Por Caridad Vela

Fotografías cortesía de Lavinia Valbonesi

Daniel Noboa es el presidente electo de Ecuador. El mérito es indiscutiblemente suyo, pero si valoramos en su justa dimensión todos los elementos que se confabularon para darle el triunfo, nos encontramos casi tras bastidores con un rostro de mirada tierna y sonrisa honesta: Lavinia Valbonesi, su esposa, la actual Primera Dama de la Nación, quien al terminar esta entrevista manifestó que prefiere ser llamada Primera Servidora de la Nación.

Lavinia Valbonesi - Revista CLAVE! edición 113

Presidente Electo Daniel Noboa Azín y la Primera Dama Lavinia Valbonesi

La seguía en redes y dudaba si así era en la realidad, porque hay que admitirlo, las redes están repletas de momentos felices y sonrisas practicadas que presentan vidas dibujadas. En esta entrevista verifiqué que Lavinia es tal cual se muestra ante sus más de 360K seguidores en Instagram, aunque lo que lleva dentro es mucho más que eso.

Mi intención era conocerla a través de sus palabras, pero lo más importante lo dijo en silencio, cuando habló con el corazón. En estos meses de campaña aprendió que la adversidad debe ser enfrentada para vencerla, tal cual se vence al destino cuando es adverso, porque ignorarlo ya no es opción.

A su corta edad valora la libertad como un instinto inquebrantable del ser humano que no puede ser manipulado, porque la política no puede confinar el alma de todo el país, no puede matar sus ilusiones. Los sentimientos que tuvo en la campaña se disfrazaron de tristeza, pero intuyo que en el fondo fueron desencanto, desilusión con la vida porque constató el efecto de tantas promesas incumplidas.

Su alma desborda gratitud y eso refleja su humildad. La ingenuidad propia de su juventud no ha sido contaminada con estereotipos o posturas imitadas. Ser genuina es su marca registrada, y eso la acerca a un gran segmento de la población que se ve reflejada en ella. Su sonrisa es auténtica, de eso no hay duda, pero ahora lleva el corazón tatuado a cicatrices invisibles al ojo humano, que serán imborrables incluso ante el paso del tiempo, si no hay acción inmediata como respuesta. Y ella está lista para actuar.

Aportó a la campaña con autenticidad. Mostró su esencia en todo momento, transmitió una honestidad que caló en los ecuatorianos con tanta fuerza como las propuestas de Daniel. Los dos se alejaron del discurso politiquero y del lenguaje confrontativo. Ellos, tomados de la mano, trazaron su camino y la mayoría de ecuatorianos decidió seguirlos. Aquí Lavinia en cuerpo y alma.

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¿Vas a vivir en Carondelet?

Sí, Carondelet será nuestro hogar. Seguiré a Daniel a donde él vaya. Iremos con Alvarito, que creo que será el niño más pequeño que haya vivido ahí, y también es ahí donde recibiremos a nuestro segundo hijo. La fecha prevista para el nacimiento es 23 de febrero, el niño se llamará Furio, como mi papá. Habrá que hacer algunas adecuaciones para que ese maravilloso lugar acoja a dos niños pequeños, pero lo importante es que la familia esté junta y que este nacimiento transmita una nueva ilusión al país.

¿Ser madre te ha generado una sinergia especial con las madres del país?

Totalmente. Me siento muy conectada con ellas. Mi mamá fue madre soltera. Sentí en carne propia lo que era luchar, viví junto a ella muchos malos momentos, conozco esa angustia. Veo a las madres vulnerables de nuestro país con hijos que no tienen padre porque ha muerto o nunca lo conocieron, otros no pueden ir a la escuela o salir a jugar, algunos no saben de dónde vendrá su siguiente comida. El torbellino de emociones fue enorme pero sirvió para despertar en mí la necesidad de actuar. Son realidades que debemos cambiar. Si imaginamos a nuestros hijos en esa situación se nos desgarra el alma.

¿Ese segmento de la sociedad era tu función en la campaña?

