Por Caridad Vela
La arquitectura es, sin duda, el testigo mudo de nuestra historia. A través de sus muros, molduras y estructuras se narran vidas, costumbres y sueños de quienes habitaron un espacio antes que nosotros. Y cuando esas huellas del pasado se rescatan y se reinterpretan con sensibilidad, la arquitectura revive cargada de nuevas historias por contar.

Así ocurre con esta casa centenaria en el Empordà, una comarca situada en la provincia de Girona, al noreste de Cataluña, en una región conocida por su paisaje mediterráneo que combina playas y calas de la Costa Brava con pueblos medievales, campos y viñedos. Además, tiene una rica herencia cultural e histórica, con fuertes vínculos al mundo del arte (es la tierra natal de Salvador Dalí), la gastronomía y la arquitectura tradicional catalana.
En esta entrevista, Marta Castellano-Mas nos cuenta cómo logró reconciliar pasado y presente, en un acto de respeto y diálogo con la historia de esta centenaria casa, para devolverle aquello que solo permanecía en el recuerdo de fotos en blanco y negro: su alma original.

Marta Castellano-Mas
¿Cómo surge la oportunidad de reformar esta casa centenaria en el Empordà?
Cuando nuestros clientes adquirieron la vivienda nos encargaron las obras de reforma. Las trabajamos junto a Serrat-Tort Arquitectos. Nos encontramos con una casa singular construida en 1900, que había sufrido distintas intervenciones con el paso de los años, algunas de las cuales no fueron acertadas y tampoco respetaban los elementos arquitectónicos originales.
¿Cuál fue el principal objetivo del proyecto de reforma?
Nuestra prioridad fue salvar y potenciar los detalles arquitectónicos originales y, a la vez, eliminar todas aquellas modificaciones que no aportaban valor y que incluso le restaban carácter a la casa.

¿Cómo manejaste el proceso de selección de materiales para mantener la coherencia histórica de la casa?
Fue una selección minuciosa porque teníamos muy claro que queríamos materiales lo más naturales y manuales posibles, pero por sobre de todo nada industrializados o demasiado mecanizados. Por eso nos inclinamos por la pintura a la cal, el parquet de pino, azulejos manuales zellige, suelos de hormigón, etc.

¿Qué tipo de intervenciones se llevaron a cabo?
El trabajo se centró en revelar y destacar la estructura original del inmueble. Eliminamos elementos superpuestos como falsos techos y revestimientos de pared para dejar expuesto el ladrillo manual y ciertas instalaciones técnicas. También sustituimos el pavimento existente, un gres sin interés, por una tarima de pino tintada in situ, lo que permitió recuperar la esencia espacial.
¿Se logró conservar algún elemento original?
Sí, logramos conservar las carpinterías originales, un fresco en el techo del recibidor y los arcos de la galería, que son testimonio de la historia de la vivienda. Además, la elección de nuevos materiales se realizó con el objetivo de mantener la autenticidad del espacio, utilizando soluciones nobles como el hormigón pulido en la cocina, una bañera de cobre, grifería de latón natural y pintura a la cal en las paredes. El resultado final corresponde a un estilo decorativo muy especial: maximalismo con carácter.

¿Cómo se expresa ese maximalismo?
Como lo dije, con carácter. La casa necesitaba piezas con alma que dialogaran con la arquitectura. Por eso, seleccionamos mobiliario vivido y con historia combinado con algunas piezas contemporáneas. La altura de los techos y la amplitud de los espacios nos permitieron jugar con elementos de gran escala sin que se perdieran en el ambiente.

