¡Úsalo con libertad!
Por Caridad Vela
De los cinco sentidos que tiene el ser humano, solo uno capta colores y tonalidades. Como por arte de magia los transmite para que la manifestación sensorial de la vista recorra el cuerpo. Referirse a un ambiente como ruidoso, frío o cálido, no solo se relaciona con temas auditivos o climáticos, sino con efectos visuales trasladados a nuestra intimidad.

Entrar a un espacio donde los colores están en armonía es como sentirse abrazados, acogidos. Lo contrario sucede si hay desorden cromático, nos sentimos expulsados de los ambientes cuando algo nos incomoda.
La decoración interior abarca mucho, es casi infinita, pero no empieza con los acabados ni termina con los muebles, comienza con el color y las tonalidades, con lo etéreo del silencioso lenguaje que comunica sensaciones y define estados de ánimo, dirige energías y genera percepciones.

Esta respuesta emocional es profundamente instintiva, está atada a asociaciones naturales y recuerdos que nos han acompañado toda la vida. Por ejemplo, el azul nos recuerda el cielo y el mar; el verde, los bosques y la vida; el amarillo, la luz del sol; el blanco, la pureza y el silencio.
En 2025, año en el que todo es válido según quien lo mire, la paleta de colores se inclina hacia una fusión entre lo natural y lo emocional. La tendencia es crear interiores que se sientan como refugios personales, que toquen los sentidos y provoquen reacciones positivas. Es como si nos hubiésemos propuesto no atender las modas sino crearlas, con la aspiración de sentir pertenencia sobre nuestros espacios.

No hay errores ni aciertos, hay lo que a mí me gusta, lo que habla de mí y me da satisfacción. Pero como las modas son una guía, a continuación listamos los colores que prometen verse mucho este año. Algunos llevan nombres que superan el vocabulario de común conocimiento, porque hasta en eso hoy somos individuos exigentes y sofisticados. Así se llaman en el argot de los profesionales, y así los hemos dejado para estimular su imaginación.
Arena terracota y arcilla rosada: evocan la calidez del suelo natural y la textura orgánica de los materiales hechos a mano. Ideales para crear espacios acogedores y humanos. Se los puede combinar con maderas claras, lino natural o detalles en cobre envejecido para reforzar su conexión con lo artesanal.

Azul petróleo y verde salvia: con un carácter introspectivo y sofisticado, estos tonos aportan serenidad sin caer en la frialdad. Combinan armónicamente con beige cálido, gris humo o toques en dorado mate.
Neutros cálidos: los blancos puros ceden protagonismo a los blancos con matices mantequilla o almendra, que aportan suavidad sin saturar el espacio. Son la base perfecta para casi cualquier combinación, y permiten que los objetos y texturas cobren protagonismo sin competir con el color de fondo.

Toques de mostaza y lavanda empolvada: como contrapunto, pequeños acentos en colores vibrantes pero suaves están en auge. Mostaza en cojines o lámparas, lavanda en tapices o flores secas, inyectan vitalidad sin romper la armonía general del entorno.
Los colores base, de los que surgen todos los nuevos en base a combinaciones proporcionadas entre ellos, también pueden ser usados en estado puro. Esto facilitará la vida a la hora de hacer reparaciones o coger fallas. Blanco, gris, beige, azul, verde, rojo y el misterioso negro que inspira poder, profundidad y elegancia, pero hay que saber usarlo para crear un toque algo dramático y, a la vez, moderno.

Ahora corresponde dar paso a la introspección personal para tomar decisiones. ¿Qué quiero transmitir en mis espacios? ¿Cómo es mi personalidad? ¿Con qué se identifica mi familia? Con eso definido, revise las amplias alternativas que nos da una paleta de colores casi infinita, para elegir los colores y tonalidades adecuadas.
No se necesita ser profesional en interiorismo para hacerlo, aunque sí vale la pena asesorarse, porque si bien esto no se relaciona solo con estética, también es de estrecha comunión con la función del espacio, la cantidad de luz natural que reciben y la sensación que deseamos provocar.

Pueden ser espacios monocromáticos o policromáticos, no hay regla que afirme lo acertado o errado de una u otra opción. Lo importante es recordar que el color no solo se ve, también se respira, se siente y se experimenta. El color da y recibe, acoge, es parte de la narrativa sensorial que convierte una casa en hogar, o una oficina en un lugar donde la gente quiere ir, y regresar.

Escoger colores con intención, comprender lo que transmiten y combinarlos sabiamente son actos de diseño, pero también de psicología y emociones. El mejor color es el que despierta emociones positivas en tu interior, el que te hace sonreír al cruzar una puerta o sentir calma al cerrar los ojos.