Al inicio de la campaña yo no tenía una función definida. Lo mío era acompañar y apoyar a Daniel porque creo en él. Este enfoque nació de manera natural, orgánica, y encontré cuál era mi función, porque ser madre me permite ponerme en sus zapatos. Estoy empeñada en colaborar, a pesar de mis limitaciones porque Alvarito está muy pequeño y tengo otro niño en camino, en todo lo que esté a mi alcance para lograr el cambio que queremos. Si Daniel y yo enfocamos bien nuestro tiempo y establecemos las prioridades acertadamente, podemos hacer algo muy importante.

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¿Es decir que serás una Primera Dama activa?

Obviamente. Daniel y yo somos un equipo. Esta presidencia tiene un período muy corto y creo que no es momento de inventar el agua tibia. Es momento de generar resultados, y lo que he pensado es trabajar con fundaciones que ya existen, con gente que ha hecho estudios y está plasmando sus ideas en la práctica. Trabajaré activamente para que todo funcione mejor que hasta ahora, porque hay mucho por hacer. Me inclino por aportar a la situación de las madres solteras, porque si las ayudo a ellas también estaré ayudando a sus niños.

Tu generación está gratamente impactada porque al verte en redes sociales te sienten cercana. ¿Seguirás alimentando esa cercanía desde Carondelet?

Voy a seguir siendo yo. Lo que verán es a Lavinia sudada después de correr, o molestando a Alvarito para que me dé besos y me diga que me quiere. Esa soy yo, una mujer normal y corriente como todas las demás. Pero también me verán en actos oficiales acompañando a Daniel, cumpliendo con mi rol de Primera Dama. Seguramente tendré mucho más exposición que quienes me han antecedido, no solo por mi juventud, sino porque nuestra forma de comunicarnos no se limita a lo protocolario. Quiero seguir conectada con mi público, quiero que me sientan cercana, que vean que la Primera Dama es de carne y hueso, que también tiene días malos y días buenos. Quiero inspirar a muchas niñas.

¿Inspirar?

No soy un modelo a seguir, pero creo que mi vida puede inspirar a mucha gente. Te lo resumo. Como mencioné, soy hija de madre soltera que tuvo que lucharla, tuve un papá distante, no tengo título universitario ni tenía los recursos para obtenerlo, trabajé desde muy joven, anduve a pie y en bus por la vida, trabajé en mil cosas a la vez, y logré salir adelante. Si yo pude, tú también puedes, a esa inspiración me refiero. Quiero que la gente con la que compartí alguna ruta de bus, o fue a la misma escuela que yo, o compró un accesorio en la isla del centro comercial en la que trabajé, vea una chica común y corriente que tuvo una vida con adversidades, logró sus objetivos, y terminó siendo Primera Dama. Quiero que las madres solteras piensen que si yo pude, sus hijas también pueden.

¿Estabas preparada para esto?

Mi preparación son los 25 años de vida que tengo. Soy mujer, soy esposa y madre. Todo se dio de manera natural, porque Daniel y yo estamos muy alineados en nuestra forma de pensar y actuar. Yo no soy política, nunca en mi vida imaginé estar en un momento como este, pero me siento fuerte porque la compenetración que tenemos como pareja me estimula, me equilibra, y creo que mi forma de ser también lo equilibra a él. Recién en el tramo final de la campaña hice un media training para estar lista para las formalidades de esta función.

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¿Cómo viviste estos meses?

Ha sido una mezcla de emociones, viví situaciones que son muy impactantes. Ir a las brigadas médicas provoca sensaciones extremas, vas de la alegría a la tristeza en un segundo. Te ves rodeada de gente que desborda esperanza en las propuesta de Daniel, te cuentan sus necesidades y la realidad que están sufriendo, y tienen fe en el cambio que él va a generar para el país. No se trata de tomarse una foto y saludar, habría que ser de piedra para hacer solo eso, se trata de acoger sus problemas, interiorizarlos y trabajar en las soluciones para alimentar el futuro con esperanzas ciertas.

¿Imaginaste esa realidad?

