Por Lorena Ballesteros

Si tuviera que describir a Vivian Platón en pocas palabras, diría que es una mujer sencilla y con los pies bien puestos sobre la tierra. Afortunadamente tengo la oportunidad no solo de describirla, sino de contar su historia profesional y laboral, que es un ejemplo para cualquiera. 

Vivian me recibe en su casa para sostener esta entrevista, tomando todas las precauciones necesarias en esta época de pandemia. La lluvia, característica de fines de octubre, nos acompaña y nos obliga a sentarnos en el comedor principal, pero con una vista magnífica de su jardín y área social exterior. A simple vista puedo apreciar algunas piezas decorativas de su tienda MUY MUCHO, franquicia que introdujo en Ecuador hace exactamente un año y uno de los temas centrales de este artículo. 

Pero, antes de hablar de su relativamente nuevo y apasionante negocio, iniciamos nuestra conversación con su formación profesional y sus primeros años laborales. Vivian, o Vivi, como le dicen la mayoría de las personas que la conocen, estudió Diseño Gráfico en la Universidad Jefferson en Guayaquil, y posteriormente viajó a Nueva York para terminar su carrera en Parsons School of Design. Ese título la impulsó a vincularse a una agencia de publicidad por varios años. 

Sin embargo, la arquitectura era una especie de asignatura pendiente. Además, siempre tuvo vocación, pasión y entrega por la decoración interior. Confiesa que este es un gusto adquirido de su madre, pues en su casa todo estaba ordenado y arreglado. Si había una invitación a cenar la mesa estaba impecable y con algún detalle especial. Vivi creció marcada por ese sentido estético que reinó durante su infancia y adolescencia. 

No está muy segura de por qué se decidió por diseño gráfico, pero recuerda ese tiempo con ilusión. Fue una manera de introducirse en las artes y en el diseño en general. Un campo profesional que no está tan distante de la decoración interior, profesión a la que luego se vinculó. ¿Cómo llegó allí? ¿Cómo dio el salto de una profesión a otra? Quizá fue el azar, o tal vez el destino. 

Lo cierto es que, cuando se mudó a su primer departamento en Guayaquil lo decoró con gusto propio, y creó un espacio tan acogedor que no pasó desapercibido ante los ojos de sus conocidos. Y sin querer, una de sus amigas cercanas, dio el primer paso y le dijo “Vivi, quiero que tú decores mi casa”. El timing fue ideal porque Vivi ya no trabajaba en la agencia de publicidad y se lanzó al proyecto propuesto por su amiga. Recuerda ese reto con alegría porque marcó el inicio de su carrera como decoradora. Y aunque nunca estudió arquitectura, se dio cuenta que cuando existe vocación y dedicación se va haciendo camino al andar. 

Ahora, muchos años después de esa primera casa que decoró, esa misma amiga le ha pedido que redecore el cuarto de su hija que ya se convirtió en adolescente. Y aunque Vivi está “retirada” de la decoración de interior, no se ha podido negar a su petición. 

Regresando unos 15 años atrás, a la época en que decidió apostar por la decoración de interiores como su nueva profesión, Guayaquil también vivía un auge en ese campo. El mercado de muebles, telas, accesorios, por mencionar algunos elementos de decoración, estaba bien posicionado.

En zonas como Samborondón, el boom de la construcción e inmobiliario favoreció el trabajo de Vivi, que no tardó en consolidarse, pues el decorador de interior iba, de cajón, como parte del equipo en cada obra. Pronto se hizo un nombre y su agenda tardó poco en apretarse. Su rutina de aquella época fue madrugar a las obras y pasar el día entero de un lugar a otro, revisando planos, creando, generando ideas funcionales y adaptables al estilo de la vida de cada cliente.

Asegura que fueron “unos años muy lindos, pero muy demandantes”. No paraba de trabajar. Al llegar a casa prendía la computadora y seguía. Así como el trabajo le dio tanta alegría y réditos profesionales, también sacrificó su vida personal. Una factura alta que pagó por un tiempo. 

Cuando le pregunto por su estilo, me responde “ecléctico”, pues le gusta mezclar de todo, pero con buen gusto. No se identifica con tendencias minimalistas, ella va más por una línea acogedora, cálida o bien descrita en el nombre de su compañía: “La casa con alma”. Ese concepto lo creó cuando una cliente de Guayaquil le dijo que necesitaba de su asesoría, pues su casa no tenía alma. Una vez que terminó el proyecto su clienta afirmó “esta es mi casa con alma”. 

