ECLÉCTICO, CHIC Y EXTRAVAGANTE 

De niño diseñaba proyectos de viviendas con piezas de Lego. Para él no era un juego más: con las pequeñas fichas multicolores, Jean Porsche -el arquitecto e interiorista mexicano que ahora deslumbra en España- creaba verdaderos proyectos inmobiliarios. A escala, claro está, aunque alguno llegó a medir dos metros de altura.  

Para cada uno de ellos, elaboraba un folleto de ventas, como los que había visto en alguna inmobiliaria, de la mano de su madre. Inclusive les ponía precios y hasta proponía planes de pago. Después los “vendía” a las visitas que llegaban a su casa y que quedaban encantadas con el ingenio del niño. 

Si alguien tuvo clara su vocación desde siempre, es este artista del interiorismo, cuyas creaciones ilustran portadas, llenan páginas de las principales revistas de diseño de España y se llevan los mejores comentarios de los especialistas. 

Residente en el país ibérico desde 2010, su carrera empezó a despuntar (y ya no paró) al poco tiempo de su llegada. En 2013, Porsche, quien ya había iniciado su trayectoria como arquitecto en México, abrió su propia oficina y su ahora famoso showroom “The Interiorlist”, en una exclusiva calle de Madrid. 

Fue a partir de entonces cuando este profesional, nacido en 1978, comenzó a desplegar todo su talento y su libertad creativa, no solo en el campo de la arquitectura, su profesión, sino en el del diseño de interiores, su auténtica pasión. 

Después de diseñar la primera residencia en Madrid, por encargo de unos amigos que le dieron un plazo de tres meses para hacerlo, la fama de su talento empezó a regarse de boca en boca. Vino un encargo más. Y otro. Y un tercero… ¿Sus clientes? Sobre todo, parejas jóvenes con posibilidades económicas, que le pedían diseñar el interior de pisos nuevos, enormes y vacíos, o reformar el estilo de otros, ya decorados. 

“Después de ese primer trabajo que hice para mis amigos, me dijeron: ya te hemos probado, ahora te vamos a recomendar”, cuenta Porsche, en esta entrevista con Clave. Una oficina en Barcelona, otra reforma de una residencia en Madrid… los encargos comenzaron a multiplicarse, y Porsche se lanzó a la aventura de instalar su propio estudio en el despacho de unas periodistas que, seis meses después, abandonaron el lugar por la crisis.  

“Instalé mi oficina en dos plantas: en los treinta metros de arriba estaba mi estudio, y en los 30 metros de abajo, el showroom. Este espacio tenía unas ventanas tapiadas. Las despejé y en los escaparates comencé a mostrar mi particular forma de entender el diseño. La tienda llamó la atención enseguida”. Paralelamente, invitaron a Porsche a diseñar unos apartamentos en Jerez de la Frontera y a participar en un proyecto de reformas de una lujosa residencia en París. 

Esto fue solo el principio. En menos de una década, este mexicano, nacionalizado español, quien confiesa que se siente más cómodo con un traje que con unos jeans, se ha convertido en uno de los interioristas “mimados” por los medios y la crítica, y disputado por clientes de lo más diversos.  

Basta ver su hoja de vida, para dimensionar lo que está logrando: además de una serie de viviendas de alto standing, la firma de Porsche está detrás de proyectos como la renovación del restaurante Coque, en Madrid; la Galería Nogueras Blanchard, en Barcelona; la decoración del espacio en dos ediciones del festival de música Starlite, en Marbella, y  varias participaciones en la famosa CASA DECOR, la mayor plataforma de interiorismo, tendencias y diseño, que se realiza cada año en España, en una ciudad distinta (este año será en Madrid).   

Un estilo único, casi indefinible 

La huella inconfundible de Porsche es cada vez más valorada en España. La prueba es que su nombre encabeza listas de publicaciones tan prestigiosas como AD (https://www.revistaad.es), a la hora de enumerar los diseñadores que marcan el futuro del interiorismo en el país ibérico. 

Este profesional puede presumir de tener un estilo único. Si le preguntan, él lo define en dos palabras: “minimalista barroco”. Así de contradictorio… aparentemente. Así de dual. Como su preferencia por el “caos ordenado”. O como su intención de que alguno de sus proyectos se revelen ante el observador como el doble rostro de Dr.Jekyll and Mr. Hyde. 

Vistas desde fuera, sus creaciones traen a la mente una palabra: libertad. Así como ahuyentan otra: miedo. Jean Porsche es un interiorista audaz. Su punto de partida es siempre conocer y entender a sus clientes. Una labor que, asegura, tiene un poco de psicología y mucho de intuición, “para interpretar lo que se dice y sobre todo lo que no se dice”.  

Sus heterogéneas influencias -bebidas del cine, la literatura y los viajes- dan una pista de la base de sus creaciones. A la hora de nombrarlas, el arquitecto e interiorista, revela una vasta cultura y una curiosidad sin límites. En sus obras hay guiños al “american way of life”, a las películas del cine de oro mexicano, a los dandis clásicos, a Raffaella Carrà, a los castillos abandonados y, por supuesto, a nombres brillantes del interiorismo y el diseño como David Hicks, Dorothy Draper y Jonathan Adler. 