¿Complicado equilibrar el maximalismo con la necesidad de funcionalidad en los espacios?
Al contrario, desde nuestro punto de vista, es más complicado intentar mantener un espacio absolutamente inmaculado que no un espacio donde todo tiene cabida y nada desentona. A nivel de vivir el espacio, lo hace mas fácil. El hecho de no ser un espacio para nada purista te permite disfrutarlo de una manera más desenfadada e informal.
¿Algún elemento arquitectónico que resultara especialmente difícil de recuperar?
Hubo dos espacios un poco más complejos que los otros, ya no por la dificultad de recuperarlos sino de mantenerlos. Uno fue el fresco del recibidor (sobre la chimenea) puesto que fue complicado poner una iluminación que no interfiriese ni dañase la pintura a la hora de pasar cables. Y el otro, y por las mismas razones, fue el techo con bóveda de la galería, donde quisimos poner una lámpara en el eje de cada bóveda y se tuvo que electrificar desde la planta superior.

¿Dónde encontraste las piezas idóneas para el mobiliario?
Viajé con los propietarios a destinos como Florencia, la Provenza y Amberes para seleccionar piezas únicas en anticuarios locales. Encontramos vitrinas y lámparas industriales en la Provenza, litografías en una callejuela de Florencia y una gran mesa francesa para el comedor. Estos elementos aportan identidad y profundidad al proyecto.

Vamos a los detalles. ¿Cómo se trabajó el diseño de la cocina?
La cocina, con una península abierta, tenía que ser neutra sin caer en la indiferencia. Diseñamos muebles a medida con listones de madera de roble pintados en gris oscuro, que se integran perfectamente en la zona de día. También incorporamos un pequeño jardín vertical sobre la campana extractora, un detalle que aporta frescura y organicidad al ambiente.
¿Qué se buscó transmitir con el diseño del patio exterior?
Queríamos evocar la vida pausada de las antiguas casas señoriales. Los muros conservan su textura envejecida, el suelo de grava aporta un toque rústico y la vegetación en macetas de terracota refuerza la sensación de frescura. Es un oasis de tranquilidad con mobiliario ligero de hierro y elementos decorativos cuidadosamente elegidos.

¿El dormitorio principal?
El acceso al dormitorio se hace a través de una puerta doble arqueada de madera, un elemento que aporta encanto histórico. Optamos por una paleta de colores oscuros para generar una atmósfera sofisticada e íntima, combinada con elementos naturales y artesanales, como lámparas de hilo de yute y un banco rústico de madera. Además, el cabecero lo conforma un conjunto de doce litografías de trofeos enmarcadas, adquiridas en un anticuario en Florencia.

La pieza estrella del baño principal es, sin duda, la bañera de cobre…
La trajimos de India y la ubicamos estratégicamente frente a un gran ventanal con vistas al patio, creando una escena de absoluto lujo y relajación. La iluminación se refuerza con una lámpara de discos de nácar y una obra del artista Antonio Mora. El uso del negro en contraste con la luz natural le da un aire sofisticado y teatral al espacio.

¿Los propietarios fueron receptivos a las propuestas maximalistas o hubo que convencerlos de algunos riesgos estilísticos?
De hecho, la clienta fue la principal instigadora de esta estética, ya habíamos trabajado conjuntamente y ella se siente cómoda con el maximalismo. Es una persona que valora mucho los espacios que se sientan “vividos” y con mucha personalidad.

Marta Castellano-Mas
¿La personalidad de los propietarios está reflejada en el resultado final?
Sin duda! Muchas de las piezas las han comprado ellos en algunos de sus viajes o en anticuarios, así que se respira mucho su personalidad. En la mayoría de diseños no puedes permitirte introducir nuevos muebles sin que hubiera una planificación previa. En cambio, con una estética como la que hemos creado, puedes tener más flexibilidad y rotación de elementos, ya que todo encaja a la perfección, siempre y cuando la estética del nuevo elemento tenga esa “alma” que nosotros siempre buscamos.

¿Satisfecha con el resultado?
Para Serrat-Tort Arquitectos y para nosotros, este ha sido un proyecto muy satisfactorio. Fue un reto complicado, pero logramos devolverle a esta casa su esencia y dotarla de un magnetismo especial. Potenciamos la fuerza que ya tenía esta vivienda centenaria y le dimos nueva vida con carácter y autenticidad.