Ese fue su verdadero reto como decoradora, comprender a cabalidad el gusto y estilo de vida de cada uno de sus clientes y recrear un hogar acogedor y funcional. Vivi nunca quiso que al terminar sus obras quedara plasmado su estilo, sino su esencia. “El estilo que debe imperar es el del cliente o la familia que va a vivir en ese lugar”, asegura. Muchas veces te encuentras con casas que desde que pones un pie en ellas sabes quién fue la decoradora. Ese no es su caso. Vivi vuelve al concepto del alma como eje de su marca. 

La pasión que le puso a generar esa marca personal, fue identificándola como la decoradora que daba alma a los hogares. Vivi tiene una sensibilidad asombrosa para dotar de vida a los espacios. Prueba de ello es su casa en Cumbayá, en la que vive con su esposo David Vergara, y por quien tomó la decisión de mudarse a Quito hace tres años.

La casa la compraron terminada y de segunda mano. Para Vivi fue como recibir un lienzo en blanco con todas las posibilidades sobre la mesa. Le hizo ilusión trabajar sobre madera, pues en Guayaquil ese material no es tan habitual por el clima costeño; pero en Quito, es uno de los elementos básicos para hacer un hogar acogedor. 

La madera impera en escaleras, puertas, vigas y marcos de ventanas. Vivi incluso implementó una pared de madera vista, muy natural, con una puerta corrediza para integrar y separar el área social con la cocina. Así, cuando la puerta está cerrada hay privacidad, pero al abrirla el espacio crece y se vuelve más informal. Funcionalidad, sin duda uno de sus principales conceptos. 

La decoración de su casa es sencilla. No hay nada pretencioso o demasiado majestuoso. Es un hogar que invita a quedarse. Por ejemplo, la sala de estar permite recrear con facilidad un estilo de vida: una familia que mira la televisión en un sofá, mientras la mascota descansa también en su propia cama. 

Pero también es un hogar que invita a recorrerlo, a explorarlo. En el baño de visitas te encuentras con una pequeña oda a la naturaleza y a lo oriental. Ese gusto por la cultura oriental también se replica en sillas y bancas desplegadas en el hall de entrada. Cada pieza guarda una historia. 

En el recorrido que realizamos, Vivi me comenta sobre otros toques particulares. Por ejemplo, la baldosa verde que le puso a su jacuzzi y el efecto de color que le dio. Los muebles que escogió para que esa área se convierta en un espacio de descanso y relax para propios e invitados. Y mientras subimos las escaleras me cuenta con orgullo cómo transformó los dormitorios de los hijos de su esposo.

David tiene mellizos de 13 años, niño y niña, que están en esa edad en la que han dejado con nostalgia la infancia y comienzan a definir su identidad adolescente. En estas habitaciones su trabajo fue magnífico. En el cuarto de la niña predomina el blanco. La pared del fondo tiene marcada la textura del ladrillo. Hay elementos vanguardistas como accesorios de unicornios, un escritorio funcional, ideal para las clases en línea. ¡Sentí deseos de ser adolescente otra vez!

El cuarto del niño también tiene la pared de ladrillo, pero en este caso la dejó sin pintar, como en un estilo más industrial. Este cuarto es más sobrio, pero con elementos decorativos que dejan saber que su residente no es un adulto, sino un adolescente que estudia y le encantan los videojuegos. 

Las paredes de su casa están vestidas con cuadros. Y como ha utilizado tonos neutros en paredes, lucen de manera exquisita con el protagonismo que merecen. A Vivi le encanta el arte, sobre todo descubrir talento nacional. Busca con frecuencia obras de artistas jóvenes y ecuatorianos. 

También es evidente que tiene debilidad por las texturas. Prueba de ello son las paredes de los cuartos de sus hijastros, pero también por los textiles y piezas decorativas. En su casa provoca tocar, sentir, sentarse en sillas y sillones. Incluso tomarse un café caliente en el porche con una cobija y un libro. ¡Definitivamente es un hogar con alma y espíritu! 

Una vez que me ha relatado todo el contexto de su vida profesional, de su primer matrimonio, de su pasión y obsesión por su trabajo, comprendo mejor a la mujer que tengo enfrente. Es una guerrera con un corazón ardiente. Se entrega a lo que le gusta. Tiene un sentido de la responsabilidad muy alto y se ha dedicado con cabeza y corazón a lo laboral; pero en la segunda oportunidad que le ha dado la vida de encontrar el amor, esa dedicación está compartida con su nueva pareja. 

