Columna de opinión – de cal y arena – por Caridad Vela

No paran las elucubraciones sobre lo que será el “nuevo normal” cuando salgamos de casa y nos abrigue un nuevo sol. No hay distingos de género o etarios, no hay sociedad segmentada por estrato económico, raza, nivel cultural o intelectual. Todos, desde nuestras capacidades, barajamos incertidumbres sobre el “nuevo normal”, sin saber a ciencia cierta a qué, en el fondo, nos referimos.

Si aplicamos este término al uso que se le ha dado últimamente, por ejemplo que los 50 son los “nuevos” 30, lo lógico sería pensar que hay un renacer en ese “nuevo normal”. Una segunda oportunidad de revivir viejas costumbres, de volver a conversar en lugar de chatear, cocinar en casa y comer en familia, de abrir un buen vino cuando haya otra razón que no sea mitigar el estrés.

Pero para soñar en comer y beber hay que reiniciar la economía del hogar, y eso sucederá cuando las empresas, el comercio y toda actividad generadora de empleo y riqueza, sobrevivan esta paralización. Sin una vía expedita para ese renacer, la economía nacional caerá en un profundo abismo y se llevará consigo a todos los ecuatorianos.

La primera es de cal. Si detrás de la crisis hay una oportunidad, por qué los políticos se equivocan tanto en identificarla?

Vanidad. Maldita vanidad es la respuesta. Y me refiero a la gran mayoría de legisladores cuyo léxico parecería haberse reducido a una palabra: no. Creen que negar los engrandece porque los aleja del gobierno que está por terminar su período, pero es cobardía y ausencia de valor para tomar decisiones lo que reflejan. No, esa es su respuesta, porque no quieren cargar el peso de la responsabilidad de actuar, y ante eso, la respuesta es la inacción.

Esas dos letras se han convertido en el epitafio de la recuperación, se han pronunciado incluso antes de recibir el proyecto firmado por el Presidente, y así, anticipadamente, la Asamblea Nacional entierra toda posibilidad del mañana que estamos desesperados por construir.

Puede que sea yo la desinformada, y por eso pregunto. Se ha discutido un nuevo marco legal que abarque la realidad del sector privado en el ámbito laboral? Se ha pensado en alguna fórmula de salvataje para que ese sector tenga un respiro financiero y pueda responder ante sus obligaciones tributarias o ante sus acreedores privados? Desde la Asamblea Nacional se ha propuesto al menos un borrador de protocolo de sanidad y seguridad empresarial para cuando llegue el primer día de ese nuevo mañana? Se ha considerado cómo manejar futuros picos de contagio?

Nada de eso se les ha ocurrido tratar con urgencia, han perdido su norte, están ausentes en las reuniones virtuales porque algo les impide ir del dormitorio a la sala de su casa, donde está el computador. Y cuando se reúnen, lo hacen para exigir, exortar o sugerir, mas no para legislar.

Mientras tanto, el empresario privado no duerme pensando en cómo enfrentar el desafío de una sociedad con nuevos comportamientos y necesidades, permanece atento a las noticias para enterarse del último parche decretado por efecto de reacción. Es lo que hay, al gobierno no le queda otra alternativa que parchar, porque la burda política callejera que se maneja en la Asamblea responde con el monosílabo de moda, porque no entiende la realidad, está ciega ante el sentido de urgencia.

Existe un proyecto de Ley Orgánica de Apoyo Humanitario para combatir la crisis, que, en palabras comunes, se la conoce como ley de quiebras. Establece lineamientos para aquellas empresas que se encuentren enfermas de gravedad, y promueve acuerdos que deben darse entre deudores y acreedores para reestructurar obligaciones pendientes. Buena idea, pero es un proyecto de ley, y como tal, podría permanecer en modo pausa hasta que sea demasiado tarde para funcionar en la práctica. Ojalá nos sorprendan los asambleístas.

Otra de cal se llevan los municipios, notarías y registros de la propiedad a nivel nacional. Parecería que nada les importa. La Asociación de Promotores Inmobiliarios (APIVE) denuncia públicamente que medio millón de obreros de la construcción no han cobrado por su trabajo desde el 16 de marzo. La razón? Estas entidades públicas no dan paso al trámite de compraventa de vivienda terminada, acto en el cual el comprador paga al promotor, con crédito hipotecario, el 70% del valor de su vivienda, porque el 30% ya lo cubrió de fondos propios.

Más allá de perjudicar económicamente a este enorme sector de la población, esta situación tiene paralizados $400 millones en créditos hipotecarios aprobados, listos para ser desembolsados, y consecuentemente rompe la cadena de pagos en el sector de la construcción. Resulta increíble que los funcionarios no reparen en el daño que causan al país.

La de arena en esta entrega va para Constructores Positivos, ese colectivo de empresarios privados que lucha día a día por conseguir sus objetivos. Finalmente, y a pulso, han logrado que el sector de la construcción sea aprobado para implementar un plan piloto para reiniciar actividades. Con recursos propios elaboraron el manual de seguridad y salud empresarial, con dinero de sus bolsillos pagarán el costo de implementar esos protocolos, y con la firme decisión de sacar adelante al país trabajarán en pos de mantener empleos, activar la cadena de pagos de productos relacionados, y, paso a paso, retornar a la tan ansiada normalidad.

Va otra de arena. El Alcalde de Quito mereció mi dura crítica en octubre 2019, pero vale resaltar que con su accionar en esta imprevista y terrible circunstancia, ha borrado con el codo lo que entonces hizo con esa mala mano. Ha estado a la altura de lo que Quito merece, ha liderado acertadamente y ha sido pronto en tomar decisiones. Si bien el reto no se ha superado todavía, vamos por buen camino. Hemos vuelto a confiar en él.