Por Gabriela Paz y Miño
Una ciudad elaborada únicamente con madera. Parece el sueño imposible de un niño, pero en Suecia, concretamente en Sickla, una zona al sur del centro de Estocolmo conocida por su pasado industrial y su actual transformación urbana, esta utopía ya es una realidad en construcción.
En el país de IKEA, donde el diseño funcional forma parte de la identidad nacional, se construye ahora el proyecto urbano de madera más grande del mundo: Stockholm Wood City, impulsado por Atrium Ljungberg, una de las principales promotoras inmobiliarias de Suecia, con amplia experiencia en el desarrollo de entornos urbanos sostenibles y de uso mixto.

En su portafolio figuran proyectos emblemáticos como Slussen, Slakthusområdet (el distrito de los antiguos mataderos de Estocolmo), la renovación de Söderhallarna —adaptado para oficinas, espacios creativos y mercados culinarios— y Sickla Köpkvarter, un centro comercial con espacios residenciales y culturales en el mismo distrito donde se levanta la nueva ciudad.
Durante más de dos décadas, Atrium Ljungberg ha liderado la transformación de Sickla. De ser una antigua zona industrial al sur de Estocolmo, se ha convertido en un barrio urbano con vida propia, donde hoy conviven viviendas, oficinas, centros educativos y culturales, además de uno de los mayores complejos comerciales de Suecia, con más de 180 tiendas y restaurantes.

Actualmente, Sickla alberga más de 400 empresas y cerca de 8.000 trabajadores. La nueva fase de desarrollo —Stockholm Wood City— ampliará aún más esa vitalidad: los antiguos edificios de ladrillo convivirán con construcciones de madera de última generación, añadiendo 7.000 nuevos puestos de trabajo y 2.000 viviendas, consolidando a la zona como un referente en regeneración urbana sostenible.
Con 250.000m2, la ciudad está diseñada bajo el concepto de que todo quede a un máximo de cinco minutos a pie o en bicicleta. Este modelo, que combina sostenibilidad y bienestar, busca reducir la dependencia del automóvil, disminuir las emisiones de carbono y fomentar una vida cotidiana más equilibrada. La idea es que los habitantes tengan acceso rápido a su trabajo, al comercio, educación, cultura y servicios básicos, favoreciendo una vida urbana a escala humana.
Aunque lo primero que podría venir a la mente al pensar en una ciudad de madera es el riesgo de incendio, para los constructores suecos esta no es la principal preocupación. Todos los parámetros de seguridad están calculados bajo los estándares más estrictos, algo habitual en un país con una larga experiencia en edificación con madera.

El proyecto incluirá además sistemas de energía producida, almacenada y compartida mediante paneles solares y almacenamiento geotérmico, según explica Håkan Hyllengren, Director de Desarrollo de Negocios de Atrium Ljungberg, en esta entrevista exclusiva con CLAVE.
¿Cuál es la visión principal detrás de este megaproyecto?
El proyecto se lanzó hace más de dos años, en relación con los objetivos de sostenibilidad de nuestra empresa. Nos planteamos metas muy ambiciosas, especialmente en cuanto a reducir las emisiones de CO₂ en la construcción. Estamos desarrollando más de 250.000m2, con más de 30 edificios, y vimos que el uso de la madera podía ser una solución muy beneficiosa, en muchos aspectos.
¿Cuál fue el planteamiento?
Decidimos no solo construir casas o edificios individuales, sino un distrito entero de madera. Estamos hablando de la ciudad de madera más grande del mundo. Y lo interesante es que no se trata solo de la madera, sino de repensar cómo construir una ciudad sostenible: integrar más vegetación, nuevas formas de climatización, movilidad urbana, etc.

