A Karem Santos le corre sangre manabita por las venas. Quizá de su tierra natal heredó la alegría y el optimismo que la caracterizan. Tiene un corazón cálido y parece ser muy extrovertida, aunque confiesa que dar entrevistas y posar para producciones fotográficas es algo que verdaderamente la intimida.  

Superando el nerviosismo inicial, nos recibe en su casa que se encuentra ubicada en Santa Lucía Alta, en el sector de Cumbayá. Es un proyecto de Inmobiliaria WRL que fue diseñado por Felipe Londoño. La vegetación y la distribución de plantas en jardines comunales y en el deck de su departamento son una tentación a la vista. No puedo dejar de preguntarle si el diseño de paisaje estuvo a cargo de la reconocida Francisca Freile. ¡Por supuesto que sí!, responde. 

Damos un pequeño tour por el interior. La luz natural invade los espacios sociales, pero también los dormitorios. El departamento, en primera planta, tiene la distribución de una casa. Cuenta con cuatro habitaciones, lo cual parecería demasiado para una pareja que desde hace mucho tiempo vive sola, sin hijos o nietos. Pero, lo cierto es que la casa se llena de habitantes cuando Camila (su hija mayor) o Juan Manuel (el segundo) vienen de visita por una larga temporada con sus hijas. Ambos viven en Florida, en Estados Unidos.  

Karem comenta llena de dicha que dos de sus nietas llegarán en julio. Ha conservado ciertos juguetes y peluches de la infancia de Camila. Están limpios y perfumados para sus nuevas usuarias. Me da nostalgia encontrar dos Cabbage Patch Kids, muñecas que fueron famosas en las décadas de los ochenta y noventa. Todo está ordenado. Impecable. Es evidente que Karem es una mujer de casa, una verdadera directora de hogar.  

Las paredes están vestidas con cuadros. Hay uno del ecuatoriano Carlos Rosero que capta mi atención. Aunque hay tantos otros que no puedo dejar de admirarlos todos. Es como visitar una galería de arte, porque no solo hay cuadros, también tiene preciosas esculturas y piezas arqueológicas de la cultura Jama Coaque. Cuenta que su abuelo tuvo una colección variada, con vestigios ceremoniales. Muestra de ello son unas llamativas vasijas que ha ubicado en su área social exterior. Parte de dicha colección, en su momento, fue donada al Museo del Banco Central y también al Museo del Banco Central de Bahía de Caráquez.  

Karem vivió hasta los seis años en la hacienda de su familia en Jama. Recuerda que el primer grado lo cursó en la escuela comunitaria de la zona. Ella es la mayor de cinco hermanos. Cuando la tribu fue creciendo se mudaron a Bahía de Caráquez para que todos estudiaran allí. Karem vino a Quito para estudiar la secundaria y la inscribieron en el Colegio Americano. Pero cuando ella y sus hermanos tomaron las riendas de sus vidas, sus padres volvieron a residir en Bahía. Esa ciudad se convirtió en el lugar de vacaciones tanto para Camila como para Juan Manuel y sus primos.  

Karem contrajo matrimonio con Juan Carlos Valdez, arquitecto de profesión. Por ese entonces se acostumbraba a que las mujeres bachilleres buscaran trabajo como secretarias. Entró al Banco del Pacífico como secretaría de gerencia, luego ascendió a asistir en la vicepresidencia. Su estadía en el banco fue de 20 años. Tras salir de allí creyó que no encontraría otro trabajo como aquel. Pero su currículo laboral solo había comenzado. Lo encontró en el Aeropuerto Mariscal Sucre de Quito para la aerolínea KLM. Durante la década posterior viajó por el mundo. Tenía acceso a pasajes económicos y sacó provechó. Con su grupo de amigas (otras señoras que también trabajan para la aerolínea) recorrieron Singapur, China, Vietnam, Tailandia, por nombrar algunos destinos.  

Por ese entonces ya se mudaron a Cumbayá. Lleva unos 25 años en el valle. Quizá el clima cálido le ayuda a sentirse más cercana a su adorada Manabí.  Juan Carlos diseñó una casa familiar adaptada a las necesidades del momento, pero varios años después tomaron la decisión de venderla y buscar las comodidades de un departamento. Con ese cambio de residencia, Karem se deshizo de todo lo prescindible y comenta que se ha quedado únicamente con lo que tiene un significado especial para ella y su familia. Ya no acumula, disfruta y valora lo que posee.  

