Por Gabriela Paz y Miño

Hoy es uno de los principales atractivos de la ciudad de Barcelona, sin embargo, cuando sus excéntricas formas y materiales empezaron a destacar en la esquina de la calle Provença y Paseo de Gracia, la Casa Milà, del famoso arquitecto catalán Antonio Gaudí, recibió todo tipo de críticas.

La opinión pública de le época -el edificio se construyó entre 1906 y 1910- se ensañó con la obra del autor de la Sagrada Familia. Periodistas, caricaturistas y la gente de a pie dedicaron ingenio y tiempo a buscar apodos para el edificio, al que ahora muchos arquitectos califican como una “obra de arte total”.

Casa Milà - Revista CLAVE 95!

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Para empezar lo llamaron La Pedrera, por su aspecto rocoso que aparentemente les recordaba a una mina de piedra a cielo abierto. También la compararon con un “garaje de dirigibles”, con los escombros de un terremoto, y hasta con una mona de Pascua, esa receta española, típica de Cuaresma, elaborada con chocolate. Además, conforme su diseño se materializaba, se multiplicaban los rumores sobre su propósito: que si era solo una especie de altar enorme para la figura de la Virgen (que nunca llegó a colocarse); que si sus cimientos eran tan altos como el mismo edificio, que si sus usuarios podrían subir en carro hasta sus departamentos…

La Casa Milà, edificio encargado por Pere Milà y su esposa, Roser Segimon, fue una de esas obras que se adelantan a su época, como la mayoría de diseños de Antoni Gaudí. Sus soluciones constructivas y funcionales, así como su decoración y ornamentación rompían todos los esquemas de su tiempo.

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“Casa Milà” fue la última obra civil del famoso arquitecto modernista, que después dedicó su tiempo y esfuerzo a la construcción de la Sagrada Familia. El edificio parece el resultado de un sueño o un recuerdo de infancia de Gaudí. De hecho, el arquitecto fue un niño enfermo, que pasó largas temporadas sin ir a la escuela y ayudando a su padre en la masía (vivienda campesina), de Riudoms, un municipio de la provincia de Tarragona, Catalunya.

Se dice que ahí captó la luz mediterránea y aprendió a apreciar las formas naturales, que luego serían el leitmotiv en toda su obra. “El gran libro, siempre abierto y que hay que esforzarse en leer, es el de la naturaleza”. La frase del arquitecto modernista se plasma de forma especialmente visible en la ornamentación de Casa Milà. Las reminiscencias de los árboles y el mar Mediterráneo, las flores, la fauna, las montañas… inspiraron la decoración e incluso la estructura del edificio.

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Aunque Antoni Gaudí nunca explicó el significado de los elementos de Casa Milà, se ha comparado su fachada de piedra con los acantilados, con la arena y las olas del Mediterráneo, así como los hierros forjados de sus balcones con las algas del mar.

UNA CASA SIN MUROS DE CARGA

Uno de los aspectos más sorprendentes de Casa Milà es que en su interior no hay líneas rectas ni bordes afilados. La solución arquitectónica que encontró Gaudí fue la creación de un sistema estructural con pilares de piedra, ladrillo o hierro, que evita el uso de paredes de carga y permite distribuir de manera libre el espacio interior de los distintos pisos de vivienda. El resultado es una geometría irregular, en la que destacan los pasillos amplios y luminosos que se extienden alrededor de los patios interiores.

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©Ok Apartment Barcelona

Otro aspecto singular es que la casa está construida solo con piedra natural, sin el uso de los colores intensos que predominan en otras obras del arquitecto catalán, como la Casa Batlló o el Parc Güell, solo por nombrar dos.

EL HIERRO Y SUS MIL POSIBILIDADES

Otro de los elementos atractivos es la fachada. No se trata de un muro estructural, sino de una especie de gran pared-cortina, construida con más de seis mil bloques de piedra y unida a la estructura por elementos metálicos. Este tipo de diseño permite que la casa tenga grandes ventanales, así como balcones y tribunas, que permiten el paso del sol durante todo el día.

