Por: Caridad Vela
Diciembre – enero, 2012

El concepto de una casa transformada en hotel era nuevo en el país, y tenía el especial atractivo de la preservación de un valioso patrimonio cultural.

Después de vivir en varios países del mundo, Rocío no encontró mejor sitio para radicarse que aquél en el que nació y creció. Varios años entre España, Suiza, Estados Unidos y Chile le dieron experiencia y vivencias que se han acumulado a través de los años para hacer de ella una persona como hay pocas.
Si bien Ecuador es su país, Cuenca es su ciudad. Vivió durante 13 años en Quito a donde llegó por ese afán de encontrar su propio espacio de realización personal. Trabajó en una fundación de turismo, de la mano de Eduardo Proaño, incursionó en política llegando a ocupar el cargo de Ministra de Turismo y educó a sus hijos acá. Pero regresó a Cuenca.
Con el bagaje de experiencia que esos años aportaron en su formación humana y profesional, más el constante ímpetu por lograr sus metas, Rocío tenía una clara idea en mente. Esa idea hoy se llama Mansión Alcázar y se erige seria y noble en uno de los sectores más representativos de Cuenca, la calle Bolívar. Esta mujer, bella en cuerpo y alma, conversó con CLAVE! en uno de los más acogedores espacios de su hotel.

¿Su paso por el Ministerio tuvo algo que ver con que usted decida dedicarse a la hotelería en Cuenca?
No del todo. Más bien diría que el contacto muy fuerte que tuve con turismo desde la época de Feprotur hizo que me entusiasmara por desarrollar nuevos productos

Era del Ex Presidente Luis Cordero y estaba en manos de sus herederos. Habían pasado los años y la casa ya era muy grande para una familia.

de turismo para la ciudad. El concepto de una casa transformada en hotel era nuevo en el país, y tenía el especial atractivo de la preservación de un valioso patrimonio cultural. Fue una propuesta audaz en su momento, influenciada por este contacto permanente que tenía con el turismo.
Bastante audaz… ¿Tenía experiencia hotelera?
Claro, de lo contrario no lo hubiera hecho. El antecedente era mi paso por el Hotel Dorado, del que fui Gerente por algunos años. Tenía más de 100 habitaciones y más de 100 empleados. Aprendí mucho, todos los detalles, los ajetreos y cómo solucionar problemas sobre la marcha, pero sobre todo, definí que nunca más me involucraría en hoteles grandes. Lo mío es lo pequeño, exclusivo, personal.
¿De quién era esta casa que usted convirtió en Mansión Alcázar?
Era del Ex Presidente Luis Cordero y estaba en manos de sus herederos. Habían pasado los años y la casa ya era muy grande para una familia, además que necesitaba de mucha adecuación para mantenerse en pie, lo cual representa gastos económicos altos.

La fuente en el salón central fue añadida. El diseño es igual a la fuente que se encuentra en el Palacio de Gobierno. La había fotografiado y fue copiada por artesanos que trabajan en piedra.

