Claudia Tobar
CUMBAYÁ

Por: María Gracia Banderas
Mayo 2015 – Junio 2015

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Claudia Tobar nos recibe en su casa, en la calidez del valle de Cumbayá. Es difícil evitar percibir la armonía de cada detalle que conforma la decoración del lugar, pues es, en definitiva, una grata sensación a hogar la que da la bienvenida a los invitados de la familia Troya Tobar.

Claudia y Sebastián viven en esta ubicación estratégica desde hace un año aproximadamente. Auqui Chico permite la residencia en el valle sin alejarse de la comodidad de la ciudad. Esto sin mencionar que con la habilitación de la Ruta Viva los tramos se reducen en tiempo y distancia. “El valor agregado de este lugar es que todavía es tranquilo y familiar; muchos de los fundadores de la urbanización viven aquí”, comenta Claudia. “No hay mucho flujo de gente, nunca tenemos miedo de que algo ocurra. La seguridad es clave a la hora de elegir tu lugar de residencia.”

La casa denota mutuo esfuerzo en cada uno de los rincones. “La recons-truimos totalmente, estaba prácticamente abandonada y lo más importante es que la hicimos nuestra”. La compraron cuando no se había terminado de construir, y Claudia comenta que no hubo un arquitecto que se hiciera cargo de la construcción, sino que fue Sebastián, con la ayuda de ‘maestros’, quien se encargó de terminar la obra. “Si te fijas, las paredes y columnas no son del todo rectas, pero Sebastián sabe dónde está cada piedra…”

La casa tiene alrededor de 300m2 de construcción distribuidos en dos plantas. La decoración de los es-pacios está llena elementos que han heredado; por ejemplo, la tela de vestidos de su abuela se usaron para tapizar los cojines que adornan la sala. El estilo y distribución interior responden a las necesidades y gustos de la familia, pero el lugar que destaca Claudia es la sala de televisión que se encuentra cerca de la cocina y del comedor de diario. Definitivamente es un área interior en la que la familia se congrega y disfruta de amenos e íntimos momentos.

“El espacio al que más cariño tenemos es el jardín. Mi marido ama las plantas y soñaba con tener un espacio para sembrarlas y cuidarlas. Mi suegro también le ha dedicado mucho tiempo, y de hecho, se ha vuelto el espacio de conexión entre abuelo, hijo y nieto”.

Claudia es educadora. Actualmente es Directora del Instituto de Enseñanza y Aprendizaje (IDEA), de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ). Su ca-rrera la inicia como profesora de preescolar, para luego darse cuenta de que su verdadera vocación está en la capacitación continua. Más tarde llega a las aulas como maestra universitaria y capacitadora de docentes.

Respaldada por IDEA se ha hecho cargo de un pro-yecto que llama mucho mi atención, pues tiene el fin de generar en los niños el amor a la lectura y entender en ella una forma de diversión, además de lograr la evidente formación personal y académica que va contenida como principio fundamental.

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“El impacto de la lectura en los cinco primeros años de vida de los niños incide hasta en su vida adulta”, asegura Claudia. “Se ve reflejada en las tasas de divorcio, en cuánto tiempo mantienen un trabajo, en un rendimiento académico superior en comparación a sus pares a quienes no les han leído, y evidentemente tienen una diferencia significativa en el número de palabras que los niños manejan previo a su ingreso a primaria”.

Dada la importancia de la lectura en el desarrollo de los niños, Claudia decidió poner en marcha este proyecto que busca incentivar el amor por la lectura, a la par que divulga la positiva incidencia que tiene en el desarrollo de los actores sociales. Según rela-ta, la idea surgió a partir de su estancia en Boston, Estados Unidos. “Como mamá, a veces no encuentro un espacio en el que pueda compartir con mis hijos, las opciones se reducen a ir a un lugar público en el que tienes que gastar, o inscribirlos en alguna clase”, asegura. “Cuidaba niños cuando vivía en Boston, y siempre les llevaba a la biblioteca en las tardes, ése era el lugar de encuentro”.

