con tranquilidad. Las cifras del segundo trimestre muestran una recuperación de la economía de más del 8%, cuando se hablaba de que sería del 4%.

Pero no todos los sectores reflejan ese nivel de recuperación, por ejemplo la construcción. ¿Qué importancia da usted a este sector en la economía del país?

Evidentemente es un actor muy importante en términos de generación de empleo y de reactivación de una serie de industrias relacionadas, ya que, la mayoría de los proyectos de construcción utilizan insumos nacionales. Al hablar del sector construcción vemos cifras que engloban obra pública y construcción privada, y eso hay que diferenciarlo. La obra pública está cayendo por falta de recursos en la caja fiscal, por eso es fundamental que el gobierno entre rápidamente al esquema de alianzas público privadas, en el cual está trabajando Roberto Salas.

¿Y el sector inmobiliario privado?

A medida que se recupera la economía, paralelamente debe recuperarse el sector vivienda, siempre y cuando los constructores entiendan el giro de las preferencias y necesidades de la demanda post pandemia. El sector enfocado a vivienda popular debería tener mejores índices de recuperación, siempre y cuando se aprenda de los errores del pasado, y se diseñen sistemas para inversión en este segmento con una legislación lo suficientemente ágil y realista. El rubro de oficinas verá una recuperación más complicada porque no hay todavía un retorno pleno al trabajo presencial.

Pasemos al tema del subsidio a los combustibles. ¿Cuál es su opinión?

La gasolina Extra, de bajo octanaje, ya se vende a un precio comparable al de otros países. Lamentablemente por presiones políticas el gobierno puso en suspenso el alza de precio del diésel. No se justifica subsidiarlo. Los transportistas de carga aducen que están perdiendo plata, lo cual es cierto, pero no se debe al incremento de precios de combustibles, sino a que la demanda ha bajado como efecto de la menor movilidad causada por la pandemia. Eso ya está volviendo a la normalidad. Ellos pueden pasar sus costos a los clientes. Para el transporte público cabe un subsidio que compense el mayor costo de los combustibles, y así mantener bajas las tarifas del transporte popular.

¿La Conaie es un tercer jugador?

Ese es un asunto político, que si bien sonó a amenaza, creo que en esta ocasión no habrá apoyo pasivo de la ciudad de Quito. Las declaraciones hechas por las Fuerzas Armadas y por el Presidente Lasso anticipan que se tomará posiciones más duras.

Se ha vuelto a mencionar los créditos para pequeños agricultores al 1% de interés. ¿Es viable?

El presidente es banquero. Si lo dice es porque sabe quién le prestará la plata para cumplir con ese ofrecimiento, y vemos que hay un importante deseo de la comunidad internacional de apoyarlo. No sé si los recursos que consiga le permitan prestar a esa tasa o si será necesario un subsidio de parte del gobierno, pero no veo difícil que consiga esos fondos de los multilaterales o del mismo gobierno americano que se ha ofrecido a entregar recursos a Ecuador.

Walter Spurrier - Revista CLAVE Bienes Raíces

El proyecto de ley no menciona la reducción del ISD…

Muchos esperábamos que el presidente se comprometa públicamente a una reducción de 1.25 puntos anuales, para hacerlo gradualmente, y dejarlo eliminado al cabo de los cuatro años de su mandato, pero vemos que ha decidido reducirlo por sectores de la economía. Ha empezado por el lado de los pasajes aéreos para habilitar el acuerdo para cielos abiertos firmado por el ex presidente Moreno, pero si no hay un compromiso en firme de eliminarlo, dudo mucho que regresen a Ecuador los capitales que están fuera.

¿Por qué?

Porque sería tentador traer ese dinero al país y recibir un 6% de interés, que es mucho más atractivo que el rendimiento que se logra en otros países, pero llegará el año de elecciones presidenciales, y si las cosas no están claras, ese inversionista preferirá sacrificar el rendimiento para tener mayor seguridad, y nuevamente querrá sacar su dinero al exterior. En ese caso le tocará pagar el 5% de ISD, es decir, su rentabilidad será solo del 1%. Pero si se elimina el ISD, el país tendrá más dinero del que puede imaginar, y a consecuencia de eso caerían las tasas de interés y mejoraría la balanza del país. El Estado podría endeudarse internamente para ejecutar obras y saldríamos muy rápidamente de la crisis.

A su criterio, ¿porqué ha dado un paso atrás?

Seguramente por temor a tener un hueco fiscal, pero pienso que es un riesgo que valdría la pena correrse.

¿Qué piensa de las reformas laborales propuestas?

Ecuador necesita una legislación laboral mucho más flexible. La que tenemos data de los años 30 del siglo pasado, época en la que todo requería de gran cantidad de mano de obra. La realidad actual es totalmente distinta, tenemos maquinarias que hacen el trabajo de seres humanos, y la tendencia es que las nuevas inversiones privilegien el uso de estas tecnologías y reduzcan la necesidad de contratar mano de obra. Hay economías más abiertas en cuanto a competencia internacional, pero Ecuador mantiene una legislación muy restrictiva en cuanto a movilidad laboral, y eso desestimula el empleo.

Aun siendo positiva ha generado reacciones negativas en los sindicatos laborales…

Las personas que tienen empleo, a pesar de las actuales condiciones tan restrictivas, temen cualquier cambio de legislación porque si mañana pierden su trabajo, no van a poder laborar con las mismas condiciones que tenían antes. Ese cambio, para personas que ya están dentro del sistema, conlleva cierto peligro, porque no encontrarán nuevas oportunidades que ofrezcan lo que ofrecía la legislación anterior.

¿A quién favorece?

Al sector más importante actualmente: los ecuatorianos que no tienen acceso a empleo.