Por María Gracia Banderas – Corresponsal en Europa

IE Business School figura regularmente entre las mejores instituciones académicas del mundo en los rankings globales. Entre sus áreas de formación, está la escuela de arquitectura y diseño ‘IE School of Architecture and Design’, y a su cargo, como decano y también director del Grado en Estudios de Arquitectura y del Máster en Arquitectura, y profesor de esta materia en IE University, está David Goodman.

Él es quien investiga actualmente respecto a la innovación de la práctica arquitectónica y la producción en épocas turbulentas a nivel socioeconómico. Ha escrito el libro titulado An Introduction to Architecture Theory: 1968 to the Present, y ha sido responsable por varios trabajos editoriales que han alcanzado publicación en revistas y antologías como Journal of Architectural Education, Technology|Architecture + Design, A+T, Log, Chicago Architecture: Histories, Revisions, Alternatives, y el libro de Walter Netsch: A Critical Appreciation and Sourcebook.

Su visión respecto a la arquitectura y academia es amplia, y su aporte deja huella en decenas de profesionales que ejercen a nivel mundial.

David Goodman - Revista CLAVE! ed. 111
David Goodman, Decano del Grado en Estudios de Arquitectura del IE School of Architecture and Design

¿Qué te motivó a dedicarte a la arquitectura?

En realidad, a veces pienso que no es que yo haya elegido ser arquitecto sino que más bien, me ha elegido a mí. Ya desde niño, desde antes de que supiera que existía una profesión que se llamaba arquitecto, me di cuenta de que me interesaban los edificios, las ciudades. Ahora, lo que me continúa motivando es pensar que uno puede hacer la vida de la gente un poco mejor, incluso a escala muy pequeña. Cada vez más estoy convencido que la arquitectura es un elemento central para responder a los retos que tenemos: el clima, la desigualdad, la fealdad de muchas partes del mundo construido que tenemos. Lo que me apasiona ahora es contribuir a un mundo más bonito, más bello y más sostenible en todos los aspectos.

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¿Cómo fueron tus inicios en esta ciencia?

Mi formación profesional es un poco peculiar. Curiosamente cuando llegó la hora de elegir la universidad, quería ser escritor. La idea de ser arquitecto la asociaba a una idea de la infancia. Fui a Cornell University y cursé un doble grado en Historia de la arquitectura y Ciencias Políticas y luego un máster en Harvard University que me abrió al mundo. Trabajé en Madrid con el arquitecto Rafael Moneo, y después de regresar a EEUU para acabar mi licenciatura comencé a dar clases en una universidad, y recibí la propuesta de venir a IE University. Dejé la vida en Chicago para volver a España. Una vez aquí, comencé mis estudios de Doctorado en Administración de Empresas, sobre todo en el área de teoría de la organización, vinculado a las industrias creativas: cómo nos organizamos en las industrias creativas, cómo puede influir la forma de la organización en cómo se producen las cosas, cómo la industria creativa es diferente a otras industrias.

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¿Cómo definirías tu relación actual con la arquitectura?

Si bien ya no ejerzo, desde mi papel actual me interesa la arquitectura como parte de una categoría mayor: las industrias creativas y la capacidad que estas tienen para transformar el mundo. Lo mejor que puedo hacer es compartir con los alumnos el entusiasmo que sigo teniendo y es mi obligación y responsabilidad transmitir lo bello, lo difícil, lo ridículo que puede ser la arquitectura.

¿Qué te motivó a ejercer tu profesión desde la academia?

Siento que mi lugar es el mundo académico. Estudié literatura, ciencias políticas, historia de la arquitectura, arquitectura, empresa, teoría de organizaciones… me encanta estudiar. Me encanta el mundo académico porque se dedica a pensar en ideas y a motivar a las nuevas generaciones.

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¿Cómo ha influido en tu perspectiva de la arquitectura?

Veo la arquitectura como parte de una constelación mayor de las industrias creativas. En mi trabajo de administración de empresas he estudiado cómo las industrias creativas tienen formas peculiares de organizarse, y cómo podemos aprender de esas formas. También creo que tienen un poder tremendo de cambiar el mundo. Eso ha cambiado mi perspectiva. Tener una carrera académica, sobre todo hacer mis estudios de doctorado, me ha enseñado a hacer buenas preguntas y a buscar respuestas a esas preguntas de forma muy rigurosa. Antes, a lo mejor intuitivamente, hacía preguntas que eran más o menos interesantes, pero una formación académica te ayuda a llegar al corazón del tema y a buscar soluciones de forma muy seria.

¿Qué debe hacer el arquitecto para ser buen profesional y cómo impulsarlo desde el aula?

El arquitecto debe tener cierta humildad ante la gente para la cual trabaja.  Deberíamos escuchar más y mirar más allá de nuestra propia cultura arquitectónica, observar ejemplos de arquitectura que a lo mejor no son de estrella, no son de nombre, son desconocidos, o que ni siquiera son de arquitectos, pero nos pueden enseñar mucho. Eso, desde el aula, se puede enseñar simplemente diseñando ejercicios en los que hay que escuchar, donde no se trata de seguir modas o ejemplos de grandes maestros sino de innovar escuchando, mirando, sin prejuicios ni preconcepciones. A esto también debo agregar constancia, porque la arquitectura es difícil, los proyectos llevan mucho tiempo, y van a haber frustraciones. Motivar a un alumno en una carrera que lleva proyectos de una larga duración y mucha frustración, sin asustarlo, pero enseñar constancia ante la dificultad, sirve no sólo a arquitectos, sino a cualquier persona que quiere contribuir con grandes retos.

