Abril – Mayo 2025
Lon datos certeros del último proceso electoral iniciamos un nuevo ciclo, estamos ante una nueva oportunidad. No se trata de una ilusión ingenua de mi parte, ni del desbordado entusiasmo colectivo contagiado, se trata de asumir la responsabilidad que requiere enfrentar el desafío de una voluntad colectiva que empieza a tomar forma con fuerza, sin temor, con aroma a libertad y respeto.
Ecuador ha dado una señal clara: quiere avanzar sin antagonismos. Los recientes resultados han devuelto al país un aire de optimismo moderado y maduro que entiende que el cambio no se dará de la noche a la mañana, pero demuestra que es posible retomar la ruta del crecimiento, la estabilidad y el desarrollo, con el respaldo que en las urnas ha dado una amplia mayoría de la población.
Si bien el momento es propicio, es también exigente. Después de tanto tiempo enfrentando inestabilidad, incertidumbres, divisiones y obstáculos de toda índole, la recuperación dependerá de decisiones responsables, de acuerdos reales, de una ciudadanía activa y, sobre todo, de que el sector productivo siga apostando por el país con trabajo, inversión e innovación.
En este escenario el sector inmobiliario y de la construcción tienen un rol protagónico. No solo por nuestra capacidad de generar empleo y dinamizar la economía, sino porque somos un reflejo directo del ánimo de una sociedad. Si se construye es porque se cree en el futuro. Si se invierte en vivienda es porque se piensa en estabilidad, en pertenencia, en un mañana con seguridad.
Hoy más que nunca necesitamos proyectos que atiendan las verdaderas necesidades de la población, desarrollos que combinen funcionalidad, sostenibilidad y diseño para todos los segmentos socioeconómicos de la sociedad, y una planificación urbana que favorezca la integración de los ciudadanos y el crecimiento ordenado.
Necesitamos también voluntad política para impulsar normativas que fomenten la inversión sin trabas innecesarias, que promuevan el crédito hipotecario y que incentiven el desarrollo de ciudades más humanas, accesibles e inteligentes. Necesitamos, desde nuestro ámbito de acción, encontrar oídos atentos a las necesidades de quienes hemos palpado la realidad del mercado, porque la hemos vivido desde el riesgo incierto sobre nuestras inversiones.
El momento de actuar es ahora, no como reacción a una coyuntura, sino con la convicción de que solo desde el compromiso público-privado y la coordinación entre sectores con una visión colectiva a largo plazo, el optimismo que sentimos hoy se convertirá en progreso tangible que se dejará sentir en el mediano plazo.
Hasta la próxima!
Caridad Vela