Vivi conoció a David porque un primo suyo se lo presentó, ¡por foto! Sí, una historia muy contemporánea. De mensajes de texto y llamadas. Hasta que David se animó a viajar a Guayaquil a conocerla personalmente y ya no hubo marcha atrás, el flechazo quedó sellado. 

Vivi reconoce que “sin su maravilloso esposo” no habría consolidado su nuevo negocio. Ella se mudó a Quito por él. Porque aquí estaba la empresa de David y sus hijos, a quienes difícilmente podía dejar. Y como el amor mueve montañas, Vivi se trasladó a la capital para comenzar de cero. En su cabeza estaba el plan de seguir con la decoración y de alguna manera trasladar también el nombre que había alcanzado en su ciudad natal.

Sin embargo, la tarea no iba a ser sencilla. Tenía que buscar proveedores, formar equipo, buscar clientes… Por eso, su casa fue su primer proyecto y desde allí partió decorando para familiares de David. 

Un viaje que realizaron juntos a Europa les dio el impulso para aventurarse en el mundo del retail. Vivi conocía las tiendas “Muy Mucho” y le encantaban. La marca tiene un slogan llamativo: “NICE AND PRICE”. Y es precisamente eso lo que ofrecen. Accesorios para todos los rincones del hogar, piezas decorativas, ciertos insumos de papelería, algo de accesorios personales; todos ellos con la insignia de diseño original, práctico y a precios accesibles. 

Así como en un sueño, le dijo a su esposo que le gustaría llevar esa franquicia a Ecuador. Con un “ya pues, averigüemos”, se embarcaron en este fabuloso proyecto. En el que también involucraron a una pareja de amigos, así Alejandra de Khamis se convirtió en la socia de Vivi. 

Para Vivi fue el paso ideal. Temía que seguir como decoradora sobrepasara sus días como le sucedió en Guayaquil. La idea de tener un negocio propio de retail, en el que de alguna manera pudiera manejar mejor sus horarios de trabajo, le propició una bocanada de aire freso. 

Con Alejandra abrieron la primera tienda en Condado Shopping, en noviembre pasado. Para febrero se inauguró Quicentro y lastimosamente en marzo cerraron temporalmente por la pandemia. Vivi admite que fue duro, pero había que reinventar el negocio. Afortunadamente las redes sociales de “Muy Mucho” estaban consolidadas y sirvieron como canal de venta en línea. Durante los meses de confinamiento las familias hicieron más funcionales y acogedores sus hogares. Los muebles, accesorios y piezas decorativas se convirtieron en inversiones esenciales. 

Ahora que han vuelto a una nueva normalidad. Las tiendas de “Muy Mucho” están preparadas para la Navidad. La colección de temporada invita a entrar y perderse por más de una hora entre bombillos, calendarios de adviento, velas, estrellas, accesorios para la mesa navideña, luces para el árbol y tantas otras novedades para decorar la casa con ambiente festivo. Se puede encontrar una línea muy clásica con tonos rojos y dorados; y otra que denominan nórdica, en la cual predomina el color plateado. 

Los clientes de “Muy Mucho” también pueden beneficiarse del know how de Vivi. Están implementando un servicio de personal shopper para quienes no puedan desplazarse a los locales, y aún así quieran vivir la experiencia de “Muy Mucho”. Uno de los asesores hará el recorrido virtual para que el cliente pueda apreciar toda la oferta, pero además podrá mostrar su casa, sala o dormitorio al asesor, para que pueda comprar el ítem indicado. Incluso hay clientes que pueden enviar fotos y pedir asesoría completa. Vivi cuida de escoger la mercadería para aportar con la decoración ideal para cada espacio. 

Quizás Vivi pensó que su nuevo negocio le dejaría más tiempo libre. Lo cierto es que en poco tiempo abrirán otra tienda en Scala Shopping, y hasta febrero se inaugurará otra en San Marino en Guayaquil. Su agenda se ha vuelto a apretar. Pero quizá se dio cuenta que, aunque siga trabajando jornadas intensas, ella ha cambiado. Sus prioridades están establecidas y equilibra sus días entre su apasionante trabajo y la vida personal y familiar, porque sabe que su nuevo hogar tiene alma, corazón, y mucha cabeza.