Por Caridad Vela
En el mundo existen personas que transitan con soltura por caminos aparentemente opuestos. Bruno Senillosa es uno de ellos. Joven ejecutivo vinculado a startups de impacto tecnológico, y, al mismo, tiempo heredero de una pasión que late en su sangre desde niño: la crianza de caballos de pura raza española, un legado de su padre, Arcadio Senillosa.
Conocerlo es un placer. Hablar con él es entrar en un relato donde conviven la adrenalina y la inspiración, la innovación digital y el olor a campo húmedo al amanecer, el vértigo de la empresa moderna y el silencio abrazador de una yeguada. Más que hablar, Bruno se deja sentir.

Bruno Senillosa
¿Cómo nació Yeguada Senillosa y la pasión por los caballos?
La yeguada fue fundada en 1977 por mi padre, Arcadio Senillosa. Todo comenzó de una manera bastante curiosa. Él estaba muy involucrado con el turismo en España, sobre todo en los campings, que en esa época empezaban a recibir visitantes de toda Europa, pero se dio cuenta de que hacía falta algo más que sol y playa, había que ofrecer actividades. Así surgió la idea de incluir caballos en la experiencia turística. Al principio eran caballos comunes, de paseo, pero en una feria descubrió la majestuosidad del caballo español y decidió dar un salto cualitativo. Compró yeguas del sur, incorporó sementales de la remonta militar y poco a poco empezó a construir una ganadería con visión de futuro.

¿Dónde está ubicada la yeguada?
Estamos a una hora y media de Barcelona, en un parque natural, lo que nos permite ofrecer caballos que pastan libres en más de 200 hectáreas. Esto es algo único, no todas las ganaderías pueden decir lo mismo. Ese espacio y esa libertad marcan la diferencia en el carácter de los caballos. Un animal que ha vivido en libertad se mueve mejor, se desarrolla con otra energía y tiene un temperamento más equilibrado. Hoy contamos con unos 150 ejemplares y producimos alrededor de 30 al año, siempre cuidando calidad sobre cantidad.

¿Cuánto tiempo transcurrió hasta que lograron destacar en concursos?
Mi padre comenzó a concursar a los tres o cuatro años de haber fundado la yeguada. Fue también impulsor de la primera feria de caballos en el norte de España, Equus Catalonia. Desde entonces hemos cosechado muchos premios, pero lo más valioso fue la visión que él tuvo en su momento. En los años setenta y ochenta el caballo español se juzgaba sobre todo por morfología, debía ser bonito y proporcionado. Pero mi padre decía que de nada servía tener un caballo precioso si no se movía con gracia y potencia. Y así se convirtió en el pionero que puso el foco en la funcionalidad de los movimientos. Con el tiempo, esa visión se impuso y hoy es la norma. Llevamos tres años consecutivos siendo campeones del mundo en movimientos, y eso confirma que su apuesta fue acertada. Él rompió ese paradigma y trajo a la luz las verdaderas virtudes del caballo español.

¿Esa visión trascendió a Latinoamérica?
Sí, sin duda. A los concursos europeos empezaron a llegar muchos aficionados de Latinoamérica, entre ellos la familia Chiriboga de Ecuador, que compartía la misma visión de mi padre sobre los movimientos. Desde entonces exportamos a muchos países. A mi padre le gusta recordar que hace treinta años viajaba por Latinoamérica con sus caballos, casi como un explorador, abriendo caminos y creando vínculos de amistades profundas que se mantienen hasta hoy.

Arcadio Senillosa
¿Qué lugar ocupa Ecuador en esa historia?
Ecuador ha sido un país muy importante para nosotros. Gran parte de los caballos españoles en Ecuador llevan nuestra sangre directa o indirectamente. Hemos vendido muchos ejemplares a familias que aman y valoran esta tradición. En Quito, en cada feria del caballo sentimos esa pasión. Mi padre, que puntualmente asiste a casi todas, sufre y disfruta en cada categoría porque varios de los ejemplares que compiten nacieron en nuestros campos. Creo que en Ecuador, sobre todo en Quito, hay una afición muy arraigada que promete continuidad y crecimiento.