En cuanto a las puertas de acceso, el arquitecto catalán se decantó por un conjunto de cristales con formas irregulares, insertados sobre una estructura de hierro forjado. Los vidrios, con modelos animales y vegetales, son más altos y luminosos en la parte alta de las puertas, y más pequeños y protegidos en la parte baja.

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©Barcelona Film Comission

La misma utilización compleja e ingeniosa del hierro se puede apreciar en las rejas de los 32 balcones de Casa Milà. Elaborados con restos de chatarra de desguace, que se combinan con cadenas, barras y planchas, conforman una ornamentación única, para algunos incluso insólita. Los elementos de las barandillas están sujetos con tornillos y remaches, y sus caprichosas formas son consideradas precursoras de la escultura abstracta del siglo XX.

Las aberturas de los semisótanos también fueron protegidas con artísticas estructuras de hierro forjado. Ya no se pueden apreciar, pues desaparecieron conforme esta primera planta fue alquilada para locales comerciales. Solo quedan dos: una en la entrada de Paseo de Gracia, y otra (que es realmente una copia), en la fachada de la calle Provença. Además, hay cuatro que se conservan en las colecciones del Museo de Arte Moderno de Nueva York (una), y en la Casa Museo Gaudí (tres).

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Como una innovación a su tiempo, Casa Milà tiene un garaje subterráneo y un ascensor para subir a las viviendas. Además de una serie de pequeños patios de ventilación, y cuenta con otro elemento que también fue novedoso para su época: Gaudí diseñó dos patios interiores de grandes dimensiones, con el objetivo de mejorar la iluminación y ventilación de los dieciséis pisos de la casa.

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©El Plan Z Arquitectura

¿UNA INSPIRACIÓN PARA GEORGE LUCAS?

Casa Milá fue unos de los tres edificios de vivienda que diseñó Antoni Gaudí. Los otros dos fueron: Casa Calvet y Casa Batllò.

Las formas ondulantes de Casa Milà remiten a las olas del mar y permiten que la percepción del observador sea distinta, según cambia la luz del sol en el día. Las barandillas y balcones de hierro forjado evocan la flora y fauna del Mediterráneo. Los dos patios interiores, el de La Luz y el de Las Mariposas, dejan que la luz del sol juegue con los colores. Y finalmente, el ático de la casa, formado por 270 arcos de ladrillo plano, tiene la forma del esqueleto de una ballena.

La azotea es uno de los espacios más interesantes: basta alzar los ojos desde el Paseo de Gracia para encontrar un conjunto de chimeneas surrealistas, ninguna igual a otra, cuyas formas se han interpretado como las de soldados que vigilan desde la torre. Se dice que George Lucas se inspiró en estas figuras para diseñar los cascos de los soldados de la Guerra de la Galaxias.

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©Barcelona Film Comission

El interior de la edificación también es impactante. La decoración, inclusive el diseño de los muebles, fue encargada al pintor simbolista Aleix Clapès. Su propuesta incluyó una serie de murales que imitaban tapices con temas mitológicos, que se pintaron, sobre todo, en los amplios vestíbulos de la casa.

Y los techos son capítulo aparte: dejando atrás los típicos motivos y formas geométricas clásicas de la época, Gaudí diseñó en los cielos rasos formas de olas, relieves, ondulaciones que imitan a las de la fachada, inscripciones y hasta poemas. Paradójicamente, la decoración de los interiores no fue del gusto de Roser Segimon, que la mandó a cambiar integralmente, por una más clásica, cuando Gaudí murió.

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“Casa Milà” declarada Patrimonio Mundial, por la UNESCO, es actualmente propiedad de la Fundación Caixa Catalunya, que organiza exposiciones, visitas a su interior, y conciertos, sobre todo en verano, cuando se aprovecha la terraza.