Sí, pero imaginarlo no es vivirlo. No es lo mismo leerlo en un periódico que sentarse a escuchar a la gente que está siendo víctima de la adversidad, eso despierta fibras internas que no sabías que tenías. Muchas familias no tienen padre o madre, sus hijos están en situación vulnerable y son víctimas de gente malintencionada que llega a los barrios y abusa de ellos. Además ves la corrupción de cerca, las promesas no cumplidas, sueños rotos, injusticias, y la sensación que te deja es de frustración absoluta. La política está envuelta en un ambiente de odios. Daniel lo que quiere es servir a la gente, hay quienes quieren hacerle la contra solo por hacer oposición, han intentado alejarlo pero solo han logrado acercarlo más a los ecuatorianos.

¿Algún consejo tuyo caló fuerte en él?

Daniel es muy numérico, yo soy más de emociones e instintos. Siempre le digo que los números son muy fríos y al final del día son las emociones las que dominan. Se lo dije antes del primer debate, y él insistía en que los debates no cambian los resultados, pero su participación apeló a los sentimientos de la gente y pasó a la segunda vuelta. Mi intención no era subirle los ánimos, realmente le decía lo que sentía porque mi perspectiva es distinta, es más de sensibilidades que de números, y creo en Daniel más de lo que él cree en sí mismo. Esa compenetración que ves en nuestras fotos no es fingida, no me cuesta nada demostrar lo orgullosa que estoy de él.

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Y ahora han llegado a Carondelet…

Hace pocos meses le decía a Daniel que nuestra vida sería mucho más fácil si estuviera lejos de la política, pero siempre supe que este momento llegaría. Él se ha preparado a consciencia para este momento. Los ecuatorianos más vulnerables no pueden vivir un día más sintiendo que su confianza es traicionada. Los políticos se han dedicado a eso por mucho tiempo, es hora de cambiar, cueste lo que cueste. Cualquier ayuda, por mínima que sea, es un mundo para quien no tiene nada. Yo lo apoyaré en todo lo que esté a mi alcance para dar los pasos necesarios y lograr el cambio.

También tienes tu faceta de emprendedora. ¿Qué consejo les darías a todos los jóvenes de tu generación que quieren emprender?

Así suene a cliché, el consejo más importante es decirles que cuando quieren algo, deben luchar por eso. Las cosas no suceden por arte de magia, hay muchas piedras en el camino, nada es fácil, pero si lo luchas, lo logras. Y lo digo con firmeza porque yo soy la evidencia de eso. Hay toda una historia antes de Lavinia primera dama.

¿Cuéntame la historia?

Mis padres nunca se casaron, soy hija única, súper protegida, me cuidaban demasiado. Siempre viví con mi mamá en Guayaquil. Me gradué del colegio a los 16 años. Apenas graduada me fui a Australia, estaba estudiando idiomas, y se me presentó la oportunidad de hacer una pasantía con el Primer Ministro de ese país. Después de eso fui a Italia a buscar universidades, pero me di cuenta que mi interés no era estudiar ciencias políticas como mi padre quería, yo no me veía destacando en eso. Lo mío era nutrición, tal vez porque yo había tenido problemas alimenticios.

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¿Qué hiciste?

Primero contarle a mi papá esta decisión. No le gustó para nada y hasta ahí llegó todo su apoyo económico. Mi madre nunca se involucró en el tema, tampoco tuve su apoyo. Decidí volver a Ecuador con todas las inseguridades que puede tener una chica de esa edad. En ese entonces, mi madre había decidido poner su casa en alquiler, que era por el Colegio Delta, porque pensó que iba a estar sola, que yo no regresaría nunca de Europa. La casa estaba vacía, lista para ser alquilada. Tenía una mesa de plástico con una pata rota, dos sillas, una cocineta y alguna cosa para cocinar. Nada más. Ahí llegué yo, pero no me importaba. Ya era mayor de edad y tenía ilusión de vivir sola en Guayaquil. Mi madre me dejó vivir en la casa, pero la luz, agua y todos los servicios los tenía que pagar yo.