Cuando le pregunto sobre qué le caracteriza, contesta sin dudar: “mi optimismo”. Y aunque muchas personas aseguran que son optimistas, Karem genuinamente lo es. Sufrió un accidente que la marcó y del cual salió adelante gracias a su personalidad luchadora. El episodio sucedió cuando trabajaba en el aeropuerto. La manga que conectaba el avión con la terminal no estaba funcionando bien. Procedieron a utilizar una escalera para el desembarque y Karem estaba verificándola. Lo cierto es que no se dieron cuenta de que ella estaba allí y la movieron, acorralándola. En su desesperación por salir, una de sus piernas se quedó atrapada. Estuvo a muy poco de perderla.  

Fue trasladada de urgencia al hospital en Quito. Pasó dos veces por el quirófano y permaneció ingresada durante un mes en una habitación. Pero lo historia no acabó ahí. Se trasladó durante seis meses a Florida para someterse a otras tres cirugías. En dos ocasiones le dijeron que la solución sería amputar su pierna. ¡Nunca se dio por vencida! Fueron dos años de fierros, silla de ruedas, muletas, andador… Ella confiesa que se hizo una promesa: “sonreír todos los días”. Estaba viva. Quería recuperarse al 100%, sabía que la harían abuela en algún momento y no quería tener ningún impedimento físico que le negara la posibilidad de disfrutar de su descendencia.  

Muestra su cicatriz con orgullo. No tiene complejo de ella. Es una herida de guerra y las guerreras nunca niegan sus batallas.  

Actualmente Karem está a cargo de la comercialización de un proyecto en la zona de Jama, en la costa de Manabí, cercana a la hacienda en donde pasó los días más felices de su infancia. Lleva algunos años trabajando con su hermano Édgar en desarrollos inmobiliarios. Ha comercializado el edificio La Cascada en Manta, conjunto Punta Blanca en Manglar Alto, Playa Escondida y Punta Don Juan, en Jama. Ahora acaban de lanzar un nuevo proyecto en la misma zona, se trata de La Ensenada, y sobre lo cual le hago algunas preguntas.  

¿Qué es lo más atractivo de Jama? 

Es una zona tranquila, con bellas playas, y está a solo cuatro horas de Quito. Para los quiteños es sumamente atractivo adquirir una propiedad que está tan cerca. Desayunas en Quito y antes de la hora de almuerzo estás disfrutando de un delicioso ceviche manaba.  

¿En dónde se ubica La Ensenada?  

En Jama, antes de llegar el pueblito de Tasaste. Son seis hectáreas de bosque seco tropical, de los pocos que quedan. Estos bosques tienen una particularidad, durante la época seca pierden todo su verdor y se quedan prácticamente sin hojas, pero apenas reciben un poco de lluvia se vuelven verdes y muy frondosos. La idea en La Ensenada es conservar su flora y fauna, y brindar a los residentes un lugar de contacto con la naturaleza donde encuentras guayacanes, ceibos gigantes, muyuyos, bototillo…  

Es una zona que ha desarrollado el turismo en los últimos años…  

Sí, pero Jama tiene una ventaja. A diferencia de San Vicente o Canoa, aquí no se ha retaceado la tierra, por el contrario, se han construido urbanizaciones homogéneas, sostenibles, conscientes con el entorno. Eso le da plusvalía.  

¿Quién está a cargo del diseño del proyecto? 

Sofía Chiriboga Hoyos. Inspirada en la cultura Jama Coaque, ha diseñado unos edificios que se mimetizan con el entorno, se conjugan armónicamente con el bosque y la naturaleza, en los que se distribuyen departamentos modernos, llenos de luz, todos con vista al mar y al bosque.  

¿Cuál es la propuesta? 

Son 60 departamentos con acabados de lujo, acceso privado a la playa, áreas verdes, senderos, juegos para niños, un mirador para contemplar la puesta del sol, tres piscinas y, además, seguridad las 24 horas. Estamos en la etapa de comercialización, pronto alcanzaremos el punto de equilibrio y arrancará la construcción. 

¿De qué áreas son los departamentos? 

Los hay para todas las necesidades, desde 95 hasta 180m2. Los de dos dormitorios tienen terrazas de 13m2, mientras que los de la planta baja incluyen terrazas de 32m2 y splash pools. Los Pent-house son maravillosos, sus terrazas de más de 40m2 son un gran atractivo.  

¿Cómo surge este proyecto? 

Nació durante la pandemia como respuesta a las nuevas necesidades. Si algo hemos aprendido, es que es muy importante reconectarnos con la naturaleza, vivir al aire libre, aprovechar estos entornos mágicos que los tenemos tan cerca. Esta visión se manifiesta tanto en la ubicación del proyecto, cuento en nuestra propuesta arquitectónica y en la protección que damos al entorno natural.