Valeria Liciardi de Viteri
SAMBORONDÓN
Por: Irene Ycaza Arteta
Septiembre-octubre, 2013

Valeria Liciardi de Viteri

Si Valeria Liciardi de Viteri hubiese nacido en otra época, sería contemporánea de personajes como Rita Hayworth, Audrey Hepburn, y Grace Kelly. Si estuviese en una película, interpretaría a Daisy Buchanan en el Gran Gatsby, o Holly Golightly en Desayuno en Tiffany’s.

 

Y es que Valeria tiene alma vintage. No por edad, sino por lo que ella representa: dulce, femenina, una dama en todo el sentido de la palabra. Tradicional en sus costumbres, conservadora en sus pensamientos, y clásica en su exquisito buen gusto. Su personalidad se refleja no sólo en su elegante forma de vestir y en sus facciones, sino también en su vida laboral como socia del local Vintage en Plaza Lagos, y en la decoración de su casa con detalles clásicos y atemporales en cada rincón.

 

La entrada da la bienvenida a una magnifica decoración. Los elementos están ubicados y combinados de tal manera que existe una armonía intrínseca en cada espacio. Los muebles, que los tiene desde que se casó con Carlos Viteri hace 10 años, son de corte clásico, casi francés, y mantienen el mismo tapiz con el que fueron comprados. En la sala, los sillones encuentran su perfecto complemento con baúles que hacen de mesa decorativa, columnas de onyx, un exclusivo bargueño encontrado en uno de sus viajes, y cuadros de pintores ecuatorianos en las paredes.

La casa tiene personalidad marcada con un estilo propio adquirido a través del tiempo

La casa tiene personalidad, marcada con un estilo más propio que ha adquirido a través del tiempo. “Al principio, cuando recién me casé con Carlos, no sabíamos bien hacia dónde íbamos en temas de decoración. Pero hace un tiempo fuimos por primera vez a la casa de unos amigos, y cuando entramos sentí algo increíble al ver una casa con personalidad. Cada detalle transmitía lo que ellos son, y así debería ser un hogar”. Y eso lograron ellos en el suyo. La casa transmite Valeria, transmite el gusto por celebrar la vida en familia.

 

Al casarse con Carlos Viteri, Valeria pasó a formar parte de una enorme familia, con más de 80 personas entre tíos, hermanos, abuelos y sobrinos; y heredó la hermosa costumbre de celebrar las cosas en grande. Modesta en admitir que tiene una decoración espectacular en su hogar, dice que lo que más le preocupa es que todos los invitados se sientan cómodos. “Mi familia es pequeña: mis papás, mi hermano, mi cuñada y mi sobrina; el resto está en Argentina. Mi esposo, en cambio, tiene una familia muy grande y unida; y así como me enamoré de él, me enamoré de su familia. Sus hermanos son como mis hermanos, a su abuela la quiero como si fuera mía, y mi suegra es como mi mamá”, cuenta. “Ya sea para un cumpleaños, una gran cena, o un pan de yuca con yogurt, en lo que más pensamos es que estén cómodos y que haya espacio para sentar a todos”.

Vive desde hace cinco años en esta casa en Samborondón, durante los cuales la decoración se ha convertido en una colección de antigüedades donde cada elemento tiene una historia. “Valoro lo viejo, es algo que me ha gustado toda la vida”, explica. Le interesa de sobremanera el valor histórico que representan las antigüedades, y disfruta mucho la oportunidad de conversar con gente mayor.

Los elementos decorativos están ubicados y combinados de tal manera que existe una armonía intrínseca en cada espacio.

El bargueño tiene nácar incustrado en madera y detalles minuciosamente trabajados

 

 

 

Encontrar cosas antiguas, de valor, es una labor muy minuciosa, ser socia de Vintage le facilita el trabajo, pues tiene proveedores que la ayudan a encontrar piezas únicas, ya sea para la tienda o para su casa. Cada viaje a un anticuario en Madrid, o a una tienda de accesorios de las esposas de soldados de la Primera Guerra Mundial en Paris, o visitas a remotos lugares como Estambul, así como las bodegas de abuelitas en Ecuador, han sido motivo para una compra. Destaca en su casa una impecable selección de productos y detalles exclusivos, que no han sido producidos en masa.

 

En una de las paredes, el protagonismo se lo lleva un bargueño que encanta a Valeria. “Tiene muchos cajoncitos para guardar cosas secretas y documentos importantes”, dice sonreída junto a su engreído. “Lo encontré en una de las compras que hicimos con María Susana Rivadeneira (su socia), me enamoré y me lo quedé. Es tan difícil encontrar piezas tan minuciosamente trabajadas como ésta. Tiene nácar incrustado en la madera, y detalle en cada centímetro”.

