
Entrar a la casa donde funciona A10 LAB es sumergirse en un showroom vivo, pensado para despertar los sentidos e inspirar sueños. A nuestro paso las luces se encienden suavemente como si acompañaran el recorrido; desde la ventana, un jardín zen invita a la calma y la contemplación; y las paredes, que esconden puertas discretas, conducen a espacios dedicados a explorar pisos, revestimientos y acabados que transforman ambientes.
El aroma a café recién pasado completa la experiencia, envolviendo a quien llega en un entorno que muestra materiales tan creativamente que invita a imaginar cómo cada detalle puede mejorar la vida cotidiana en viviendas, oficinas, hoteles, hospitales y proyectos inmobiliarios.
En palabras de Diego Medina y Paola, su esposa y socia, A10 no es simplemente una empresa que comercializa acabados. “Nuestro propósito va más allá de eso. Cuando un cliente nos elige, no está comprando porcelanato o grifería, está apostando por una mejor calidad de vida. Queremos que cada persona sienta orgullo de su espacio y lo disfrute por décadas, sin tener que reemplazar nada al poco tiempo”.

Diego y Paola Medina
La filosofía de la empresa se resume en tres palabras poderosas: el deber ser. Este concepto guía cada decisión y cada proyecto. Para A10, entregar acabados de calidad no es opcional, es un compromiso con el cliente, con la ciudad y el país.
A10 destaca por la cercanía y el acompañamiento que dan a sus clientes. El equipo se convierte en un verdadero brazo asesor de la constructora o cliente final. “Cuando alguien recibe su departamento y quiere personalizarlo, estamos ahí para hacer que ese proceso sea fluido y libre de problemas. Si sueña con un mesón negro en lugar del que le entregó la constructora, lo hacemos realidad sin complicaciones. Nos encargamos de todo para que el cliente viva una experiencia positiva desde el inicio”.

Este enfoque ha permitido crear relaciones de confianza duraderas. Constructores y promotores que empezaron comprando un detalle puntual ahora confían en A10 para proveer todos los acabados de sus proyectos, porque A10 representa a más de 50 marcas nacionales e internacionales en porcelanatos, grifería, iluminación, revestimientos, aluminio, vidrio y más. Su modelo va más allá del catálogo, pues ha logrado consolidar el primer clúster productivo del país en lo que a acabados de construcción se refiere.

“Nuestro objetivo es crear comunidad. Trabajamos con proveedores que comparten nuestros valores de integridad y empatía. Hablamos directamente con los dueños porque ellos toman decisiones que marcan la diferencia. Con este modelo de comunicación logramos resolver en dos horas proyectos que usualmente tomarían un mes en coordinar”. El resultado es un ecosistema donde todos ganan: constructores, proveedores y clientes finales.
La tecnología es otro de los importantes pilares de la empresa. A10 utiliza inteligencia artificial para agilizar procesos de diseño y selección de materiales, reduciendo tiempos y costos.
“Imagínate un proyecto de 3.000m2 listo en una hora y media. Eso es lo que logramos gracias a la tecnología. El cliente recibe la mejor opción de producto, al mejor precio y en el menor tiempo posible”.

Su portafolio incluye productos importados de Italia, España, Francia o Brasil, pero también desarrollan líneas propias en Ecuador con estándares de exportación. Su showroom en Miami es una apuesta para llevar impecables productos ecuatorianos a mercados internacionales. La meta es demostrar que podemos competir con lo mejor del mundo.

Una de las fortalezas más valoradas por los clientes es la garantía. Diego recuerda un caso en Cuenca donde una mala instalación generó fallas en el producto. “Asumimos los costos y repusimos el material. No importa si fue o no nuestra responsabilidad. Lo importante es que el cliente sepa que estamos ahí, que respondemos. Esa confianza no tiene precio”.
El “deber ser” implica un fundamento escencial que involucra la ética como parte del ADN de A10. “No entramos en juegos amorales. Nuestro camino a veces es más lento, pero mucho más firme. Para nosotros, la ética es innegociable”.

A10 es una empresa con rostro humano, donde la diversidad y el talento florecen. El 93% de su equipo son mujeres, y muchos de sus colaboradores han crecido de manera ejemplar dentro de la organización. “Tengo una persona que entró sirviendo café y hoy es ejecutiva de ventas. Creemos en las oportunidades y en el esfuerzo de cada uno. No es gracias a A10, es gracias a ella, pero nos sentimos orgullosos de haber abierto su camino”.
El ambiente laboral está marcado por la empatía y el respeto, lo que cuenta es la capacidad y la calidad humana. “Nuestro éxito no solo se mide en ventas, sino en cómo crece nuestra gente y cómo transformamos la vida de quienes trabajan con nosotros”.

Diego y Paola lo tienen claro. Los acabados no son un lujo, son parte esencial del valor de un inmueble y del bienestar de quienes lo habitan. Por eso su visión va más allá de lo comercial. “Así como Perú se vende al mundo con su gastronomía, Ecuador debería mostrarse con su arquitectura. Tenemos ciudades eclécticas, hermosas y llenas de potencial. Los acabados de calidad son parte de esa identidad y de ese legado que queremos dejar”.

Con una filosofía centrada en excelencia, asesoría personalizada, ética y respeto al cliente, A10 LAB se ha consolidado como un referente que demuestra que la construcción puede ser una experiencia transformadora, cargada de emociones que se transmitirán generación tras generación.