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Tu investigación actual se centra en innovaciones de la práctica arquitectónica, ¿qué podrías concluir a nivel Europa? ¿Cómo se diferencia esta práctica en Latinoamérica?

Tanto Europa como Latinoamérica son regiones muy grandes, así que es un poco difícil generalizar porque entre España, Portugal y Alemania hay diferencias importantes, como también puede haber entre Ecuador, Argentina o Chile. Son países muy diferentes. En general, lo que estamos comenzando a ver en Europa es colaboración con expertos profesionales de otros campos, y así entender el posible trabajo del arquitecto un poco más allá de proyectar edificios, y a lo mejor contribuir de otra manera. De pensar en cómo tener una estrategia para el clima que va más allá seguramente de hacer edificios eficientes, más allá de reformas urbanísticas. A lo mejor, el arquitecto colabora con sociólogos y viceversa en propuestas. Cada vez es más necesario contar con un equipo muy amplio, que puede incluir sociólogos, científicos, etc., para un concurso de arquitectura.

¿Y con respecto a la producción en épocas turbulentas a nivel socioeconómico?

A mí me interesa lo vinculado a lo que se llama teoría institucional, y es que en cualquier industria, en cualquier sector, hay ciertas cosas que hay que hacer para parecer legítimo. Los arquitectos tradicionalmente han tenido que adaptar ciertas formas, hacer o no hacer ciertas cosas, porque era lo que se hacía. Pues pasa una cosa curiosa: en momentos de turbulencia se vuelven aún más importantes esos factores exteriores de legitimidad, es mejor innovar en lo que haces y ser bastante conformista en cómo apareces. Es decir, aparecer más o menos como los demás, pero hacer algo radical detrás de esa fachada de conformismo.

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Ben van Berkel y David Goodman

¿Cuáles son las tendencias que priman en arquitectura a nivel mundial este 2023 y que podemos esperar para 2024?

Son tendencias de larga duración. Es el clima. Hay una emergencia clara y lo que tiene que ser uno de los enfoques principales es cómo respondemos, y no depende sólo de los arquitectos, es una solución que va mucho más allá. Éste debe ser el reto principal hasta que lleguemos a una solución. El otro es la inteligencia artificial que ahora está en boca de todos. Cómo nos va a ayudar, cómo nos amenaza, qué vamos a hacer cuando el ordenador, el robot, o la aplicación puede simular nuestro trabajo, que ya de alguna manera puede hacer. Una tendencia va a ser una revolución en el trabajo del arquitecto, porque sí que hay parte del trabajo del arquitecto que es repetitivo, y si esa parte desapareciese librando tiempo para otras cosas, como por ejemplo dedicar más esfuerzos a soluciones para la emergencia climática.

¿Estas tendencias mundiales son perceptibles en España?

Creo que sí. Las generaciones jóvenes han entendido el reto que hay. Desde la universidad es también nuestra obligación no repetir los modelos del pasado y visibilizar los problemas climáticos y sociales.

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La UNESCO ha nombrado a Copenhague la Capital Mundial de la Arquitectura, y se espera que más de 10 mil arquitectos la visiten durante el mes de junio con motivo del Festival de Arquitectura. ¿Qué podemos esperar de este encuentro?

No sé muy bien qué esperar del festival pero sí te puedo hablar de Copenhague. Es una ciudad preciosa, muy vivible que hace grandes esfuerzos con la sostenibilidad. Esperaría que no pasara lo que en otros momentos, que un modelo europeo fue exportado a muchos países donde soluciones locales hubieran tenido más sentido.

¿Qué es lo que más destacas a nivel arquitectónico en Latinoamérica? Y en Ecuador, ¿podríamos hablar de que hay una tendencia arquitectónica que se imponga actualmente?

No me siento capacitado para opinar de las tendencias en Ecuador. Lo que sí que puedo decir que he notado durante mi tiempo ahí, hablando con mis alumnos y con profesionales, es que en muchas partes del mundo se ha impuesto un modelo europeo de lo que se debe hacer en la arquitectura, de lo que es la buena arquitectura. En Latinoamérica, si pensamos en los viajes de Le Corbusier, casi de evangelismo, a finales del siglo XX, tienes una manifestación más clara en Brasilia, que fue una ciudad corbusiana inspirada en sus ideas que poco tienen que ver con la realidad sudamericana. Sin ir mucho más lejos, del clima. Hay unas cajas herméticas en Brasilia que a lo mejor podrían ser de otra manera. En mi tiempo en Ecuador vi muchas arquitecturas que respondían o se adaptaban al clima que hay, un clima bastante benévolo donde no hace falta cerrar del todo, donde puedes tener edificios más permeables y quizá incorporar métodos más locales y menos de importación europea. Si pudiera hacer una generalización, son soluciones locales quizá más inteligentes que las importadas, lo que considero muy positivo e importante.

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Estuviste presente en la bienal de arquitectura de Quito, ¿qué te llamó la atención?

Mi experiencia en la bienal de Quito es más de su gente que de su arquitectura. Me impactó mucho ver las ganas de los alumnos de escuchar, de aprender y de aprovechar. Eso me inspiró mucho. Creo que hay generaciones de alumnos en otros lugares que no le ponen tanto interés. Realmente fue una sorpresa ver que la gente estaba realmente interesada en lo que yo podría llegar a decir. Tuve una recepción muy cálida, con mucho entusiasmo y es lo que me llevé de recuerdo.