¿Existen otros proyecto similares en el mundo?
Sí, aunque de menor escala, como Sara Cultural Centre en Skellefteå, Mjøstårnet en Noruega o el barrio de madera de Växjö, también en Suecia.
¿Qué hace único a Stockholm Wood City dentro de este movimiento global hacia la construcción en madera?
Lo especial aquí es que abordamos la sostenibilidad a nivel de ciudad completa. No solo construimos oficinas o viviendas, sino un modelo de ciudad de uso mixto: escuelas, oficinas, viviendas, comercios, restaurantes, cultura y servicios. Esto crea ciudades más seguras, más habitables y vibrantes durante todo el día, no solo en horas laborales.
¿Por qué eligieron la madera como material principal de construcción?
Porque nuestras metas eran muy exigentes: reducir un 50% las emisiones de CO₂ en nuevas construcciones para 2025. Concreto y acero no nos daban esa posibilidad en tan poco tiempo. La madera, en cambio, ya tiene tradición en los países nórdicos, se puede aplicar de inmediato y permite reducciones rápidas. Solo cambiando la estructura a madera, ya logramos ese 50% de reducción en la fase de diseño.

Construir un proyecto de tal magnitud requiere enormes volúmenes de material. ¿De dónde proviene la madera que utilizan?
De Suecia principalmente. Podríamos traer de otros países nórdicos, pero medimos también las emisiones de transporte, así que comprendimos que lo más beneficioso es usar madera local. En Suecia existe una regulación forestal desde hace más de 100 años que exige replantar cada vez que se tala. Por eso hoy tenemos más bosque que hace un siglo. El desafío actual en nuestro país no es la cantidad de árboles, sino mejorar la biodiversidad en los bosques.
Construir con madera a gran escala implica retos importantes y complejos. ¿Cuáles son los principales desafíos que han tenido que enfrentar en la fase de diseño y también de construcción?
Antes los grandes problemas eran el fuego, la humedad y el aislamiento acústico. Hoy en día ya existen soluciones probadas para todos esos aspectos. El reto más importante para nosotros no es técnico, sino organizativo: tener equipos bien coordinados entre arquitectos, constructores, además de consultores de seguridad contra incendios.
Justamente, el fuego es el primer riesgo que viene a la mente, cuando se habla de una ciudad completamente hecha en madera.

¿Cómo abordan las preocupaciones de seguridad en este aspecto?
En Suecia la normativa es de “desempeño”, no importa si el edificio es de madera o concreto, lo importante es demostrar que cumple con los estándares de seguridad. En oficinas, por ejemplo, los rociadores automáticos eliminan la mayoría de los riesgos. En algunos casos también se usan pinturas ignífugas o placas de yeso para proteger la madera. Además, la madera laminada o compacta es muy difícil de encender; no se comporta como un material ligero, sino que necesita calor intenso y prolongado para comenzar a arder.
Hablando de beneficios sociales y comunitarios, ¿qué impacto esperan con este proyecto?
Lo que buscamos es crear una comunidad sostenible y habitable. No solo es la madera, también la integración de áreas verdes y la mezcla de usos. Queremos que no sea un barrio que se vacía a las seis de la tarde, sino un lugar donde siempre hay vida con viviendas, oficinas, tiendas, restaurantes y parques. Apostamos al concepto de “ciudad de 5 minutos”, donde todo lo esencial esté a pocos minutos caminando o en bicicleta.

¿Será más caro vivir en un departamento de madera que en uno de concreto?
Nuestra filosofía es crear un producto muy atractivo, con alto estándar arquitectónico y calidad de vida. Eso naturalmente incrementa el valor de la zona. Entonces sí, probablemente será más caro que otras áreas menos desarrolladas, pero no porque sea de madera, sino porque es un barrio más deseable.
¿Cuándo estará lista la primera fase del proyecto?
Ya inauguramos el primer edificio: una escuela secundaria, entregada apenas un año después del lanzamiento. El próximo año se completará el primer bloque residencial con 80 departamentos. En total construiremos más de 30 edificios, con 7.000 nuevos puestos de trabajo y 2.000 viviendas.

¿Este proyecto puede inspirar a otras ciudades en el mundo?
Creo que lo valioso es que lo hacemos como empresa privada, sin que nos lo imponga una regulación. Lo hacemos porque creemos que es el futuro, que los inversionistas apostarán por proyectos sostenibles. Ya recibimos visitas internacionales casi cada semana, interesadas en aprender cómo diseñar ciudades más verdes, cómo usar energías más limpias y cómo planificar transporte público eficiente. Stockholm Wood City es un laboratorio vivo y en un escaparate de lo que las ciudades del futuro pueden ser.
