María Emilia Cevallos

Por: María Cristina Chavarría
Noviembre-Diciembre, 2015
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María Emilia Cevallos

Ser una mujer que abraza la vida abriéndose a toda posibilidad de crecimiento y servicio suena como la descripción de una mujer con muchos años de experiencia, pero en el caso de María Emilia Cevallos Cuesta, es algo que ella afirma de sí misma con mucha claridad y elocuencia a sus 22 años.

Mare, como le dicen sus amigos, se encuentra de lleno dedicada al Miss Ecuador, concurso en el cual obtuvo el título de Miss Supranational y por el cual deberá competir en el mes de diciembre en Polonia. Dice que su preparación ha sido más que nada emocional, razón por la cual tras vivir 3 años en Quito, donde cursaba la carrera de Música Contemporánea en la Universidad San Francisco, decidió regresar a su natal Guayaquil.

“Es más complicado ser Miss de lo que parece, es una preparación física y emocional porque te toca batirte sola. Es un concurso que aparenta ser algo superficial pero en realidad es subjetivo porque no siempre gana la más guapa, cuenta mucho la actitud y la forma de desenvolverte”.

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Admite que uno de sus defectos es estresarse con facilidad, por eso buscó estar al lado de su familia mientras desempeña un rol activo con la organización Miss Ecuador y la vez se prepara para el concurso en el que competirá con alrededor de 70 participantes de diferentes nacionalidades.

Vive en Guayaquil hace aproximadamente un año en el hogar que su mamá, la presentadora de televisión María Mercedes Cuesta, recientemente ha formado. Se trata de una casa de estilo toscana con amplios espacios que se prestan para una vida familiar activa. “Cuando mi mamá se casó el resultado de esta familia es que somos muchos hijos, en total vivimos en esta casa 7 personas, contando con mi hermano menor, mis tres hermanastros y yo.”

La sala se distingue por sus acentos decorativos clásicos y por la equilibrada combinación de sedas y enchapes, pero también hay otra, más privada, que se presta para ver películas o fútbol. Mientras por un lado se avizora un comedor elegante, la familia Pareja Cuesta ha dispuesto uno bastante rústico, al aire libre en la zona de la terraza, junto a un asador que es el elemento perfecto para un día de sol.

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María Emilia tiene su lugar predilecto: la cocina. “Es mi refugio. Siempre llego y me instalo ahí, me encanta cocinar y me gusta comer bien. Por el Miss Ecuador debo estar muy pendiente de la línea, así que experimento con recetas y sabores. Esto a su vez me alivia la ansiedad, y lo mejor de preparar un plato es compartirlo con otras personas”.

Aparte de la cocina que se destaca por tener en el centro una gran isla que funciona como comedor de diario, a María Emilia, le agrada su habitación. “Recién la terminé de adecuar. Para mí, la combinación entre blanco y negro es ideal. Tiene ciertos toques algo bohemios, por ejemplo un tapete hindú. Me gusta apropiarme del espacio, sentirlo mío, por eso me doy la libertad de pegar cosas en la pared”.

Sobre el Miss Ecuador…

María Emilia nunca se propuso ser reina de belleza. Esta fue una oportunidad que llegó a su puerta. Estaba encaminada en su carrera musical e iniciando algunos proyectos con músicos de Quito. Pasaba vacaciones en Guayaquil y le ofrecieron que sea candidata para Miss Ecuador. “Cuando me llamaron al concurso me sorprendió que me tomen en cuenta. Siempre he sido muy descomplicada y cuando decidí aceptar el reto me propuse hacerlo bien. Quería que las chicas vean en mí un modelo cercano, no alguien distante”.

Sin imaginarse cual sería el resultado del concurso, llevarse o no una corona a casa, Mare se comprometió tanto a su preparación como al servicio social y alcanzó el puesto de segunda finalista, adquiriendo el título de Miss Supranational.

Desde ahí ha estado dedicada a trabajar con la organización Miss Ecuador y a ayudar a diferentes fundaciones. “Durante todo el año he trabajado asistiendo a eventos, cumpliendo responsabilidades con auspiciantes y preparándome para el concurso internacional y todo lo que involucra: pasarela, peinado, maquillaje, oratoria, proyección, etiqueta; y está también la responsabilidad social, que es algo que depende de cada reina”.

La joven Miss lidera un proyecto que trabaja la autoaceptación, al que se dedicará de lleno cuando regrese del concurso en Polonia. “Es un proyecto audiovisual que lo pienso lanzar por redes sociales y trabajar con colegios, haciendo foros. Se va a llamar ‘Eres más’, y está inspirado en mi experiencia personal”.

Tener una mamá que es una reconocida figura de la televisión y que además es muy guapa, no fue algo fácil de llevar, confiesa Mare. Pero su inclinación por el arte y su vocación por la música ayudaron a reafirmar su personalidad y a ir encontrando su propio camino. “La música me hace sentir libre porque no es necesario verla, a veces con sentirla y tocarla se puede llegar a otras personas. Soy la primera candidata en la historia del certamen que ha estudiado algo no convencional como música. Para mí es un orgullo llevar la bandera de los artistas. Pretendo especializarme en musicoterapia porque mi llamado con la música está ligado con el servicio”.

El tiempo dedicado a la responsabilidad social es algo que depende de cada reina, pero para Mare es algo que “debería ser lo primordial pero que no se da en todos los casos…” Ella siente un fuerte compromiso con las niñas y jóvenes que perciben a diario una imagen distorsionada sobre lo que es ser bonita. “A veces me escriben niñas diciéndome sus pensamientos. Y les digo, yo soy como tú, yo también tengo manchas, también me salen granos y tengo mis días malos. La imagen que muchas veces nos muestra la televisión es que mientras mejor cuerpo tengas y más perfecta seas, eres mejor, y si no, no eres nadie. Yo quiero organizar foros en los que se hable más allá de la belleza y lo que significa ser mujer, centrarnos en fortalecer las capacidades.”

Ella observa con optimismo los cambios que se han dado en los concursos de belleza y admira que la Miss Universo actual se muestre en ocasiones como una chica “más real” pues no siempre está maquillada y a veces se deja ver en zapatos deportivos. “Una reina es alguien que se dedica al pueblo no una mujer superflua que solo está pensando en qué tan bella está”.

¿Qué viene después?

A los 11 años fue su primer contacto con el mundo de la televisión presentando junto a otros niños un programa infantil. A los 18 fue a Quito para audicionar en la carrera de música con lo cual obtuvo una beca; a esa misma edad fue elegida por un reconocido canal dentro de un grupo de jovencitas para grabar un programa dedicado a menores de edad. A sus cortos 22 ostenta un título de belleza y está encaminada al trabajo social. Todo esto se debe a su carácter y tenacidad, a no tener miedo a abrir puertas a experiencias nuevas.

La vida le ha dado tantos giros inesperados, cargados de buenos resultados y crecimiento personal, que María Emilia quiere seguir dejándose sorprender. “Te puedo decir que mi plan es retomar mis estudios, trabajar obviamente, sacar provecho, más que nada, de lo que me ha dado el reinado, que es tener voz. Uno viene a la vida a hacer algo por el mundo, y quiero irme de aquí con esa satisfacción. Creo que la vida es para tomar oportunidades, y para recibir de ella lo que te trae”.