Por Caridad Vela

La construcción es un termómetro de la economía y, a la vez, un espacio donde innovación y calidad se convierten en herramientas para proyectar un país hacia el futuro. Así lo ve Alfredo Peña, presidente de Grupo Industrial Graiman, un hombre que combina la visión estratégica de un industrial de primera categoría con la sencillez de alguien cercano, querido y respetado en todos los ámbitos en los que participa.

Alfredo es parte de varios foros nacionales e internacionales, entre ellos el Consejo Empresarial de América Latina (CEAL). Para él, participar en esos espacios es como tener una máquina del tiempo que le permite ver lo que sucede en otros países para anticipar lo que sucederá acá. Pero, sobre todo, enfatiza en que “te das cuenta de lo mucho que tiene Ecuador, como su ubicación estratégica, energía, materias primas y, sobre todo, gente de gran talento. A veces no lo valoramos, pero este país tiene ventajas competitivas enormes”.

El 2023 fue un año complejo para la construcción. ¿Cómo lo vivió el sector de acabados de construcción?

Veníamos de un par de años excepcionales impulsados por la pandemia, cuando la gente confinada empezó a remodelar sus hogares y redescubrió la importancia de sus espacios. Ese movimiento se sintió a nivel mundial. Pero lo que vino después fue un golpe fuerte. El año 2023 fue desastrozo, nos encontró con un mercado contraído, proyectos inmobiliarios detenidos y, sobre todo, un clima de incertidumbre. La falta de claridad en políticas de largo plazo hizo que tanto la obra pública como la privada se enfriaran de manera notable.

¿Cómo ve el panorama actual?

Con más optimismo. La llegada del presidente Noboa ha abierto un espacio de confianza. Vemos que se están retomando proyectos, que hay inversionistas con más decisión. No hemos vuelto a los niveles de bonanza de hace algunos años, pero diría que hemos alcanzado tres cuartas partes de esa recuperación. Y lo más importante es que sentimos que hay una dirección, un horizonte hacia dónde caminar. Eso genera confianza y, con confianza, la construcción se mueve. Prueba de ello es que muchos industriales estamos invirtiendo en nuestras plantas de producción.

¿Qué retos siguen pesando sobre el sector?

Hay varios, pero uno fundamental es la falta de normativa técnica. Hoy en Ecuador circulan productos que no cumplen estándares básicos, y el consumidor no tiene cómo darse cuenta, se limita a mirar el brillo, el formato, el precio, y piensa que está comprando calidad, cuando en realidad puede estar llevando a sus hogares materiales que contienen plomo o que carecen de la resistencia mínima. Eso es grave, porque la gente invierte sus ahorros en su vivienda y merece tener garantías. Necesitamos normas que protejan al comprador, como sucede en la mayoría de países del mundo. No se trata de cerrarse a la competencia internacional, sino de establecer reglas claras para que lo que se venda en el mercado ecuatoriano cumpla requisitos mínimos de seguridad y durabilidad.

La competencia de productos importados es fuerte. ¿Cómo compite un productor local frente a esa realidad?

Con estrategia y diferenciación. Hay países donde producir cerámica es más barato, como Perú, y eso no lo podemos cambiar. Pero sí podemos enfocarnos en lo que los importadores no ofrecen: piezas grandes, diseños especiales, acabados con valor agregado. Ese es nuestro nicho, y hacia allá hemos orientado la inversión en tecnología.

También está la apuesta por la exportación. Cuando produces con estándares que compiten con Europa, puedes abrirte espacio en mercados exigentes. Claro que hay trabas, como los aranceles, que nos ponen en desventaja frente a competidores de Colombia o Europa, pero, aun así, creemos en el potencial de los productos ecuatorianos para conquistar otros mercados.

Alfredo Peña - Revista CLAVE Bienes Raíces Ecuador

Alfredo Peña, CEO Grupo Industrial Graiman

¿La industria nacional es competitiva en proyectos de vivienda social, o pesan los precios bajos de productos importados?

Curiosamente, para vivienda de interés social hay soluciones locales que funcionan muy bien. La producción nacional ha sabido atender esa demanda. El problema está más bien en los segmentos medios y altos, donde entran porcelanatos grandes, aparentemente sofisticados, pero fabricados con materiales de baja calidad. Allí es donde se desplaza a la producción nacional y se afecta al consumidor que paga más por algo que en realidad vale menos.

En esa calidad que menciona, ¿se consideran factores como sostenibilidad y certificaciones internacionales?

Para nosotros son indispensables porque exportamos nuestros productos. Tenemos normas internas que van más allá de lo que exige el mercado local y que nos permiten competir con Europa y Estados Unidos. Ahí está el futuro. No se puede pensar en una industria sólida si no es sostenible y si no cumple estándares internacionales.

Grupo Graiman es más amplio que la cerámica. ¿Qué otras empresas lo conforman?

Somos un grupo industrial diverso. Tenemos una cementera, industrias de acero y estructuras metálicas, la marca Fénix en alianza con un grupo mexicano, y también Vanderbilt, que fabrica ballestas para vehículos desde hace más de 65 años. Son negocios distintos, pero todos convergen en un mismo eje: aportar al desarrollo de la construcción y, en última instancia, al desarrollo del país.

No quiero terminar sin confirmar los titulares aparecidos en la prensa en los últimos días. ¿Será candidato a la alcaldía de Cuenca en las próximas elecciones?

No, eso no es cierto, no sé de dónde obtuvieron esa información. No soy político, soy industrial. Sería un mal alcalde, porque no tengo formación ni vocación para eso. Respeto mucho la política y creo que debemos apoyar a los gobernantes cuando hacen las cosas bien, como lo está intentando el presidente Noboa, que ha demostrado valentía frente a problemas muy serios. Pero mi lugar está en la industria, donde sé que puedo aportar. Ecuador tiene todo para crecer y desarrollarse. Tenemos que creer en nuestro país, en nuestras capacidades y en lo que podemos construir juntos. Si logramos eso, el futuro puede ser mucho mejor de lo que imaginamos.

¿Qué lo motiva?

Seguir construyendo país desde la industria. No hay nación que se desarrolle sin sectores primarios fuertes. El comercio es importante, pero sin producción no hay empleos ni estabilidad. Mi motivación es demostrar que en Ecuador se puede producir con calidad mundial, generar valor agregado y aportar al bienestar de las familias. Quisiera contagiar mi optimismo. El éxito es predecible si se trabaja con constancia, visión y ética. Tenemos un país maravilloso, con todo para lograrlo. Lo importante es creer en él y construirlo juntos.