¿Cómo llega a sus manos?
Realmente fue un regalo de mi padre quien compró la casa a los herederos del Ex Presidente Cordero con la idea de que podía ser un buen negocio comprarla al precio adecuado, porque estaba deteriorada, arreglarla y venderla. Cuando yo la conocí había la idea de convertirla en oficinas.
¿Ahí nació la alternativa de convertirla en hotel?
Así es, y se lo propuse a mi padre. Le pedí que me arrendase la casa para empezar un pequeño hotel. En ese momento yo vivía en Quito y mi padre siempre quiso que regresara a Cuenca. Él pensó que con esta posibilidad yo regresaría, porque veía mi ilusión de hacer el hotel, y así fue. Me lo regaló, regresé. Le puse alma, vida y corazón a la recuperación de esta casa y me dediqué a mis padres que ya estaban viejitos. La verdadera razón era estar más cerca de ellos, el hotel fue un complemento.
¿Con qué arquitecto trabajó la restauración?
Lo hice con dos arquitectos cuencanos, Rafael Malo y Claudio Carvajal. Ese año el Municipio de Cuenca nos entregó un premio por el trabajo de restauración que se había dado. En el diseño de los interiores tuve el apoyo de una amiga brasilera que falleció el año pasado y fue una gran profesional, Saifer de Carvallo. Tengo una placa en su memoria, con su nombre, en el Hotel. Actualmente quien me apoya en este aspecto es mi esposo. Él es diseñador de interiores y está siempre
pendiente de los nuevos detalles y constantes restauraciones que hay que hacer. Es mi compañero de vida y de andanzas en el hotel.
¿Qué se mantiene de la estructura original?
Todo es original. Lo que se hizo fue arreglar paredes, cambiar tuberías, cableados, pero todo lo demás es original. La fuente en el salón central fue añadida porque pensé que la casa la necesitaba. Si nos fijamos en ella, veremos que el diseño es igual a la fuente que se encuentra en el Palacio de Gobierno a la que yo había fotografiado y de ahí fue copiada por artesanos que trabajan en piedra. El diseño es muy especial, es una fuente cuadrada en su base a la que tenemos siempre con flores.
¿En exteriores?
En el jardín exterior se construyó la pérgola que la diseñó mi esposo. Es un espacio para desayunar y almorzar de una manera más privada, disfrutando de la vista del maravilloso jardín que mantenemos, que antes tampoco existía.
¿Las habitaciones?
Cada una es distinta de la otra, precisamente porque su diseño y espacio son los originales. Todas dan al corredor central desde donde se aprecia el lobby principal del hotel desde una perspectiva muy agradable. La decoración es parte original y la mayor parte son réplicas de los muebles antiguos que las hice en Cuenca y en Quito.
¿Qué capacidad tiene el hotel?
La operación del hotel es muy agradable pero demanda mucho tiempo por la gran cantidad de detalle que hay. Tenemos 14 habitaciones en las que se alojan alrededor de 28 personas, pero la capacidad del restaurante es de más de 40 personas y tenemos que estar listos para atender con eficiencia considerando nuestra mayor capacidad. Estamos ampliando el hotel para tener 5 habitaciones nuevas, pensando especialmente en huéspedes que vienen en familia y buscan habitaciones conectadas. Estas habitaciones también estarán habilitadas para personas minusválidas que, hoy por hoy, no tenemos esas facilidades.
¿Hacia dónde es la ampliación?
Hacia la parte de atrás, es decir, hacia la calle Sucre, pero la entrada principal del hotel se mantendrá hacia la calle Bolívar. Estas habitaciones estarán atravesando el jardín. De hecho, tendrán vista hacia el jardín que es un detalle que todos los huéspedes piden.
¿Siempre dando gusto a los huéspedes?
Tanto así que adicionalmente tendremos un pequeño spa para los que quieren algo especial después de los paseos que hacen cuando están aquí. Hacen largos viajes en tren, pasean hasta la Nariz del Diablo y llegan aquí al caer de la tarde muy maltrechos. Es importante tener un espacio para masajes terapéuticos, o un turco que siempre es recomendable
para las personas cuando están en este tipo de trajines.
¿La gastronomía?
La comida es internacional. Si bien no tiene un estilo definido, incorpora muchos ingredientes nacionales en cada plato. Tuvimos la participación de un chef Americano, casado con ecuatoriana, que hoy está de regreso a Estados Unidos. Él marcó un estilo de comida con toque Italiano, porque su experiencia venía de ser chef ejecutivo en un restaurant Italiano. Nuestro chef actual también es americano, casado con ecuatoriana, y es con él con quien estamos experimentando en el uso de ingredientes nacionales. Nuestra sopa de quinua es de fama.
¿Los huéspedes extranjeros disfrutan de platos nacionales?