Aquél bargueño va perfecto con el detalle que hay en la casa. Una bella decoración, amigable con los niños que hasta ahora no son responsables de ninguna rotura o daño. “No quisiera vivir preocupada de que se rompan las cosas, y si realmente algo se rompe, me dará pena, pero son cosas y las cosas vienen y van. La casa hay que vivirla y aquí hay un tráfico grande de gente, siempre la ha habido y la habrá”, comenta. “Con mi esposo la llamamos la casa del ritmo, porque hacemos matrimonios de amigos, bautizos de sobrinos, y almuerzos todo el tiempo. Nos gusta que vengan a nuestra casa, compartir y recibir gente”.

 

A eso se suma la atención con la que nos recibió en su casa durante la producción de fotos. Chocolates en un pequeño plato bañado en plata, tacitas de porcelana para un delicioso café cuyo aroma inundaba el espacio, macaroons de todos los colores, y delicadas galletas de miel con chocolate blanco. Resulta que además de su amor por el arte, Valeria estudió para ser Chef, y es a través de sus preparaciones que demuestra el encanto que siente al recibir gente en su casa.

“Por lo general las cosas clásicas son muy femeninas y van con el concepto vintage”

Los fines de semana asisten a partidos de fútbol de su hijo, o con su familia visitan a las abuelas para almorzar, pero aprovechan mucho la casa. “Es una casa que siempre recibe gente. Es una casa que tiene vida y a mi me gusta que sus puertas estén siempre abiertas”. Con su experiencia en cocina no se estresa de tener invitados en la cantidad que sea necesario. Siempre está pensando qué hacer. “He copiado muchas recetas de mi mamá y mi suegra, ellas han sido mis dos grandes profesoras”.

 

Valeria estudió Ingeniería Comercial en la universidad, y al casarse estudió en la Escuela para Chef porque quería cocinar bien para su casa. Más tarde hizo una Maestría en Orientación Familiar pensando en el bienestar de su familia. Siempre clara en sus valores, la maestría le ayudó para tener un norte fijo de cómo educar a sus hijos.

Carlos, su esposo, ha jugado un papel fundamental en la vida de Valeria. “Me consciente y me apoya mucho en cada cosa que hago, en mejorar y en crecer”. Él fue el primero en apoyarla para que estudiara, y también para arrancar el negocio de la tienda Vintage. “Carlos ha sido el gran culpable de que esté metida en este negocio. Él me motivó para estudiar y ahora dice que voy a pasar la vida estudiando. En el negocio me da una mano enorme con las finanzas o cualquier emergencia que tengamos”.

 

Con María Susana, siempre hablaron de tener algo juntas. Ese sueño se hizo realidad hace un año cuando nació Vintage en Plaza Lagos. “Me encanta porque estoy en contacto con el arte, con el diseño”, dice Valeria que es muy perfeccionista y sabe que todavía puede hacer mucho.

 

Al principio en Vintage solo se vendía ropa, pero no accesorios, detalles ni adornos. Ahora es un lugar que además de ropa clásica con mucho estilo, ofrece detallitos, jabones, velas, joyas, libretitas, tacitas de té, muebles antiguos, armarios y un sinnúmero de elementos que podrían fácilmente estar como decoración en casa de Valeria. Entre los proyectos para Vintage, espera tener un espacio para cosas hechas en Ecuador, porque hay gente muy talentosa en el país. Por ejemplo cosas hechas con filigrana, esculturas y pashminas.

 

“Hemos notado que va mucha gente del exterior a Plaza Lagos, y tener productos hechos en Ecuador es una manera de apoyar nuestra industria”, dice.

 

“Ernesto Estrada ha hecho una inversión importante en el sector. Este lugar es maravilloso y cuando uno recibe un amigo o familiar, es uno de los primeros lugares a los que los lleva”.

Plaza Lagos va con su estilo de vida y con el concepto de Vintage. Un lugar limpio, con lagos, donde se puede dar largas caminatas o entrar en uno de sus locales para disfrutar de un buen café mientras los niños juegan en las plazoletas y piletas. “La verdad que es un lugar tan lindo que no lo pensamos mucho cuando vimos la oportunidad de tener nuestro local aquí”, comenta. “El ambiente, la organización que hay es increíble. Es un lugar seguro y perfecto para lo que buscábamos”.

 

Con Vintage, Valeria se ha involucrado en la decoración y el arte, ha conocido gente de anticuarios y ha aprendido trucos para diferenciar materiales. Distingue el cristal del vidrio por el ancho del borde de la pieza porque el cristal es más fino. Aprendió que es cristal cuando al reflejar la llama de una vela se repite muchas veces la imagen, mientras que en el vidrio no. “También he aprendido que una pieza es considerada una antigüedad cuando tiene más de 100 años, aunque eso no garantiza su valor”.

 

El estilo vintage es una constante en su vida y en su forma de pensar. A Valeria le gusta la moda, pero si hay que escoger, se queda con lo clásico. “Me encanta cuando las mujeres son femeninas, y por lo general las cosas clásicas son muy femeninas, y van con un el concepto vintage. Es difícil que te canses de lo cásico, porque por alguna razón es un estilo que ha permanecido en el tiempo”.