¿Solventar gastos sin tener ingresos?

Tenía trabajos pequeños por aquí y por allá. Nada fijo. Fui modelo desde los 15 años, hacía propagandas y sesiones de fotos para productos, pero mis ingresos no solo que no eran inestables, sino que mis clientes a veces se demoraban hasta cinco o seis meses en pagarme. No era suficiente para afrontar mis gastos y seguía sin apoyo de mi papá. Empecé a dar clases de italiano ofreciéndolas en Facebook, imagínate que fui a casas de extraños a enseñarles! Gracias a Dios nunca tuve un mal momento. Trabajé en una isla de joyas en un centro comercial, hice de todo. Mi cabeza era un remolino porque era imposible pagar una carrera universitaria con esos ingresos, y eso era lo que yo quería. Esos trabajitos me alcanzaron para pagar una certificación en nutrición que era un paso hacia cumplir mi sueño.

¿Las redes sociales te dieron impulso?

En esa época recién empezaba el mundo de los influencers. Yo fui una de las primeras en subir stories, porque en ese entonces era puro fotos lo que se mostraba en redes. Era muy niña, insegura, y me daba vergüenza, tanto así que en mis primeros stories hablo a la cámara tapándome la cara con una mano. Ser influencer no implicaba tener ingresos, o sea, ni pensar en comprarme una proteína con eso. Pero los canjes empezaron a funcionar.

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¿La gente empezó a buscarte para promocionar sus productos?

No! Ya lo hubiera querido yo! Literalmente toqué puertas de personas que vendían proteína, mantequilla de maní y otros productos que quería tener y no podía comprar, y les mostraba mis seguidores para convencerlos de que el canje valía la pena. Cuando lo lograba me inundaba el agradecimiento, porque para mí era como que me regalaban sus productos. Muchos me apoyaron, otros se burlaron. Un día, a través de una amiga que también era modelo, pedí a Nike que me auspicie, y lo logré. Lección aprendida: tocar puertas abre puertas, no hacerlo es cerrártelas por anticipado. No es fácil, mucha gente te critica, te hace sentir mal. Lo más duro, pero también lo más importante, es aprender a recibir rechazos sin perder el enfoque de cuál es tu objetivo.

¿Así arrancaste tu emprendimiento?

Con mucho trabajo logré mi certificación y pagué mi primer espacio en un coworking. He tenido muchas bendiciones, Dios me ha puesto desafíos que he logrado superar y he aprendido de ellos. Crecí en escuelas con niñas que tenían papás que solventaban sus necesidades económicas y les tenían listo un trabajo, y a veces me frustraba pensando por qué yo no tengo eso. Pensaba ¿cómo me podré comprar un carro? El día que pude pagar la entrada de mi carro sentí una satisfacción indescriptible. En todo este proceso nunca me sentí sola, había ángeles en mi vida ayudándome.

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¿Eres católica?

Creo en Dios, tengo toda mi fe puesta en Él. Fui bautizada católica e hice la Primera Comunión, pero no voy con frecuencia la iglesia. Creo mucho en las energías, en los santos, en los ángeles y en las bendiciones divinas, de hecho, tengo mi altar en casa. Tengo una relación muy íntima, muy mía, con Dios.

¿Cuál es tu ley de vida?

Nunca hagas a otros lo que no te gustaría que te hagan. Mientras hagas bien las cosas, Dios te bendecirá. Y me ha bendecido en grande. Tengo 25 años, sigo aprendiendo, a veces pierdo la cabeza, pero mis intenciones siempre son buenas. En la vida todo se devuelve y yo quiero aprovechar esta oportunidad para devolver las bendiciones que he recibido.

La honestidad que muestras en redes nunca se ha visto en una Primera Dama…

Honestidad en todo sentido es lo que pide la gente. Somos una nueva generación que trae una transformación total. Siento orgullo al ver que los ecuatorianos han abierto esa puerta a los jóvenes permitiendo un cambio generacional que estoy segura que será el inicio de muchas cosas maravillosas para nuestro país.