
Interpretar espacios requiere misticismo y alma creativa. Denisse diseña para emocionar, es tan versátil como su clientela. Su sello es crear ambientes que se viven, conectan, hacen sentir bien y ofrecen bienestar. Hablar con ella es entrar en un torbellino de ideas, entusiasmo y claridad. “El interiorismo no es un lujo, es una herramienta para mejorar la vida cotidiana”, me dice. Con mirada aguda y sonrisa alegre combina funcionalidad, estética y personalidad en cada proyecto que asume.

Denisse Ortega
Llevas más de 20 años en este mundo del diseño interior. ¿Cómo nace tu pasión por transformar espacios?
Siempre supe que tenía que trabajar con lo estético, con el equilibrio y la armonía, pero sobre todo con las personas, porque el diseño no es solo cuestión de estética, es emoción pura. Desde muy joven sentí que los espacios tienen alma, y que con las decisiones correctas puedes elevar por completo la experiencia de quienes los habitan. Eso me atrapó desde el primer día, y hasta ahora no he parado.

¿El interiorismo es un lujo?
No, por el contrario, es necesidad. Transforma la manera en que vivimos, sentimos y compartimos nuestros espacios para que hablen de nosotros, de lo que sentimos y de la etapa de la vida que estamos atravesando. Cada espacio tiene el potencial de convertirse en el lugar favorito del mundo para alguien, y me apasiona ser parte de eso.

¿Qué te motiva a aceptar nuevos proyectos?
Las ganas de crear algo único. He trabajado con casas nuevas, oficinas, remodelaciones, espacios comerciales y cada proyecto es una nueva aventura, una historia por escribir.
Puede ser una casa recién entregada o aquella que necesita una segunda vida. Me motiva el reto de conectar con el cliente, entender su estilo de vida, su ritmo, lo que sueña. Me encanta cuando me dicen: “no sé lo que quiero, pero cuando lo vea, lo voy a saber”. Ahí empieza la magia y la enorme responsabilidad que siento con ese cliente.

¿Cómo describes tu estilo?
Soy versátil. No me gusta encasillarme porque creo que el diseño debe adaptarse a cada cliente y no al revés, pero si tuviera que resumirlo diría que mi estilo es fresco, funcional y emocional. Busco equilibrio y siempre incorporo un toque inesperado, puede ser un color, una textura o una pieza con historia, porque en el fondo soy algo ecléctica, me encanta el desafío de romper paradigmas haciendo cosas diferentes.

¿Qué importancia tiene el diseño interior en la vida de la gente?
Toda. Y no lo digo solo porque me dedico a esto. Un buen diseño interior cambia tu día a día, mejora tu ánimo, te da orden mental, te hace disfrutar más tu casa o trabajar mejor en tu oficina. No es un lujo: es una herramienta para vivir mejor. Hay gente que me dice “no quiero salir de mi casa desde que la remodelaste”, y eso es felicidad total para mí.

¿Cómo es tu proceso cuando empiezas un nuevo proyecto?
Interiorizo lo que escucho, lo medito, lo siento. Me gusta conversar, conocer cómo vive la familia, qué les gusta, qué necesitan, qué no soportan. Después viene el recorrido del espacio: lo estudio, lo mido, lo imagino, y ahí empiezo a diseñar con intención. Hago propuestas muy aterrizadas con elementos visuales como planos, renders, moodboards, y opciones de materiales para que el cliente tenga una idea clarísima de lo que propongo. Respeto el presupuesto establecido para el trabajo, pero lo hago sin sacrificar estilo.

¿Qué tan importante es la personalización?
Infinitamente importante, la personalización es todo. No creo en los espacios de catálogo a pesar de que muchas veces me traen fotos de Pinterest. Cada cliente es distinto, cada vida tiene su dinámica. Me encanta cuando logramos espacios que realmente reflejan a quienes los habitan. Hay proyectos en los que diseño desde el mobiliario a medida hasta el color exacto del cojín del sofá, porque cada detalle cuenta, y mucho.

¿Cómo manejas la parte operativa y la ejecución de obra?
Con organización total. Un buen diseño sin buena ejecución no sirve. Tengo un equipo técnico súper comprometido y superviso personalmente cada etapa. Soy obsesiva con los acabados, las medidas, las texturas. Me gusta que las cosas se hagan bien, con cariño, técnica y puntualidad, esa soy yo, y esa combinación de factores es la que da resultados espectaculares.

También tienes tu taller de fabricación de mobiliario…
Sí, ahí es donde produzco piezas especiales, a medida, que responden exactamente a las necesidades y gustos de cada cliente y, sobre todo, a volumetrías distintas a lo estándar. En el mercado a veces no encuentro lo que busco, la solución es fabricarlo, desde mesas únicas hasta cabeceras de cama personalizadas. En mi taller las ideas cobran forma con precisión y calidad, y así cierro cada proyecto con la seguridad de que no dejé ningún detalle al azar.

Denisse Ortega
¿Qué errores comete la gente cuando decora por su cuenta?
El más común es dejarse llevar por tendencias sin pensar en funcionalidad, o mezclar estilos sin control. Otro error clásico es comprar muebles por impulso, sin medir el área o considerar el uso real del espacio. Ahí entro yo, para ayudar a corregir el rumbo antes de que esto suceda, o para evitarlo desde el principio.

¿Hay algún proyecto que recuerdes con especial cariño?
La verdad es que me encariño con todos, pero hay uno que me marcó. Era una remodelación total de una casa patrimonial. Los clientes me dieron libertad total y logramos conservar la esencia de lo antiguo con un diseño contemporáneo espectacular. Cuando vieron el resultado, lloraron. Ahí supe que esto va más allá de lo visual, es emocional.
¿Qué es lo que más disfrutas de tu trabajo?
El momento en que entrego el proyecto terminado. Ver la cara de felicidad de mis clientes, su sorpresa, saber que ahora aman su casa más que nunca, eso no tiene precio. Así como disfruto el final, también disfruto el proceso creativo, las reuniones, los desafíos, nunca hay un día igual al otro y eso inyecta una dinámica especial a mi vida.

¿Qué le dirías a alguien que está pensando en contratar a una interiorista pero aún duda?
Que lo haga sin miedo. No tiene que ser un proyecto gigante ni carísimo. El primer mito a derrumbar es ese. El diseño interior se adapta a todos los presupuestos y puede hacer una gran diferencia incluso con pequeños cambios. Además, trabajar con una profesional evita errores, ahorra tiempo y dinero. Yo siempre busco soluciones prácticas, con estilo y sentido común.