Sí, muchísimo. El huésped extranjero pide cocina nacional y en Cuenca hay muchos y muy buenos restaurantes que nosotros recomendamos. Las comidas que hacen en el hotel normalmente son de platos internacionales a los que hemos incorporado ingredientes nacionales.
¿Cuál es la temporada alta?
No hay temporadas marcadas. Los meses de enero y septiembre tienden a ser de relativamente menor ocupación. Los reforzamos mediante promoción de mejores tarifas y las combinamos con otras atractivas actividades dentro de la ciudad. Tenemos estrategias para incrementar la ocupación esos meses bajos.
Cuenca se posiciona como capital cultural. ¿A qué se debe?
He tenido la suerte estos días de acompañar a un amigo, pintor portugués, que visitó la ciudad para asistir a la Bienal que se desarrolló en diferentes escenarios. Como este evento hay muchos otros y esto ha generado una vinculación de los ciudadanos con la pintura, el arte, fotografía, poesía, literatura y lo más nuevo, cine. En estos días se realizó el Primer Festival Internacional de Cine “La Orquídea”. Esta actividad hace que Cuenca se destaque por marcar un camino cultural muy definido y la convierte en la ciudad más atractiva del país, tanto para nacionales como para extranjeros.
Hablando de extranjeros, ¿cómo ve el hecho de que se haya convertido en el paraíso para ellos?
Cuenca tiene un nivel de vida muy alto y gran calidad de los servicios. Es una ciudad muy bonita para los que vivimos aquí, al punto de que muchos de los que han salido han regresado. Para los extranjeros, Cuenca cumple con una serie de requisitos, de cualidades que hacen que ellos quieran vivir aquí. Servicios médicos de gran calidad a bajos precios, estilo de vida tranquilo, arquitectura importante y calidez en la gente. Para ellos, esto puede ser su hogar.
¿Cuál es tu sitio favorito en Cuenca?
La Mansión Alcázar, pero disfruto mucho de caminar por el centro de la ciudad, sobre todo los domingos por la mañana, cuando hay menos tráfico. Cuenca tiene una arquitectura espectacular y muchos lugares para disfrutar. Personalmente me fijo mucho en las puertas, ventanas, en detalles que me hacen pensar que fui arquitecta en una vida pasada.
¿Cuántos habitantes hay?
Bordea los 450.000 habitantes. La población de Cuenca se mantiene más o menos estable en esa cantidad. Hemos tenido una migración muy alta, por lo que, al contrario de las otras ciudades, incluso creo que nuestra población ha disminuido.
¿Por eso se ven tantas familias de abuelos y nietos?
Esa es la razón y es un problema social bastante serio. Son familias que se acostumbran a recibir dinero que les llega a través de una remesa, sin hacer ningún esfuerzo y por lo tanto no lo valoran. Es dinero que viene envuelto de cariño, para suplantar una ausencia, pero que no da el sentido que debería. Hay problemas de conducta en los colegios por la falta de educación que estos chicos deberían tener en sus casas, de parte de sus padres.
¿La migración continúa al mismo ritmo?
No, por el contrario, desde el 2008 mucha gente ha regresado por la crisis que vive Europa y Estados Unidos. Lastimosamente no han regresado mejor de lo que se fueron, más bien están muy abatidos por haber perdido sus trabajos, sus casas. Llegan con un sentimiento de fracaso a reencontrarse con familias que tienen prácticamente perdidas porque los hijos ya no reconocen a los padres, ni a su autoridad.
¿La juventud cuencana tiende a migrar a Quito o Guayaquil?
Hay más oportunidades de trabajo aquí que en Quito o Guayaquil y las universidades son bastantes buenas. Por lo general el cuencano se queda, o si sale, regresa porque percibe muy claramente que la calidad de vida en su ciudad es mucho mejor que en cualquier otro sitio.
¿El trabajo de los alcaldes de la última década ha sido positivo?
Antes mejor que ahora. Igual que Quito, Cuenca ha tenido muy buenos alcaldes. El alcalde actual es muy joven, pienso que le falta experiencia y por eso no se ve su gestión. Considero que hay temas muy importantes como la preservación de Cuenca como patrimonio de la humanidad, que es una preocupación no sólo de los cuencanos sino de todo el país. Lamentablemente no veo que este se esté considerando como política de la alcaldía. Estamos pensando en un tranvía cuando no hemos podido solucionar el problema de los grafitis o el del tráfico y la contaminación en el centro histórico.
¿Nunca pensó ser candidata a Alcalde de Cuenca?
En algún momento pensé que podía ser interesante, conceptualizado desde un espacio para intervenir en todos los aspectos que requieren arreglo. Pero, la política es un campo minado que tiene costos muy altos, mucho más altos que el beneficio que podría obtener. Después de haber hecho política, no se lo recomendaría a nadie