¿Qué hace único al caballo español en Yeguada Senillosa?
La combinación de nobleza y movimiento. La nobleza se refleja en historias como la de los enganches. Mi padre fue de los primeros en competir fuera de España con caballos enteros, sin castrar, lo creían loco, pero así demostró su carácter dócil. Y los movimientos son nuestra obsesión: buscamos suspensión, cadencia, proyección hacia adelante. No basta con levantar la rodilla, el caballo debe avanzar con ritmo, elegancia y energía. Esa naturalidad en el trote, en el paso o en el galope, esa funcionalidad, es lo que convierte a un ejemplar en un verdadero caballo de pura raza española.

¿Cómo se mantiene económicamente una yeguada de esta magnitud?
Es un esfuerzo enorme, por eso diversificamos. Hemos construido casas de turismo rural en la finca en las que la gente puede hospedarse, disfrutar de la naturaleza y convivir con los caballos. Para reservarlas basta entrar en www.yeguadasenillosa.com y mirar la experiencia que ofrecemos. También organizamos rodajes, sesiones con influencers y hasta eventos especiales. Recientemente hicimos una fiesta en medio de los potreros, los invitados estuvieron rodeados de caballos y balas de paja, fue mágico. Queremos seguir explorando este tipo de experiencias en las que los visitantes puedan acampar bajo las estrellas con los caballos a su alrededor.

Bruno y Arcadio Senillosa
¿Cómo fue tu infancia al crecer en la finca?
Fue una infancia muy especial. Yo vivía en la paz del campo y tenía que viajar en bus durante una hora para llegar al colegio. Mis recuerdos más fuertes son los de despertarme en mitad de la noche porque una yegua estaba pariendo. Ver nacer a un potro era algo impresionante, son momentos que te marcan para siempre por el misterio que esa revelación entraña en la mente de un niño. Esa conexión con la naturaleza y con la vida misma es difícil de describir, pero de esos recuerdos está envuelta mi infancia. Ahora monto a caballo de vez en cuando, pero lo que más disfruto es observar, seleccionar, decidir los cruces. Esto es un arte. Normalmente se busca juntar lo mejor con lo mejor, pero ocurren sorpresas como que de líneas antiguas nacen caballos modernos con movimientos extraordinarios. La genética es misteriosa y fascinante.

Además de criador, eres emprendedor en temas de teconología. ¿Cómo conviven esas dos facetas?
Es una dualidad curiosa. Por un lado mantengo la tradición ecuestre; por otro, trabajo en startups de impacto, especialmente en temas de salud mental con realidad virtual e inteligencia artificial. Hemos creado avatares que detectan emociones y sirven para entrenar a estudiantes de psicología, así como entornos de realidad virtual para personas con autismo. Puede parecer que esto no tiene nada que ver con los caballos, pero en ambos mundos se trata de entender emociones, todo es confianza y conexión auténtica con el otro.

Bruno Senillosa
¿Qué hay en el futuro de la yeguada?
Mantener el legado de mi padre, seguir criando caballos nobles y funcionales, y abrir nuevas puertas. Me ilusiona que más gente pueda experimentar lo que significa convivir con estos animales, ya sea en Ecuador, en España o en cualquier parte del mundo. Y me entusiasma también aportar innovación desde otros campos, porque creo que la tradición y la tecnología no se contradicen, por el contrario, pueden complementarse y enriquecerse mutuamente.
Una última reflexión…
Para los Senillosa los caballos son más que animales o piezas de un negocio. Son parte de nuestra vida, de nuestros recuerdos y de nuestra identidad. Vender un caballo es vender una emoción, una historia, un pedazo de nosotros mismos. Y eso, o lo haces con verdad y sentimiento, o no lo haces.