Ecléctico. Chick. Extravagante. Todos esos adjetivos podrían intentar definir la obra de Porsche. Y se quedarían cortos. “Soy una persona a la que le gusta mucho el color. Pienso en espacios alegres, en los que respires armonía y felicidad. Por mi formación de arquitecto, en mi trabajo hay mucho de geometría, ángulos, diseños perfectamente concebidos y dibujados. Siempre concibo cómo tiene que ir un suelo, cómo aprovechar un techo para el diseño; tal como se hacía antes, hasta que el techo se volvió una cubierta blanca y lisa. Yo lo recupero con elementos decorativos”, explica Porsche. Igual que recupera el entelado, en las paredes, para darle a los espacios un toque cálido y elegante. 

Vale la pena detenerse en el color. El lugar común casi exige pensar que el intenso colorismo en los diseños de Porsche tiene directa relación con su origen mexicano. Y sí, pero no. Él lo explica así: “La cultura de color muy marcada, arquitectura e interiorismo de México. Está en los cielos, los parques, las ferias… en México, por donde vayas verás color, así que lo tienes en tu ADN. Sin embargo, se trata de una tendencia más bien popular. En el entorno en el que yo crecí, en cambio, el interiorismo es muy puro: mucho color blanco, mucha madera. Por eso creo que, en mi caso, es un toque de atrevimiento de influencia inglesa. Me han llegado a decir que soy el más inglés de los españoles”. 

La forma de entender y transmitir ese colorismo en sus diseños parece darle la razón: “En la misma casa puedo diseñar un salón amarillo pollo, otro azul, una habitación verde. Cada espacio es distinto no tiene por qué haber una secuencia, y todo funciona perfectamente”. Tal como puede haber un equilibrio perfecto –asegura Porsche- la combinación de un mueble de IKEA con una reliquia antigua.  

Pero, para romper las reglas, hay que conocerlas bien. Detrás de la audacia de este arquitecto e interiorista hay una continua formación personal, basada en gran parte en una exigencia autodidacta. Porsche es un consumidor incansable de la cultura en todas sus manifestaciones: es un lector compulsivo y un amante de la pintura, la escultura y la fotografía… y no deja de lado una pasión por la comida gourmet y el buen vestir, expresado en un personalísimo estilo.  

Un lujoso “sastre a medida” 

Un “sastre a medida”. Esa es la frase preferida de Porsche, para definir su trabajo y su proyección futura. No sueña con llegar a ser el dueño de un ordenador con tantas carpetas de proyectos que casi no pueda recordar cuál es cuál. No. Lo suyo es la dedicación completa y el cuidado de cada milímetro de los espacios que ponen en sus manos. 

“Hay que ser muy observador. Interpretar lo que la persona quiere. Ver, por ejemplo, si una persona o una familia pasa mucho tiempo en su casa, saber cuál es su espacio preferido”. Todavía recuerda aquella pareja que quería un interiorismo totalmente nuevo –“sin mármoles ni verde”- por pedido de ella. “Era una familia que recibía muchas visitas y gustaba de cocinar. Por lo demás, no pasaban mucho tiempo en casa”. Así que Porsche volcó todo su ingenio y su creatividad en la cocina. “Era un espacio sin vistas. Yo puse puertas correderas para ver el hall y el salón”. De paso, se atrevió a usar el verde y lo colocó en el salón, en un sofá, y completó con unas piezas de mármol en blanco y negro. El resultado final fascinó a la pareja. En otro piso, de una familia con niños, dejó un circuito para triciclos que bordeaba una decoración elegante y sofisticada. “Las reglas hay que romperlas cuando conviene”, dice. 

Convencido de que las casas deben ser espacios alegres y confortables, y no museos en los que la decoración sea tan rígida que no puedes mover una revista sin que se pierda el balance, Porsche está convencido que un trabajo como el suyo sirve para que la gente “se divierta y aprenda a vivir bonito”. 

El interiorista está consciente de que está creando escuela y de que hay quienes empiezan a copiar su estilo. Incluso de eso, habla con la misma sonrisa, que no pierde durante toda la entrevista que concede a CLAVE, desde Menorca, donde actualmente se encuentra embarcado en el diseño interior de una casa palacio de 350m2. 

Aunque tenga las agendas llenas, un Rolex del que nunca se desprende y su foto en revistas y periódicos, Jean Porsche sigue siendo ese niño que jugaba a construir y decorar con alegría y sin límites. De hecho, confiesa, todavía tiene un juego de Legos junto a su cama.   

ENTRESACADOS 

  • La firma de Porsche está en la renovación del restaurante Coque, Madrid; la Galería Nogueras Blanchard, Barcelona; la decoración del espacio en dos ediciones del festival de música Starlite, Marbella, y varias participaciones en Casa Decor, España 
  • Presume de tener un estilo único. Lo define en dos palabras: “minimalista barroco”. Así de contradictorio… aparentemente. Así de dual 
  • Siempre concibo cómo tiene que ir un suelo, cómo aprovechar un techo para el diseño; tal como se hacía antes, hasta que el techo se volvió una cubierta blanca y lisa. Yo lo recupero con elementos decorativos 
  • En la misma casa puedo diseñar un salón amarillo pollo, otro azul, una habitación verde. Cada espacio es distinto no tiene por qué haber una secuencia, y todo funciona perfectamente 
  • Es consumidor incansable de la cultura en todas sus manifestaciones: Lector compulsivo y amante de la pintura, escultura y fotografía… y no deja de lado una pasión por la comida gourmet y el buen vestir