Al visualizar la dimensión y el impacto del proyecto, ella gestiona una sociedad estratégica entre IDEA y el Municipio de Quito. La entidad cuenta con 38 Cen-tros de Desarrollo Comunitarios (CDC) en los cuales el instituto a cargo de Claudia se hará responsable de las bibliotecas y de su guía académica. Este año arrancan con la primera biblioteca a manera de plan piloto para mostrar evidencias de los beneficios que se pueden lograr y así sustentar el proyecto. Se analizarán aspectos como los cambios que provoca en la comuni-dad al estar alrededor de una biblioteca, se observará si los padres comienzan a leer con sus hijos, si existe incentivo en los niños, si se evidencian cambios en el rendimiento escolar, entre otros.

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Claudia se ha hecho cargo de un proyecto que tiene como objetivo generar en los niños el amor a la lectura y entender en ella una forma de diversión, además de lograr la evidente formación personal y académica

Como punto de partida Claudia busca donaciones de personas naturales y jurídicas, así como voluntarios dispuestos a leer a los niños. Es un proyecto del que se ha apersonado y en sus palabras se siente la dedicación que ha puesto en él. IDEA se hará cargo de la biblioteca comunitaria durante el primer año, en el segundo año brindará acompañamiento y apoyo, para posteriormente trasladar la responsabilidad a la comunidad.

“De esta manera empezamos con un círculo exponencial, y espero en cinco años poder decirte que tenemos quince bibliotecas habilitadas en Quito, y que hemos convertido a la capital en una ciudad lectora. Nuestros niños se convertirán en adultos capaces de leer los medios de comunicación y de tomar decisiones inteligentes. La lectura es fundamental en la educación, y empieza en la infancia con algo muy entretenido”.

No todos los pequeños tienen la posibilidad de que una persona les lea o enseñe el valor de la lectura. Por ello esta primera biblioteca comunitaria tiene como fin inculcar en ellos el gusto por las letras. “Si en casa no hay quién les lea, este es el espacio en el que podrán gozar de este beneficio”.

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La biblioteca se abrirá únicamente en las tardes y la idea es que haya inclusión social, por ello se eligió al barrio de Bellavista como primera locación. “Cualquier persona podrá llevar a sus hijos y compartir en este espacio”, explica. Estudiantes de la USFQ harán sus prácticas ahí, y se busca reunir una lista significativa de voluntarios. “No queremos llenar la biblioteca de acti-vidades y que la gente piense que vamos a entretener a los niños, pretendemos que reconozcan a la lectura como entretenimiento per se”. Claudia se ha hecho cargo de un proyecto que tiene como objetivo generar en los niños el amor a la lectura y entender en ella una forma de diversión, además de lograr la evidente formación personal y académica 

La inversión en educación es a largo plazo, pues se necesitan entre 10 y 20 años para poder cosechar lo que se siembra en este aspecto, pero ese plazo bien vale la pena si se toma en cuenta el cambio social que se puede generar a partir de esta iniciativa. “La empresa privada también nos apoya, contamos con auspiciantes como Uribe & Schwarzkopf, Jabonería Wilson y Edimca; además, el Colegio de Arquitectura de la USFQ está diseñando el espacio donde funcionará este proyecto”.

En el Centro se pretende recibir niños hasta 10 años, pero Claudia reconoce que en muchos casos, sobre todo en las poblaciones vulnerables, los hermanos mayores son quienes se hacen cargo de los menores; por este motivo no habrá restricción de edad con la intención de que todos los miembros de la familia puedan disfrutar de los beneficios de la biblioteca.

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“Hay que devolver a la comunidad la suerte de tener conoci-mientos y tantas oportunidades como las que hemos tenido para desarrollarnos. Este será un espacio en el que pueda estar con mis hijos y así combinar la maternidad con el trabajo”, explica. “Aquí mis hijos podrán conocer y compartir con otras personas fuera de su círculo familiar”.

 Claudia es madre de dos niños, uno de tres años y otra de nueve meses. Su esposo la respalda en cada uno de los proyectos que emprende y la respeta mucho en el ámbito profesional. “Sebastián me apoya mucho con los niños, pues ser mamá trabajadora es un desafío en una sociedad que lejos está de ser igualitaria”, comenta. “Nos gusta hacer todo juntos, y Se-bastián comparte conmigo el amor por la lectura, de hecho en las noches lee con mi hijo”.

 Es enriquecedor compartir palabras con una apasionada por la educación que dedica su tiempo y esfuerzo para lograr un cambio social. Entre reliquias familiares, me despido del hogar Troya Tobar con el anhelo de llegar a casa y leer un libro.